¿Contra quién dispara Corea?
Corea del Norte no deja de lanzar proyectiles, ahora son misiles balísticos (450km) y cohetes. En Corea del Sur, aunque ayer mismo hubo mínimas señales de distensión, están en el medio de su propia guerra comercial con Japón. Para rematar, en el último mes ambas coreas han tenido roces militares con Rusia. Trump dice que no hay problema, que son «very standard». Pero ¿cómo va a estar todo bien cuando la situación es tan volatil y las alianzas tan frágiles que Kim tiene que explicar tras cada lanzamiento a quién pretende amenazar?
Para empezar lo más obvio: con los nuevos cohetes que puede lanzar desde camiones, la nueva base de Pyeongtaek, construida para salir del alcance de la artillería pesada convencional norcoreana, vuelve a estar en linea de fuego en caso de hostilidades. También el sistema antimisiles que EEUU colocó en Geongju, a 110 kilómetros al sur de Seúl. Kim insiste en que se trata de una «modernización de su artillería», en realidad lo que está diciendo es que en caso de hostilidades «controladas» con Corea del Sur lanzará cohetes y no misiles balísticos, que EEUU podría confundir con un ataque nuclear. Las armas que está probando intentan establecer la posibilidad de una guerra no nuclear entre las dos coreas.
Pero hay un elemento inquietante más: los lanzamientos fueron una demostración de todo lo que un misil ha de tener estos días para tener opciones contra los sistemas integrados que combinan F35, satélites y redes antimisiles. Vuelos bajos, lanzamientos en bandeja y sobre todo trayectorias impredecibles con abruptas caídas a motor parado sobre los objetivos reales. Una tecnología que solo Rusia había sido capaz hasta ahora de desarrollar (los famosos «Iskander») y que al final nadie sabe si Putin cedió a Kim o si Kim la robó en uno de sus ciber-ataques a astilleros militares rusos. A estas alturas, parece que el siguiente movimiento que teme la inteligencia militar norteamericana es un desarrollo coreano equivalente a los S400 rusos, a día de hoy el único arma que puede derribar un F35. Si han conseguido robar la tecnología de los originales significa una cosa, si Rusia la ha cedido, otra muy distinta.
A todo esto, EEUU ha prometido desplegar nuevos misiles en la región para proteger a Japón y Corea del Sur... de China, que no quiere adherir al recientemente fenecido tratado de misiles balísticos (INF), recientemente denunciado por EEUU. Para China representa una línea roja. Se mantuvo cauta cuando EEUU construyó su nueva base en Corea del Sur y la equipó con sistemas antimisiles integrados que les permitían, de paso, monitorizar China. En aquel momento las represalias fueron discretas y económicas -entre ellas un boicot al turismo. Ahora podría llegar más lejos.
En esas, el presidente de Corea del Sur, cada vez más enfrascado en la guerra comercial con Japón, declara que la ventaja de Japón -un mercado interno casi cuatro veces mayor- se paliaría si Corea del Norte aceptara crear algo parecido a un mercado único con el Sur, remachando que la condición para una «economía de paz» es estar juntos bajo la sombrilla estadounidense. Dicho de otra manera: el juego surcoreano convierte cualquier avance en la península es una amenaza directa y simultánea a Pekín y Tokio... y por ende a Moscú, que siente la política nacionalista y expansionista de la izquierda coreana sobre Japón y China como una amenaza directa. Resultado: patrullas conjuntas chino-rusas sobre y dentro de las fronteras de Corea. Y un cabo suelto: ¿por qué China es tan cautelosa a pesar de todo en sus represalias a Corea del Sur? Porque no deja de tener la esperanza de que a la hora de la verdad una guerra contra Japón -para la que no deja de prepararse- unificaría al continente alrededor suya dejando fuera de lugar a EEUU.
Conclusiones
Desde hace casi setenta años, Corea es uno de los nudos imposibles del imperialismo en Asia. Entonces se trataban de vestir el conflicto de «choque de sistemas». Hoy esa dimensión ha desaparecido y solo queda el más crudo y brutal de los nacionalismos para mantener el espíritu de movilización permanente hacia la guerra. Todos sabemos lo que significaría la «economía de paz» que propone Moon en la península coreana: acceso a mano de obra semi-esclava por la burguesía del Sur, acceso al capital financiero para la del Norte, un paso adelante hacia la guerra para ambas. Pero no solo el tablero coreano es imposible, es parte de un tablero mayor en el que Indochina, Filipinas, Indonesia, Australia... forman un dominó que podría extenderse hasta India y Pakistán. Porque las tensiones asiáticas son las tensiones del mundo capitalista todo. No hay naciones al margen del imperialismo. El imperialismo no es una política, es un estadio del capital mundial que condiciona todas y cada una de sus partes. Cada día que pasa, con la crisis cada vez presente, se multiplican las posibilidades de que estalle. Solo hay una manera de escapar. Y está en nuestras manos.