Dos pasos hacia el abismo
El Tribunal Constitucional alemán dinamita los tratados de la UE. EEUU y China pasan del intercambio de acusaciones sobre el Covid a reconocer un horizonte de guerra. La desescalada de la pandemia está convirtiéndose en una escalada de los conflictos y confrontaciones imperialistas.
El discurso de la «desglobalización» suena fuerte en Alemania. Ayer martes el Tribunal Constitucional declaró «parcialmente inconstitucional» la colaboración del Banco de Alemania con el BCE en la política de compras masivas utilizada durante la última recesión y dio tres meses al BCE para justificar su política monetaria. La primera lectura es obvia: Alemania se arroga el derecho de frenar a voluntad las políticas monetarias expansivas -inflacionistas en teoría- que necesitan estructuralmente los capitales del Sur para sobrevivir al euro. Pero en realidad va mucho más allá: según la interpretación común en Alemania, otorga preeminencia al parlamento y el gobierno alemán sobre las decisiones del BCE y a los tribunales alemanes sobre los europeos.
Aunque las respuestas oficiales han sido meramente dilatorias por el momento, y el BCE se ha apresurado a filtrar que puede seguir adelante a corto sin el Banco de Alemania, la prensa del sur de Europa empieza a tomar nota:
El tribunal nacional afirma que la sentencia del tribunal europeo carece de valor y que la acción del BCE no se ajusta a derecho, y que por tanto no se siente vinculado ni por una ni por otra: el país más importante de la Unión le dice a la Unión que quien evalúa sus acciones en última instancia es él; y, en segundo lugar, que si bien el BCE estaba legitimado para tomar la medida que adoptó, al ignorar los efectos que puede producir en la política económica, no va a participar en ella (salvo que la justifiquen en tres meses).
En otras palabras: la UE ha comenzado oficialmente su estallido.
El incremento de tensión entre China y EEUU escala por días. La guerra comercial se acelera de nuevo y el tono de las declaraciones del gobierno chino acompaña al de sus rivales: incluida la acusación de «crear artificialmente» el covid.
Primeras señales de que la guerra comercial y de declaraciones no tenían techo: mientras subía el tono pre-bélico de la prensa china, el gobierno filtró la semana pasada la existencia de un informe preparando una guerra con EEUU en Asia y reabrió el «debate» sobre la conveniencia de conquistar Taiwan militarmente.
Pero ahora llegamos a un momento crítico: el ejército chino ha desplazado fuerzas al Mar de China Meridional y ejecutado maniobras frente a la marina de EEUU mientras EEUU manda señales de su disposión a financiar y apoyar cualquier movimiento de la pequeña burguesía contra la burocracia china y alimenta el reclamo de reparaciones a China abierto por Trump. La cuestión es que este reclamo es una línea roja para Pekín y la prensa asiática habla ya abiertamente que, de hacerse oficial, podría precipitar una guerra.
¿Hacia dónde vamos?
La desescalada de la pandemia está convirtiéndose en una escalada de los conflictos y confrontaciones imperialistas. En lo fundamental estamos en el mismo marco que durante los últimos años. Un enfrentamiento directo entre potencias podría darse en casi cualquier momento…
Estamos ante una aceleración simultánea de la tendencia a la crisis y de unas luchas de trabajadores que crecen conformando la mayor oleada global en décadas. La primer empuja hacia el conflicto imperialista y acelera las tensiones comerciales y militares por horas. Las segundas plantean, en la exigencia de la satisfacción de las necesidades humanas, la alternativa históricamente necesaria. Alternativa que es, cada vez más, urgente para la Humanidad entera.