Peritos analizan los restos de la explosión en Tlahuelilpan mientras los locales buscan los restos de sus familiares.
Las víctimas de Tlahuelilpan se han visto inmediatamente instrumentalizadas como ilustración de los costes humanos del «huachicoleo», el robo de gasolina para su reventa en gasolineras por mafias organizadas con connivencia de la dirección de Pemex. Por supuesto, AMLO que venía atacando de frente al huachicoleo está cambiado el guión de la reacción habitual de la burguesía mexicana («mueren por ladrones»). Pero no cabe hacerse ilusiones, no es que de repente AMLO represente «la presidencia del pueblo». Lo que pasa es que está en una lucha abierta por el control de Pemex sin la que no puede emprender con éxito el disciplinamiento del aparato estatal y la burguesía de estado que es la base de su proyecto.
Asamblea de trabajadores al margen de los sindicatos en la puerta de una maquiladora de Matamoros.
La «huelga salvaje» de Matamoros, liderada por los trabajadores más precarizados es la huelga de masas más potente que hemos visto en todas las Américas en décadas
Maquiladora en el Norte de México.
Tlahuelilpan y Matamoros muestran los dos caminos que podemos seguir. En México, en las Américas y en el mundo. En uno, somos carne de cañón de las batallas internas de intereses burgueses. Carne de cañón fungible y prescindible. Por contra, Matamoros muestra a una clase trabajadora capaz de superar el control sindical-policial, de autoorganizarse y de imponer sus intereses, intereses que no son privilegios particulares ni demandas locales, sino afirmación universal de las necesidades humanas, semilla de una sociedad nueva.