Derogación en falso de la reforma laboral de Rajoy
Ha sido el espectáculo del día. Bildu, Podemos y PSOE firman un acuerdo en el que pactan la «derogación íntegra» de la reforma laboral de Rajoy. A dos meses de las elecciones vascas el PSOE manda así una señal al PNV: puede ser bisagra de gobierno para él... o para Bildu, si el PNV deja de apoyar a Sánchez en la Carrera de San Jerónimo. Y de paso hace un guiño a ERC para volver a incorporarlo a su mayoría. Pero la brillante jugada hace aguas pronto. El ministerio de Economía entra en pánico, la patronal en cólera. El PSOE lanza un comunicado «matizando» que ni va a ser íntegra ni en realidad va a ser una derogación. Podemos se siente traicionado, Bildu le quita hierro y lo da por vigente. Y de la derogación de la reforma laboral ¿qué queda?
Según la nota del PSOE «se derogará» la posibilidad de despido por absentismo causado por bajas por enfermedad —algo que ya está derogado desde febrero y aprobado por el Congreso en marzo—, las limitaciones temporales del convenio colectivo (o sea, se recuperará la ultraactividad de los convenios) y la prioridad aplicativa de los convenios de empresa sobre los sectoriales, que había dejado de aplicarse ya casi totalmente. Lo que la nota quiere subrayar es precisamente lo que no dice: no piensan tocar ni los despidos baratos ni poner coto a las subcontrataciones masivas. Y ese es el verdadero núcleo vigente de la reforma laboral de Rajoy.
La reforma laboral de Rajoy en 2012 tenía dos objetivos básicos: el primero evitar que la crisis barriera a las industrias menos capitalizadas, permitiéndoles condiciones salariales por debajo de convenio mientras «pasaba el chaparrón»; el segundo reducir el coste de renovación de la fuerza de trabajo, haciendo que el coste de despido se redujera lo suficiente como para que saliera rentable despedir a trabajadores con derechos adquiridos y salarios pre-crisis y contratar luego a otros con salarios más bajos. [...]
La reforma laboral de Rajoy y la precariedad que ha engordado aun más, son una exigencia del capital. Reducen casi automáticamente salarios cuando las condiciones del conjunto del capital (expresadas a través del mercado) cambian. Han servido para bajar la participación de los salarios en la producción. Han impulsado una bajada de los salarios de los trabajadores (pareja a la subida de los salarios de mandos y cuadros corporativos) bajo la apariencia de una subida del salario mínimo. Y, todavía esperan que, para rematar, hagan más resistente al capital nacional en las recesiones por venir, automatizando nuestro empobrecimiento cuando el capital necesite aun más oxígeno de urgencia. Todo sin necesidad de aprobar nuevas «leyes especiales» que puedan generar respuesta social. ¿Cómo van a renunciar?
«Por qué ningún canditado quiere derogar la reforma laboral de Rajoy», 6/11/2019
¿Por qué dicen derogación cuando quieren decir más precarización?
Pero ¿por qué usar entonces el término «derogación»? ¿Un exceso de entusiasmo? Probablemente una de las verdades a medias que caracterizan el estilo del PSOE para vestir de bonito lo que no son sino ataques a nuestras condiciones de vida y trabajo. En el discurso de investidura Sánchez había prometido un nuevo Estatuto de los Trabajadores. Su idea es una nueva reforma laboral, ésta sí integral, que al aprobarse -como toda ley que regula algo ya legislado- derogaría de forma automática la reforma laboral de Rajoy.
Pero ¿qué es lo que sabemos que será el eje de la nueva reforma? Según el propio Sánchez regular la «economía de plataforma», la ultraprecarización de los Glovo y Deliveroo. Según adelantó la ministra de Trabajo, aplicándoles la figura del «autónomo dependiente», es decir, haciendo a las compañías pagar la cuota de autónomo, una práctica que hasta ahora solo estaba extendida entre las cooperativas de trabajo: despido gratuito, cuota probablemente mínima y ningún compromiso de carga de trabajo mínima. El sueño de la precarización, una versión radical de los «contratos de cero horas» británicos, legalizada para «atender la situación de los riders», que probablemente se extendería por sus ventajas para la empresa a todos los sectores.
El discurso socialdemócrata, siempre bien atento a favorecer nuevos monopolios en los que el capital pueda encontrar destino, nos dice que «la regulación es la solución» para los trabajadores. Trata en realidad de vender la extensión de peores condiciones de explotación como un ejercicio de solidaridad que beneficiaría a los propios trabajadores. Todos recordamos a Sánchez como adalid de la generalización del cronometraje que nos vendió como «registro de jornada» prometiéndonos que reduciría las horas impagas. ¡Sorpresa! Las aumenta. ¿Y Podemos? Pero si ¡los «ayuntamientos del cambio» han sido los primeros promotores de la «ciclo-logística»!.
«¿Adaptar el estatuto de los trabajdores a Glovo y Deliveroo?», 29/7/2019
Por qué no derogan la reforma laboral de Rajoy
Viene un momento crítico para el capital español. Para retomar la acumulación, recuperar lo perdido durante la pandemia y vencer la tendencia a la crisis que ya lo asfixiaba antes de ella, precisa transferencias masivas de rentas del trabajo al capital. Pero al mismo tiempo necesita mantener la «paz social». El sanchismo y su «justicia social» representan una forma peculiar de compaginar ambas cosas... que reposa sobre los despidos baratos y la precarización consagrados en la reforma laboral vigente. El sanchismo necesita de la reforma laboral de Rajoy para hacer su alquimia y que, por ejemplo, cada subida del SMI reduzca la masa salarial total percibida por los trabajadores. Y si la deroga será para volver a enunciarla acto seguido con otro nombre... e igual sustancia.