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«Chalecos amarillos» 4º acto

08/12/2018 | Francia

París ha despertado en tensión, bajo un verdadero estado de sitio que viene precedido de una escalada represiva durante toda la semana pasada y el despliegue de decenas de miles de policías en todo el país.

Hasta ahora el gran triunfo del movimiento ha sido el retraso del fin de la subida de carburantes hasta la primavera y la reclusión de un Macron en pánico al que la burguesía ya da por amortizado en todos lados salvo, quizás, en Alemania, donde se dan cuenta de hasta qué punto los «chalecos amarillos» pueden suponer algo más que un palo en la rueda para su retomado proyecto imperialista en Europa.

Los avances se han expresado en las encuestas en una aprobación social masiva del movimiento... y en el deseo del 78% de los franceses de ir «más allá» de las concesiones ya obtenidas. Un ambiente que ha expandido la movilización arrastrando por ejemplo a los estudiantes no universitarios.

El movimiento sigue respondiendo a su origen interclasista y a la dirección de la pequeña burguesía: banderas nacionales, reivindicaciones utópicas y confusas, afirmación de todo tipo de particularismos... Y sin embargo, el contenido y las tendencias de clase ha crecido a ojos vista durante la última semana. Este elemento creciente, como no podía ser de otra manera, ha multiplicado los roces y choques entre los trabajadores y unos sindicatos a la contra que se postulan impúdicamente como lo que son: policías especializados en el control de la fuerza de trabajo. Como resultado de esta presión todavía amorfa pero creciente de clase, el foco programático del movimiento como un todo está cada vez más en los salarios y las pensiones.

Pero como vimos ya en Túnez e Irán hace un año el ‎consciencia de  contenido de clase‎ no puede desarrollarse en el espacio amorfo de «las redes», ni conquistar las calles con un programa que realmente pueda avanzar si antes no ha aparecido la auto-organización de los trabajadores como tal. Esa es la lección que hemos de aplicar de la experiencia persa: el salto cualitativo se produce cuando aparecen asambleas en los centros de trabajo que se abren a toda la población. Ése ha de ser el objetivo principal ahora: pasar de la nube virtual a la materialidad de las asambleas para luego abrir las asambleas al territorio desde cada foco de lucha. Seguir en el terreno de la movilización «popular» es un callejón sin salida que condena a la frustración y que lleva de cabeza a la violencia sin sentido y a la captura del movimiento por las expresiones más reaccionarias de la pequeña burguesía en revuelta: el lepenismo y el melenchonismo.