La erosión del dólar como divisa global y el ascenso del yuan
La erosión del dólar como divisa global por el yuan chino empuja al capital estadounidense hacia la mundialización de la guerra tanto o más que la misma guerra en Ucrania.
¿Por qué es tan importante para el capital estadounidense que el dólar siga siendo la divisa global?
El uso del dólar como divisa de reserva internacional es la piedra de toque del dominio imperialista de EEUU. Este poder se articula de tres maneras:
1 Que las demás potencias utilicen la divisa estadounidense equivale a tener una línea de crédito masiva, siempre disponible y sin costes relevantes. ¿El estado incurre en déficit? Se emite moneda que es absorbida inmediatamente por el comercio global. Esta práctica ha permitido a EEUU mantener déficits fiscales que hubieran sido insostenibles por aliados y rivales desde 1945 sin superar, hasta la pandemia, el 100% de deuda sobre el PIB.
Dicho de otro modo: durante la guerra fría EEUU trasladó con éxito a sus rivales y aliados el coste de su propio militarismo utilizando el dólar como caballo de Troya. Y esperaba ahora, en una nueva fase de militarismo desbocado, poder hacer lo mismo.
2 Da la posibilidad a las empresas de EEUU de pedir prestado a bajo precio en terceros países en su propia moneda sin sufrir riesgos cambiarios. Básicamente: traslada una parte del riesgo del inversor estadounidense -el riesgo país- al receptor de esa inversión, aumentando la rentabilidad y seguridad de la exportación de capitales que está en el centro del desarrollo imperialista.
3 Permite a EEUU apoyar con liquidez a los países semicoloniales obedientes a coste mínimo. Por su posición en el mercado mundial el capital nacional de estos países vive perennemente bajo la amenaza de una tormenta monetaria. Disponer de liquidez con la que comprar su propia moneda y mantener su valor en momentos de inestabilidad es fundamental para sus bancos centrales y la marcha de la acumulación.
El paciente cerco chino al dólar
Como parte de su batalla imperialista frente a EEUU, China lleva años en un cerco de largo aliento al dólar, intentando dar peso al yuan en las compraventas internacionales y desplazando al dólar en los paquetes de divisas que atesoran los bancos centrales.
Como comentábamos esta misma semana, parte de la estrategia china ha consistido en apoyar la estabilidad de monedas de terceros países mediante créditos swap como los recibidos por Argentina tanto con Macri como con Fernández, por el Chile de Piñera desde 2015, por Brasil con Bolsonaro o por Portugal con Costa.
Esta técnica que ya utilizan la mayor parte de países de ASEAN es en realidad una línea de crédito en yuanes que permite al banco central de turno comprar su propia moneda en yuanes para evitar devaluaciones. El crédito se devuelve luego, con su margen, bajo la forma de una compra de yuanes por el banco central de turno.
De esa manera, China va introduciendo el yuan en las reservas de cada vez más países. Para el estado chino no sólo es una forma de colocar capitales y asegurar su influencia en los países semicoloniales, también le permite empezar a disfrutar de una parte del poder global que hasta ahora sólo EEUU, y en mucha menor medida, las potencias europeas a través del euro, disfrutaban.
¿Qué está cambiando con la guerra de Ucrania?
La prohibición por EEUU, seguida inmediatamente por Gran Bretaña y -parcialmente- por la UE, de comprar petróleo y gas en Rusia ha tenido el efecto inmediato de subir los precios de petróleo y gas con otros orígenes.
Para escapar de los efectos brutales que la subida de precios amenaza con causar en las economías de sus aliados, EEUU jugó con Emiratos para aumentar la producción de la OPEP. La jugada descabala las estrategias sostenidas por Arabia Saudí y Rusia para mantener un nivel relativamente estable de precios con menor producción. Estrategias que son fundamentales para que la mayor parte de países petroleros y en especial Arabia Saudí, puedan salvar su crisis interna -explícita desde 2020- y reorganizar su capital nacional para las consecuencias del Pacto Verde.
La respuesta de Arabia Saudí ha sido establecer negociaciones con Pekín abriendo la puerta a aceptar el pago en yuanes de sus ventas petroleras a China (y potencialmente a otros países). China, de hecho, tiene todos los incentivos para pagar ligeramente por encima del precio de mercado siempre que lo haga en yuanes. De hecho podría aceptar pagar un extra incluso mayor que los costes de cambio y transacción que se ahorra, pues reduce riesgos de cambio.
Y si resulta rentable para China desde la visión mercantil más estrecha, ni hablemos desde la perspectiva de sus intereses imperialistas a medio y largo plazo: pagar el petróleo en su propia divisa rompería el monopolio del dólar en el mercado energético. Sería, en realidad, su mayor triunfo frente a EEUU hasta ahora.
Pero el golpe más importante podría venir desde India. El gobierno de Modi se ha resistido hasta ahora a imponer sanciones a Rusia y piensa seguir comprando petróleo a su viejo aliado. El problema es que ninguna de las divisas propias de ambos socios es un ejemplo de estabilidad. Mientras la UE y EEUU sigan lanzando andanadas de sanciones ni siquiera van a ir a la par en sus oscilaciones. Necesitan una tercera divisa. Y usar el dólar o el euro sería paradójico, así que según desveló la prensa china, están considerando utilizar el yuan.
La erosión del poder económico global del dólar empuja a EEUU políticas cada vez más agresivas
Para el dólar perder el monopolio del mercado de la energía en Asia no es un inconveniente menor de su guerra económica contra Rusia. Como no lo es verse debilitado en las reservas de decenas de bancos centrales. Supone un verdadero jaque. Si China sabe y tiene capacidades financieras para jugar la baza, buena parte de Asia y América del Sur podría encontrar ventajas equilibrando su dependencia del dólar con el uso de yuanes en sus compras internacionales.
Para EEUU es una amenaza global y directa de mucha más profundidad que la invasión rusa de Ucrania. Tanto AUKUS como la UE están entrando en una fase caracterizada por el desarrollo acelerado del militarismo y el estallido de los primeros conatos de confrontación armada con sus rivales.
En ese marco, ver restringidas las herramientas que históricamente permitieron a Washington cargar los costes del pulso imperialista sobre aliados y rivales, incorpora un nuevo elemento de urgencia y violencia a la perspectiva imperialista de EEUU, cada vez más cerca de perder una ventaja frente a su principal rival, China, que hasta hace poco daba por hecha.
La crisis del dólar como divisa global empuja al capital estadounidense hacia la mundialización de la guerra tanto o más que la misma guerra en Ucrania.