Chile y la «transversalidad»
La impresionante manifestación del viernes en Santiago marca el momento álgido de la movilización... y el punto de inflexión previo a su «recuperación» por la burguesía chilena.
https://youtu.be/\_CajAe\_qIWE
Las imágenes, tomadas desde miles de móviles, eran sin duda impactantes. Después del inicial traspiés y la respuesta altiva, la burguesía y el estado chileno habían admitido con claridad qué se encontraban:
- La quiebra del «modelo exportador» -el capitalismo semicolonial- en todo el continente
- La emergencia de reivindicaciones netamente de clase bajo la costra del descontento general y el liderazgo original de la pequeña burguesía
Reflejos rápidos: ceder antes de que la situación «se complicara aun más». Piñera y la clase dirigente casi a bloque tomaban conscientemente el molde de la respuesta de Macron ante los chalecos amarillos.
La batalla de la «transversalidad»
Pero en Chile, las reivindicaciones de clase habían tomado primera línea antes y con más vigor que en Francia. La pequeña burguesía había respondido casi automáticamente afirmando la «transversalidad» a la que tenía oportunidad. Transversalidad quería decir, como apuntaba una manifestante en Plaza Italia a la televisión española que «no es solo una clase de la sociedad chilena». La propia burguesía tomó desde el primer momento la palabra para apuntarse al «cambio» de salarios mínimos y fue subiendo el tono poniéndose en primera fila.
Conforme el discurso mediático se sintonizaba y afinaba, recalcaba con más y más interés la participación en las movilizaciones de jóvenes de la alta burguesía santiaguina, diciéndonos que eran necesarios para que gobiernos como el del Presidente Sebastián Piñera, «que es más representativo de esos sectores, se termine dando cuenta que esto no es una lucha de clases, sino un reclamo transversal de la sociedad». El viernes, en el colmo de la autoparodia, hasta el director de la empresa del metro publicaba en twitter una foto de su hija en las movilizaciones burlándose de sus declaraciones iniciales pronosticando el fracaso de las movilizaciones estudiantiles.
https://twitter.com/ClementePerezE/status/1187814225957261312
Y si quedaban dudas, hasta el presidente Piñera saludaba la manifestación del viernes con una sonrisa y los «brazos abiertos» como si de un «renacer nacional» se tratara.
https://twitter.com/sebastianpinera/status/1187887888069025794
El significado de la «transversalidad» quedaba claro: anegar en interclasismo la movilización y revertir el curso de lo popular (pequeña burguesía dirigiendo al proletariado) a lo clasista (proletariado dirigiendo la movilización social) en curso de lo popular a lo nacional. El cambio de rumbo se simbolizaba en el anuncio de un «amplio» cambio de gobierno, la retirada del ejército de las calles y un llamado general a «la conversación», seguramente tomando formas macronitas. Y mientras tanto, se aumentaban las contribuciones sociales, se preparaba un simbólico impuesto al 1% más rico y se aceptaba a discusión la propuesta del PCCh de reducción de jornada a 40 horas semales.
Es decir, Piñera sigue el guión Macron casi al pie de la letra, adaptándolo a los temas chilenos. Así que ya sabemos cómo acaba: rentas relajantes para la pequeña burguesía y un llamado a toda la sociedad a... que los trabajadores trabajen más por menos.