EEUU despliega una estrategia global contra China
EEUU centra su estrategia imperialista en debilitar a China. Las consecuencias son globales y, a menudo, inesperaddas.
¿Hay alguien en esta sala que no crea que China es un adversario de los Estados Unidos, tiene todos los planes posibles para convertirse en una potencia mundial en detrimento nuestro? ¿Hay alguien que no lo crea?
La sala en cuestión era el Congreso de EEUU; el orador Paul Mitchell, un representante republicano de Michigan; y el contexto la aprobación unánime de la nueva National Defence Authorisation Act que rearma al ejército de EEUU para un enemigo claro: China.
El foco anti-chino de la política comercial, militar y diplomática estadounidense es ya parte del consenso entre demócratas y republicanos. Sin fisuras. Ambos partidos compiten por ser más duros frente al enemigo común como en lo más oscuro de la guerra fría, al punto que se discute ya impedir al capital de China acceder a los mercados de capitales. La nueva determinación política de tiene consecuencias mucho más allá de las relaciones entre los dos gigantes.
El foco en China jerarquiza los conflictos exteriores de EEUU
Reordena las rivalidades imperialistas de EEUU en una jerarquía. El objetivo global sigue siendo la balanza comercial, pero los medios estratégicos pasan ante todo por debilitar a China, secundariamente re-confinar a Rusia y finalmente contener a Irán, Turquía y cualquier otro elemento que añada incertidumbre. Y esta nueva determinación va a reajustar los mapas globales.
Empezando por Libia, donde EEUU está maniobrando y presionando para desbandar el ejército de Haftar propiciando una solución negociada más o menos rápida. A estas alturas Haftar depende cada vez más de los mercenarios rusos que han tomado el control de instalaciones petroleras clave. Por primera vez, Turquía y EEUU tienen un objetivo común claro en Libia: desalojarlos. El principal escollo es que mientras tanto, tras un incidente con la armada turca, Francia ha abandonado la misión OTAN que trataba de impedir a Turquía introducir armas para sus aliados de Trípoli. La abrupta ruptura de Francia con la misión y la escalada verbal con Turquía que le ha seguido dejan a la OTAN en evidencia con EEUU acercándose a Turquía y la UE abriendo la puerta de un nuevo paquete de sanciones contra Ankara.
También la relación con Irán está cambiando. Puede que el paso del enfrentamiento directo y la amenaza militar al terrorismo selectivo contra instalaciones nucleares no parezca un cambio drástico. Pero con EEUU limitándose a contener el desarrollo de armas atómicas los hutíes, consolidados territorialmente, ven una oportunidad y se dirigen a Arabia Saudí buscando negociar un fin a la guerra. A su favor: la brutal recesión en Arabia Saudí y la decisión del Congreso de EEUU de seguir poniendo trabas a la capacidad de Trump para mantener la ayuda militar a Ryad, aun más clara en el nuevo contexto.
Europa se distancia... pero no tanto
La centralidad del enfrentamiento con China en la estrategia del capital estadounidense propicia por otro lado la fractura con Europa. Se ha visto claramente con las reacciones a la ley de Seguridad de Hong Kong. La UE ha sido sin duda tibia. EEUU solo ha encontrado apoyo decidido en Gran Bretaña y Australia que han elevado el tono a niveles pre-bélicos, aplicado sanciones y prometido residencia y pronta nacionalidad a tres millones de hongkoneses.
La UE quiere reducir la dependencia poco saludable con China pero reconoce HK como parte de China y -de un modo similar a como pasó con Kosovo- no pocos estados miembros creen que sería un precedente peligroso normalizar que potencias extranjeras tomen partido por fuerzas separatistas porque podrían legitimar a EEUU en caso de que se viera tentado a jugar cartas similares en el futuro en su suelo europeo.
Eso sin embargo no quiere decir que las potencias europeas no estén dispuestas a jugar duro con China. Alemania se unió esta semana a EEUU en el Consejo de Seguridad de la ONU para evitar la condena rutinaria del atentado contra la bolsa de Karachi que habían presentado juntas Pakistán y China. Los lazos entre los terroristas y los servicios de inteligencia indios son tan evidentes que el gobierno de Nueva Delhi consideraba la mera condena una «trama anti-India». La inesperada ayuda alemana llega en un momento que la hace más que simbólica.
El contexto actual de la «desescalada» militar en la frontera es que... no solo no hay desescalada sino que la posibilidad de que Pakistán abra un segundo frente crecen por días. Aunque China haya respondido a las amplias represalias económicas indias -que van de la obra civil a las apps para móviles- con un argumentario globalista sobre consumidores e inversores, sabe que que la situación va mucho más allá. India está rearmándose aun mas rápido y no con fines meramente disuasorios.
La díficil decantación de las rivalidades regionales
Si la UE ni se alinea claramente tras EEUU ni afirma una línea imperialista propia es porque Alemania no acaba de alinear y aun menos disciplinar a los estados miembro ni para satisfacer sus necesidades estratégicas. Merkel lleva varias semanas presionando y dando declaraciones cada vez con tono más pesimista sobre la negociación de los fondos de «reconstrucción». Y no avanzan. Ni siquiera la presión combinada con Francia parece surtir efecto.
Y por si fuera poco la ronda de conversaciones con Gran Bretaña se ha saldado sin avances. Merkel abrió la presidencia de turno del Consejo diciendo que había que preparar la UE para un Brexit a la brava.
La situación europea no es ni mucho menos única. La cumbre virtual de Mercosur ayer, en la que Paraguay dejaba la presidencia rotatoria a Uruguay, apuntaba a encerrona y dramatización del aislamiento que Brasil quiere imponer a Argentina. Por si no bastaba con un Paraguay y un Uruguay bien alineados, se había invitado a Piñera, Duque y la presidenta boliviana. Bolsonaro se atuvo al guión y ninguneó a Fernández, pero al final, una inesperada alianza Uruguay-Argentina sirvió para contener a Brasil y asegurar que el futuro de Mercosur permita diferencias en el alineamiento imperialista.
Hablamos también de un Mercosur sin posicionamientos ideológicos con respecto a este nuevo mundo y la tensión entre EEUU y China. Yo no creo que debamos elegir EEUU o China. Es más, tenemos que elegir a los dos.
Algo parecido pasa en Oriente Medio también. Ni China basta para sustituir el papel de las compras y los capitales estadounidenses, ni pueden prescindir de ellos. Y menos en mitad de una recesión.
El resultado por todos lados es el mismo: la fractura entre EEUU y China puede agudizarse pero solo arrastra potencias regionales donde existen conflictos territoriales directos con Pekín... lo que a su vez impulsa que los conflictos imperialistas se reproduzcan en el interior de cada burguesía nacional sin llegar a decantarse o haciéndolo a costa de graves enfrentamientos internos.