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Cumbre del clima

24/09/2019 | Actualidad

La «Cumbre del Clima» de la ONU se presentaba como una jugada magistral del ecoimperialismo europeo. EEUU anunciaría su salida del acuerdo de París, Bolsonaro tendría que dar explicaciones sobre los incencios amazónicos. Mientras, alemanes, franceses y hasta grandes empresarios como Jeff Bezos (Amazon), todos bien arropados por la proyección de una huelga global -que nunca se produjo pero que los medios narraron- presentarían un acuerdo de más de sesenta estados para llegar a las emisiones cero en 2050. ¿Qué podía salir mal?

A fin de cuentas el acuerdo se presentó y se produjo, acompañado de promesas de lo más impresionante de países «sorpresa» como Pakistán, cuyo primer ministro aseguró que plantará 10.000 millones de árboles en los próximos cinco años. Merkel, más verde que nunca, presentó su plan anti-crisis y ganó puntos dentro y fuera de Alemania. El plan, un estímulo económico mayor aun que el que dio respuesta a la recesión en 2009, aumenta gradualmente los precios del combustible para automóviles y grava los viajes aéreos, reduce los impuestos para el viaje en tren, introduce derechos de emisión de carbono para el transporte y ofrece incentivos para la renovación de calderas. Todo muy práctico, todo a pagar por los trabajadores alemanes en sus recorridos cotidianos al tajo o cuando quieran calentar sus casas, y todo contado en modo poco vibrante. A su estilo...

https://www.instagram.com/p/B2wlwspIDOK/

Pero nada que no pudiera aderezarse con una foto en modo «madre de la artista» con la joven Greta Thunberg. Macron, muy serio, había dicho que «nos hace falta una juventud así»... lo cual quedó demostrado poco después.

Miedo y asco en la cruzada de los niños

Seguidoras de Greta esperan su llegada a un meeting en Nueva York.[/caption]

La prensa estadounidense ya venía describiendo el cariz y el ambiente de la «cruzada de los niños» en las vísperas de la llegada de Greta. La Greta neoyorquina, Alexandria Villaseñor y sus compañeras

Villaseñor estuvo agitando esas reivindicaciones toda la mañana: el fin de los combustibles fósiles, una transición completa y equitativa a una economía de energía limpia, y la rendición de cuentas de todos los ejecutivos que trabajan con combustibles fósiles. Se siente enfadada la mayor parte del tiempo, dijo, y «una especie de eco-luto» por todo lo que el mundo está perdiendo.[...]

Una clase de alumnos de sexto grado de Fort Greene estaba entrevistando a otros jóvenes activistas, incluyendo a Avery Tsai, de nueve años de edad, un elemento básico en la escena del activismo climático, que llevaba una corona floral y una capa cubierta de botones.

Es el espíritu de todos los movimientos fanatizantes y puritanos desde la cruzada de los niños medieval a la «revolución cultural» china pasando por los nacionalismos irredentos europeos, los jemeres rojos y el terrorismo suicida. Los sentimientos adolescentes de pérdida -pérdida de la infancia- se canalizan alrededor de una supuesta derrota política anterior que le da sentido colectivo. El amor y la pena por la relación que se pierde con la madre se troca en pasión política por la Virgen, la madre patria, la Umah o la madre tierra. El conjunto hace vivir a los prosélitos en un arrebato místico y moralizante que los convierte en instrumentalizables. El problema es que como la mismísima Juana de Arco, la espiral del relato es difícilmente moderable y acaba irremediablemente en reproche profético.

Y eso fue lo que pasó con el «momento Greta» de la cumbre. La muchacha estaba, como sus compañeras citadas arriba, convencida de que la extinción misma de la especie humana está en marcha. Más allá de la admonición, en un estado de quiebra nerviosa, reclamaba un milagro inmediato: la «devolución» de todo aquello que le había sido «robado». La verdad, para cualquiera con dos dedos de frente, el espectáculo fue indignante. Pero no por lo que Greta decía, sino por la inmoralidad que supone instrumentalizar a una niña hasta mostrar su destrucción nerviosa en público ante el mundo. Obviamente no eran capaces de verlo ni los progres presentes, que la jaleaban, ni el zafio presidente de EEUU, que no perdió oportunidad de reproducir el vídeo con un mensaje irónico.

https://twitter.com/realDonaldTrump/status/1176339522113679360

¿Se está extinguiendo la especie humana?

El peor escenario de los cuatro del IPCC[/caption]

El IPCC, el panel de científicos del grupo intergubernamental de Naciones Unidas, habla de un aumento de las temperaturas globales entre 1,5 y 2 grados de aquí a 2044. En el peor de los cuatro escenarios contemplados por el IPCC, dentro de un siglo la temperatura podría subir como mucho 8 grados. No hace falta discutir lo improbable de las condiciones del escenario, entre ellas la ausencia de cambio tecnológico. Ocho grados, una variación climática a la que nuestros antepasados sobrevivieron con rudimentarias tecnologías basadas en la piedra.

Evolución de los costes económicos globales del cambio climático.[/caption]

No, no vamos a extinguirnos como especie por el cambio climático. Ni siquiera es éso lo que tendría que llamarnos la atención del peor escenario IPCC. Lo realmente terrorífico es que considera que dentro de un siglo el capitalismo seguirá siendo el ‎ modo en que la Humanidad se organice‎. Ese escenario es el verdadero terror. En él, los desastres medioambientales se calculan como «costes de explotación». Pero estos solo son una pequeña parte de los desastres cotidianos que el sistema crea para la Humanidad y en especial para la clase a la que explota. No, no hay que bailar el agua a las campañas «contra la extición», ni a la «cruzada de los niños». Todos estos discursos, al empujar hacia una «unión sagrada climática» con la burguesía para «salvar el planeta», no hacen sino reforzar la causa contra cuyos síntomas dicen luchar.

No es hora de sentimentalismos ni ataques nerviosos. Es hora de enfrentar al capitalismo. Y no se hace con arrebatos proféticos frente a burócratas y políticos, ni con procesiones de flagelantes postulando el «decrecimiento». Se hace luchando como ahora mismo están luchando los trabajadores en Argentina o EEUU.