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La degeneración del lenguaje escrito

02/08/2021 | Moral

Se acaba de publicar un estudio estadístico realizado en la Universidad de Princeton que usa como base el contenido de 14 millones de libros en español, alemán e inglés. El estudio localizó patrones verbales característicos de cada idioma que señalaban «distorsiones cognitivas» asociadas a la depresión, la ansiedad y el pesimismo patológico. La hipótesis de los investigadores es que esta degeneración del lenguaje publicado refleja que «sociedades enteras pueden volverse más o menos depresivas con el tiempo». No van desencaminados.

Disonancias cognitivas y degeneración del lenguaje

Distorsiones cognitivas en millones de libros en inglés, alemán y español desde 1850. La degeneración del lenguaje refleja la incapacidad del sistema para ofrecer desarrollo humano.

Estos patrones que van desde las auto-descalificaciones hasta el catastrofismo, pasando por la mera afirmación emocional de juicios negativos, tienen una pequeña historia propia en cada idioma.

Podemos ver por ejemplo cómo el catastrofismo (figura A) despunta con fuerza con la Primera guerra imperialista mundial pero también que lo hace en mayor medida en lengua española que en inglés o alemán -donde imperaba una férrea censura militar sobre lo que se publicara. Al revés pasa en los años cuarenta, cuando con la dictadura en España y el PRI en México, los filtros empresariales y políticos iban de la mano. Pero, a pesar de todo, la tendencia es a un aumento sostenido de la prevalencia hasta los años ochenta, cuando despega para dispararse hasta hoy.

Vemos también que el planteamiento de dicotomias excluyentes (figura B) refleja bien en alemán y español el choque entre revolución y contrarrevolución entre 1917 y 1937... pero no inglés. Y que la expresión de la necesidad de que «se» hagan cosas sin señalar quién debe o puede hacerlas (figura L) es completamente diferente en las tres esferas lingüísticas. Y de hecho, es el único conjunto de marcadores que no se dispara simultáneamente en las tres lenguas con el cambio de siglo.

Hay que hacer un aviso importante: los libros no son una muestra del lenguaje social, sino del lenguaje publicado. El matiz es importante porque implica un sesgo de clase, como en todos los productos culturales. Además, la industria editorial es parte de la industria de la opinión, un mecanismo fundamental del capitalismo de estado bajo el que vivimos. Pero aun así, cuando agregamos todos los marcadores para el conjunto de lenguas, el resultado es inapelable: hay una verdadera degeneración del lenguaje en marcha y creciendo aceleradamente.

La sincronización de la gran trituradora

Distorsiones cognitivas en millones de libros en inglés, alemán y español desde 1850. La degeneración del lenguaje refleja la incapacidad del sistema para ofrecer desarrollo humano.

En el gráfico agregado de todos los patrones por lenguas vemos con claridad el efecto de la crisis de los años 90 del siglo XIX, que afectó a los países anglófonos pero también a España, Argentina y México con más fuerza que a Alemania. Es la crisis que acelera el paso a la fase imperialista del capitalismo global, pero que también da pie al reparto colonial de Africa y la bonanza económica en las grandes potencias que llegará hasta la guerra mundial.

Vemos también en español como decae bruscamente la degeneración del lenguaje durante la revolución española y en alemán e inglés como asciende en la guerra y la inmediata postguerra.

Y lo más llamativo, la gran ola de luchas que estalla a principios de los sesenta (huelga minera asturiana), se intensifica y extiende a finales de la década (huelga de masas en Francia) y se prolonga (Polonia, Rusia, Argentina...) hasta mediados de los ochenta (derrota de la huelga minera británica), parece «des-deprimir» a la sociedad o al menos palia significativamente la tendencia general a la degeneración del lenguaje.

Pero a partir de los ochenta, la angustia social reflejada en la degeneración del lenguaje publicado se dispara primero en los países de lengua española e inglesa y, a partir de la crisis de 2008, en los de lengua alemana. La convergencia entre las tres lenguas en 11 de 12 marcadores es llamativamente fuerte.

El lenguaje de una sociedad a la que el capitalismo niega el desarrollo humano

Evolución del PIB de España, Italia y Francia.

El capitalismo entró en su etapa de decadencia histórica con las guerras mundiales. A partir de ahí, su capacidad para generar desarrollo humano es cada vez más conflictiva con su propio sostenimiento, es decir, con las exigencias de la acumulación.

La crisis de la civilización capitalista está presente desde hace un siglo. En el siglo XX se tradujo en dos guerras mundiales, universalización del militarismo, desarrollo totalitario y monstruoso del estado, genocidios organizados industrialmente, orientación armamentista de la ciencia...

Y en este siglo XXI en el que los años de crisis han sido ya más que los de acumulación exitosa, el carácter anti-histórico y anti-humano del sistema no se ve con menos claridad en todos y cada uno de los aspectos de la vida social, desde la gestión del Covid a los caminos del desarrollo tecnológico pasando por las relaciones interpersonales, el cambio climático y su falsa antítesis, el «Pacto Verde» o la desaparición del Arte como forma de comprensión del mundo.

En realidad, la degeneración del lenguaje publicado refleja, con un cierto retardo, lo mismo que la tendencia al alza de los suicidios, la proliferación de crímenes horribles, la violencia sobre parejas y exparejas, la abundancia de crímenes contra la infancia perpetrados por las mismas instituciones o la extensión del pensamiento conspiranoico, anticientífico y reaccionario.

El capitalismo sobrevivió a su primer enfrentamiento global con su contradicción fundamental: la clase trabajadora mundial. Pero no podía hacerlo e ignorar la necesidad histórica que el mismo había impuesto, no podía parar el tiempo. Solo podía mantenerse a costa de las necesidades humanas universales y de la clase que las representaba como sus propios intereses. Y al hacerlo solo podía convertirse en una gran trituradora de carne cada vez más desbocada.

Lo que nos enseña este estudio sobre la proliferación de todos esos patrones de lenguaje patológicos, sobre la degeneración del lenguaje en realidad, es que hasta la lengua publicada, la de la clase dominante, se corrompe en una sociedad a la que el capitalismo niega el desarrollo humano.

Pero también señala algo especialmente importante: cuando las luchas de los trabajadores se afirman con suficiente escala y amplitud global, el ánimo de la sociedad entera cambia, un futuro se vislumbra posible incluso por aquellos con capacidad y acceso a las editoriales y hasta el registro lingüístico, que no es otra cosa que el registro moral de la sociedad, comienza a regenerarse.