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EEUU y España entre Venezuela y las bases

16/02/2020 | España

Mientras la prensa española sigue obcecada en limitar el «caso Delcy» a una discusión bizantina sobre las fronteras en el aeropuerto de Madrid y el apoyo a Guaidó, el presidente de EEUU envía a Sánchez una lista de «contenciosos».

Cuando el pasado octubre la OMC autorizó a EEUU a tomar represalias arancelarias contra la UE a cuenta de las ayudas a Airbus, llamó la atención que los nuevos aranceles se cebaran contra la producción de vino, queso y aceite de oliva español. Reducir en un 12% las exportaciones agrarias de un país que no es protagonista del consorcio, excluir al aceite italiano y dejar finalmente fuera los vinos franceses apuntaba a que, en realidad, estaban en juego más objetivos que los declarados por ambas partes.

Como pájaros levantando el vuelo antes de una tormenta, en los meses anteriores, los principales bancos españoles empezaron a evaluar su salida de EEUU y Puerto Rico. Y, señal aun más importante, en abril, en la fase final de los preparativos del último intento de la «operación Guaidó», EEUU había enseñado ya los dientes a Repsol.

Una amenaza que se multiplicó e hizo explícita por Trump con el incremento de importaciones de hidrocarburos de Venezuela y la oferta de Maduro al gobierno de España y Repsol de entrar a precio de saldo en la privatización de las reservas petroleras. Resultado traducido a la prensa y los partidos políticos españoles: la «crisis Delcy», también conocida como el «escándalo de Barajas».

A Sánchez, la oportunidad de comprar las reservas venezolanas a precio de saldo, volviendo a poner a Repsol entre las grandes petroleras mundiales, consiguiendo de paso destinos de inversión masivos para el capital español… cuando menos le tienta. Entre otras cosas porque le permite presentarse frente a Europa como un freno a la expansión rusa, frente a Argentina y Cuba como un aliado potencial y frente al capital español como un salvador.

¿Qué fue en ese marco la visita de Delcy Rodríguez? Puede haber sido parte de una negociación o una trampa inesperada del gobierno Maduro para obligar a decantarse a Sánchez, da igual. Lo que expresa es el callejón en el que el imperialismo español está en América, callejón acrecentado por la propia división de la burguesía española que al final, acaba replicando en su interior los ejes de fractura de sus pares sudamericanos.

¿Qué hay bajo el escándalo de Barajas?», 29/1/2019

Pero aunque Venezuela sea el centro de batalla y la agricultura la zona de bombardeo inmediata, no solo hay puntos de fricción. Sánchez e Iglesias quieren renovar el contrato de las bases de Morón y Rota y Trump sumar dos destructores a los cuatro que ya hay y 600 infantes de marina ante «el preocupante incremento de la tensión tanto en Oriente Medio como en África». Para Trump es una «urgencia estratégica», para las grandes empresas aceituneras una oportunidad de revertir las sanciones al aceite. Y los norteamericanos creen que Sánchez está remoloneando en la firma del acuerdo para obtener mejor precio para el capital español.

Así que, EEUU acelera calendarios invitando al rey a toda prisa para abril y forzando así una reunión este fin de semana en la Conferencia de Seguridad de Munich entre la nueva ministra española y el secretario de estado Mike Pompeo.

El incómodo lugar del capital español

La importancia que ha tomado la cuestión de las bases en la relación entre el capital español y EEUU es significativa de la situación global cada vez más subalterna de los capitales españoles en el gran juego imperialista global. Pasados sus «días de gloria» de tardía expansión en Iberoamérica, la crisis ha empujado al capital español a una retirada que, como se está viendo con Telefonica, no siempre es tan ordenada como les gustaría aparentar. Que el nuevo gobierno eliminara la secretaría de estado para Iberoamérica -tradicionalmente la más fuerte del ministerio junto con Europa- aunque corrigiera a medias luego, revela que el imperialismo español es consciente de su propia falta de potencia y duda constantemente entre intentar resistir en sus últimas posiciones o darlas por perdidas.

La «duda», expresa también diferencias emergentes sobre la orientación imperialista «preferente» entre distintas facciones de la burguesía española, tanto dentro de Europa, donde ha perdido mucho peso, como en Iberoamérica y el Magreb, donde está en retirada. Esa creciente tensión interna, no es inmediatamente equiparable a derecha-izquierda. Aunque en Venezuela, como se vió en el escándalo de Barajas, la derecha se alinee con EEUU, no siempre es así. De hecho es difícil explicar que la financiación del ascenso de Vox fuera orquestada desde EEUU si Trump no quisiera presionar al PP empujándole a separarse de Merkel y alinearse con su política de erosión de la UE.

Mientras la burguesía española no se decante, no van a faltar incentivos para nuevos escándalos e «injerencias externas». Imperialismo en caída hacia las terceras y cuartas filas de un juego global cada vez más violento, el capital español está en una posición crecientemente incómoda entre sus pares, buscando el paraguas de una potencia mayor y sufriendo cada vez más fracturas y luchas internas.