COP27

Los medios europeos y estadounidenses insisten en que los resultados de la cumbre COP27 de Sharm el-Sheij, Egipto, no llegan lo suficientemente lejos y no tocan las raíces del problema. Sin embargo, si miramos la prensa de Oriente Medio, incluso la más ligada a EEUU o los medios con foco en África, la lectura es muy diferente.
¿Qué son las COP?
Las COP son conferencias internacionales organizadas por la ONU.
En teoría el objetivo de las COP es hacer balance y coordinar las políticas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de los estados. En realidad se crearon como una herramienta multilateral para que la UE y EEUU bajaran línea a los distintos grupos de países para implementar el Pacto Verde globalmente imponiendo sus ritmos, formas e intereses.
En la práctica, las COP han ido haciendo aguas conforme a EEUU y la UE se les hacía cada vez más difícil imponerse a través de este tipo de organismos garantizando o restringiendo el acceso a capitales y mercados de terceros países. La erosión de los mecanismos de dominación estrictamente económicos, que culmina con el fracaso de las sanciones contra Rusia y el estallido de la guerra en Ucrania, han alejado a las COP de los resultados que el bloque mal llamado occidental pretendía imponer.
En esta última COP en Egipto, coorganizada por Emiratos, por ej, el aspecto mismo del recinto era el de una feria del sector energético, no el de un organismo supuestamente dedicado a enfrentar el cambio climático. Durante las dos semanas que duró se firmaron dos docenas de macro-acuerdos de venta de gas y petróleo y a penas treinta -mucho más pequeños- sobre energías renovables.
¿Qué intereses estaban en juego?
El lema de COP27 fue: «juntos para la implementación»
El Pacto Verde en general sólo se relaciona con el cambio climático desde la retórica de las emisiones, su núcleo es otro. Se trata de transformar los mercados de capitales mediante un cambio tecnológico prácticamente universal que propicie la rápida obsolescencia del capital fijo. Pero no se trata de devaluar el capital sino de todo lo contrario: reiniciar la acumulación con un nuevo brío alimentado por una transferencia masiva de rentas del trabajo al capital cuyos resultados se manifestaron rápidamente en una tendencia a la inflación que la guerra de Ucrania no hizo sino exacerbar.
Un cambio de reglas en el mercado global así de brutal y rápido no puede sino elevar de nivel las contradicciones entre los intereses de los distintos capitales nacionales aunque todos, en principio, acepten el marco general. A fin de cuentas es de las condiciones de acceso a mercados y capitales de lo que estamos hablando, el núcleo mismo de los intereses imperialistas de cada país.
El resultado es una madeja de intereses contradictorios y alianzas puntuales que, conforme la crisis y la guerra se globalizan, hace más difícil que los consensos y acuerdos amplios concreten objetivos comunes. Algunos ejemplos:
- India, que depende del carbón, trató de diluir la presión de las últimas COP hacia la prohibición global de su uso, en un plan a más largo plazo para eliminar todos los combustibles fósiles. Pero como no podía ser de otra manera, la presidencia egipcia omitió su propuesta de las conclusiones. Egipto y sus aliados saudíes y emiratíes estaban en otra: llevar los acuerdos hacia el fomento de fuentes de «bajas de emisiones» para aumentar las ventas de gas natural.
- Los países semicoloniales en general condicionan la transformación de su estructura energética a un cambio de reglas del FMI y el Banco Mundial que les permitan acceder a créditos no sólo para comprar tecnologías y construir centrales, sino para mantener a flote unas industrias que, con la energía más cara, van a perder oportunidad de colocar su producción fuera. Obviamente, EEUU y Europa son renuentes. Una cosa es repartir riesgos vendiendo minicentrales nucleares a Tailandia, por ejemplo, a cuenta de créditos del Banco Mundial. Otra, como pidió en la COP26 de Glasgow la primera ministra de Barbados, otorgar derechos especiales de giro a países en permanente amenaza de tormenta de divisas. En Egipto la propuesta ha reducido objetivos y ahora está respaldada por EEUU y Francia... aunque no emociona ya al llamado G77, el grupo de 77 países semicoloniales encuadrado por China.
- La UE y EEUU quieren cerrar sus mercados a ciertas importaciones, en especial chinas, imponiendo las famosas fronteras de carbono, un arancel especial que según la argumentación oficial no hacen lo suficiente por implementar el Pacto Verde. India, China, Brasil y Sudáfrica condicionan sumarse a las iniciativas de ambos si no se retira su implementación.
- China y EEUU trataron de todas las formas posibles de frenar o escabullir lo que al final ha sido el gran éxito de la Cumbre: crear un fondo que sirva para indemnizar a los países que sufran catástrofes atribuidas al cambio climático. La UE y EEUU tenían como objetivo incluir a China entre los pagadores, China se cubría como parte del G77 como supuesto país en vías de desarrollo, para escapar de ser un contribuyente del fondo. EEUU no quería comprometerse bajo ninguna circunstancia temeroso de que el Senado republicano tirara atrás cualquier ley que articulara los aportes estadounidenses al fondo. Resultado... el fondo se crea finalmente, China zafa y EEUU y la UE, de momento al menos, no pagan. La articulación y composición del fondo queda para más adelante.
¿Qué queda de la COP27?
- La relación entre Pacto Verde y reducción de emisiones para revertir o al menos frenar el Cambio Climático, es cada vez más contradictoria.
- Las posiciones de los distintos países y grupos, «pobres» o «ricos», son cada vez más abiertamente producto de un cálculo sencillo: apoyan lo que les permita colocar y recibir capitales para mantener o mantener el acceso de sus productos a mercados externos, se cierran a todo lo que dificulte sus condiciones para la acumulación. Un verdadero festival imperialista por parte de todos, desde la última isla melanésica a EEUU y China en el que la retórica del cambio climático solo aparece ya como una concesión litúrgica o como un eslogan de márketing.
- En el colmo del cinismo la UE lamenta que no se haya aumentado el «objetivo climático» y que «sólo» se mantenga el objetivo de que las temperaturas medias suban 1,5º en 2030... Pero la realidad es que las emisiones de CO2 continúan aumentando y no hay ningún signo cambio de tendencia. Con los datos de hoy, las emisiones deberían reducirse casi a la mitad antes de 2030 para alcanzar llegar a los 1,5º del Acuerdo de París en 2050.