La crisis del ecologismo

¿Cómo llegó el ecologismo a hacerse ideología de estado?
Durante los últimos años de la década pasada el ecologismo empezó a ser adoptado por las clases dirigentes de Europa y en parte de EEUU, como nueva ideología de estado. La necesidad del capital de acelerar la tranferencia de rentas desde el trabajo que significa el Pacto Verde y la crisis de los aparatos políticos estatales que se generalizaba entonces, les aconsejaron apadrinar-cuando no crear directamente usando la red de escuelas estatales- movimientos como el de Jovenes por el Clima.
La industria de la opinión había tomado como bandera el ecologismo y parecía empeñada, con tenacidad inusual, en darle portadas y minutos de televisión. En el entusiasmo y con el objetivo de generar una sensación de catástrofe y emergencia que hiciera tragable la Unión Sagrada Climática, convirtieron en protagonistas a verdaderas sectas apocalípticas como Extinction Rebellion e ideólogos como Andreas Malm.
No les importaba ni que los propios científicos climáticos advirtieran contra el efecto contraproducente de unos mensajes claramente falsos ni que las supuestas movilizaciones globales arrastraran a menos personas que una huelga local. No iba ni de relatar la realidad ni de alertar sobre el cambio climático, iba de crear un movimiento de encuadramiento masivo que diera base social al Pacto Verde que prometía rejuvenecer al capital de los países más capitalizados.
Mientras tanto, las candidaturas de los Verdes, beneficiarias indirectas de la campaña global, daban respiro tanto en Francia como en Alemania a los partidos de estado en sus rifirafes con las expresiones electorales de la pequeña burguesía.
¿Por qué la guerra de Ucrania pone en crisis el ecologismo en su conjunto?
Detalle de una ilustración de portada de Spiegel sobre los Verdes y su militarismo
Pero los Verdes no sólo suponían una posible renovación de la oferta de los partidos de estado. Como se ha visto en Francia también son el partido europeo más claramente alineado con EEUU y la estrategia imperialista Biden de guerra comercial y tecnológica contra Rusia y China.
En Alemania, donde ocupan entre otras la cartera de exteriores, no sólo son más pro-EEUU que la CDU o el FDP a niveles ridículos -como fichar a ejecutivas estadounidenses del partido demócrata como secretarías de estado alemanas- también son la fuerza política más violentamente militarista y belicista. Tanto que el ya de por sí pro-estadounidense Der Spiegel les recrimina ahora su excesivo entusiasmo belicista -mucho más allá de lo que la burguesía alemana considera que puede hacer sin arruinarse definitivamente- y habla de ellos como los verdes olivo.
Y es que conjugar el sostenimiento de la guerra con Rusia -y por tanto la ruptura con las fuentes de abastecimiento energético asequibles usadas hasta ahora- con un programa verde que incluye cerrar hasta la última de las nucleares inmediatamente, no es nada fácil. Ni siquiera es fácil para el capital alemán, que ya enfrenta suficientes cierres industriales por la subida de costes energéticos como para no inquietarse. Además, ven como las prisas antinucleares verdes erosionan su influencia en los países UE, llamados a supeditar sus consumos energéticos para sostener a la industria alemana. La prensa europea hablaba incluso de ira en los países vecinos.
Pero en realidad, las contradicciones de las clases dirigentes europeas con los Verdes son sólo un síntoma menor de una contradicción mayor: sus contradicciones con el Pacto Verde.
El drama alemán y europeo con el gas, consecuencia previsible de hacer una guerra imperialista de desgaste contra sus propios proveedores, empuja a las potencias europeas a una situación cada vez más incómoda. Y no es sólo que aumenten las emisiones por la vuelta a una vuelta al lignito y el carbón incluso en Alemania.
Por ejemplo, la industria del automóvil, que ve cómo unos desagradecidos EEUU cierran las puertas a sus coches eléctricos empieza a sentirse cada vez más inquieta con la prohibición de vender coches de combustión en 2030 (y de circular con ellos en 2035). Y por si no quedara claro que el Pacto Verde sólo tiene que ver marginalmente con el cambio climático, la solución ofrecida por la Comisión europea no podría ser más contradictoria: mantener las ventas de vehículos de explosión en el exterior.
En ese entorno, el ecologismo alimentado con tanto énfasis hasta hace poco comienza a estar de más para las clases dirigentes europeas. Especialmente tras lo que llaman su radicalización.
¿Hacia dónde ha ido el ecologismo catastrofista al sentirse «desamparado» del estado?
Vandalismo verde y protesta adolescente en Londres
Incluso el movimiento más producido por el estado tiene su propia inercia. Al bajar la presión mediática ya durante la pandemia, sectores de los movimientos apocalípticos y juveniles movilizados en los años anteriores empezaron a tomar nuevas formas. Deep Green Resistence o Lezte Generation pasaron a exigir ser reconocidos y tratados como herederos de Greta Thunberg por los medios. En parte lo están consiguiendo, aunque a costa de realizar acciones con cada vez peor venta al publico bienpensante.
Acercarse al vandalismo un paso más, ha ido parejo a una mayor esquematización del mensaje, un notable ensimismamiento y unos objetivos tácticos francamente absurdos. Según ellos el que no pueda cumplirse ya el objetivo de París -1,5º de subida de temperaturas medias en 2100- es sinónimo de una matanza global que hacen equivalente a la famosa extinción masiva que defiende contra toda evidencia científica Extinction Rebellion. Pero el desarrollo del militarismo y la guerra, que ya es una matanza en marcha y con un horizonte brutal mucho más cerca, no parece incumbirles. Por otro lado dicen querer atención mediática para colocar el tema en la agenda, cuando el cambio climático es un tema omnipresente en los medios.
Pero parece que todo esto podría ser sólo una fase de transición. ¿Hacia dónde? De momento hacia un lenguaje más violento. El último libro de Malm se titula «Cómo volar un oleoducto», los foros de Lazte Generation están salpicados de entusiasmos verbales sobre la necesidad de una RAF ecologista (la RAF, conocida también como banda Waader-Meinhoff fue una organización terrorista financiada por la RDA). El catastrofismo climático no sería el primer ni el último movimiento que escapa de las manos de la clase dirigente y se enquista bajo una forma criminal-militarista.
Y eso es lo que preocupa a la burguesía. Ahora nos recuerdan que ellos sólo habían puesto en marcha una campaña de marketing cutre, que no esperaban que se eternizara por sí mismo un discurso en el que el malo es la especie humana y en cuya utopía última la Humanidad ni existe. Ahora descubren que el discurso apocalíptico y el puritano de la caza de brujas se parecen demasiado como para obviarlo. Y empiezan a escandalizarse por expresiones como «dictadura climática» que crearon ellos mismos y repitieron durante años con gesto impasible como parte del combustible de campaña del Pacto Verde.
Ni unos ni otros pueden ver ni confesar el fundamento material de la impotencia política que despliegan: No es la especie humana la causante del cambio climático, sino el capitalismo y sus clases dirigentes. La amenaza inmediata y constante para la superviviencia especie no es el cambio climático sino un sistema cada vez más antagónico con la vida humana que ahora está definitivamente orientado hacia al desarrollo de la guerra imperialista.
¿Qué va a ser del ecologismo?
- La aceleración del Pacto Verde en mitad de una guerra contra su principal proveedor de energía resulta cada vez más contradictoria para las clases dirigentes europeas.
- El ecologismo político se ha demostrado la expresión de las tendencias más favorables a la aceleración militarista y belicista y el más fiel aliado de de la política de guerra contra Rusia y China del gobierno de EEUU.
- El ecologismo catastrofista, que fue alentado durante la campaña de venta de la «Unión Sagrada Climática» como un fenómeno mediatico global, está cayendo también en desgracia rápidamente en la medida en que los estados se sienten inseguros sobre los plazos y tiempos de implantación del Pacto Verde.
- Desamparados del estado, los movimientos catastrofistas, a pesar de su artificilidad original, tienen su propia inercia... y derivan hacia prácticas y lenguajes cada vez más vacíos, violentos y delirantes que expresan la impotencia política de sus propios fundamentos: culpar a la Humanidad de un desastre capitalista impuesto y usufructuado por sus clases dirigente e invisibilizar la matanza real ya en marcha no sólo por el cambio climático, sino sobre todo mediante la guerra imperialista y el hambre.