Por qué rechaza CEOE el «pacto de rentas»

¿Quién gana y quién pierde con la inflación?
Con los sindicatos reclamando y firmando subidas salariales por debajo de la inflación, la transferencia de rentas se está acelerando. Se «perdieron» 110.000 millones de euros de salarios y de ahorros en el último año, que en su gran mayoría, como se vio desde un principio, son de trabajadores.
En el segundo trimestre los costes laborales unitarios crecieron un 0,3%, muy por debajo de la subida general de precios y aún más de la de los alimentos. Sin embargo, el equivalente en términos de capital, el excedente bruto de explotación, creció un 6,1%.
El mejor de los mundos para las inversiones, el nuevo modelo productivo implantado por el sanchismo marcha a pleno rendimiento y generando competitividad: los costes laborales crecen muy por debajo de la media UE mientras el excedente de explotación lo hace por encima. La transferencia de rentas del trabajo al capital es rápida y contundente.
Y sin embargo... la CEOE no quiere un pacto de rentas que consolide pero congele lo perdido por los trabajadores y ganado en rentabilidad por capital. ¿Exceso de confianza en la tarea de los sindicatos? ¿Pantomima cara a la negociación de los convenios? Hay algo más.
¿Por qué la CEOE no quiere un Pacto de rentas?
La verdad es que el nuevo modelo productivo impuesto por el sanchismo ha comenzado por recapitalizar a los campeones nacionales y en especial al sector eléctrico, la verdadera reserva del capital nacional -que no es ni mucho menos todo el capital- desde hace más de un siglo.
El reflejo en los márgenes empresariales, como podemos ver en el gráfico de arriba, muestra esto muy bien: las grandes eléctricas y petroleras hacen el agosto. La banca también. Y en el resto de sectores, va en función de su nivel de capitalización.
No hay crisis inflacionaria que no vaya acompañada también de una concentración de capital. Los pequeños industriales se ven faltos de «pulmón financiero» y no tienen el control de costes de proveedores ni la fidelización de masas de clientes que poseen sus rivales más capitalizados. Sus márgenes, ya de por sí menores y pendientes siempre de mantener la mano de obra pagada al mínimo posible, se tambalean. Comienza la gran siega de pequeña burguesía durante toda crisis.
Y eso es lo que ve venir la CEOE: si los convenios igualan, a través de un «Pacto de Rentas» las condiciones de competencia entre las grandes y medianas empresas por un lado y las pequeñas por otro, buena parte de éstas desaparecerán. Por eso, como recoge El País, aceptan congelar los salarios reales en las empresas que vieron crecer sus márgenes, pero no quieren hacerlo general.
Hasta el momento, la negativa de los empresarios a suscribir un nuevo AENC —una hoja de recomendaciones que históricamente ha venido tutelando la negociación colectiva a pesar de no resultar de obligado cumplimiento— se sostenía sobre el rechazo de las cláusulas de revisión salarial.
Esto es, a que al final de cada ejercicio y de los tres años sobre los que se proyectaría el nuevo pacto (2022, 2023 y 2024) se revisen los porcentajes de subidas de acuerdo con la inflación. Y la inclusión de estas salvaguardas salariales es imprescindible para los sindicatos, puesto que consideran que sin ellas no se garantiza que los trabajadores no pierdan poder adquisitivo al final del trienio.
Los porcentajes de incrementos que proponen las centrales (y que no chirrían a los empresarios) son del 3,5% para 2022, del 2,5% en 2023 y del 2% en 2024. En lo que va de año, los salarios de convenio han crecido de media un 2,6%.
Es decir, la CEOE cree que incluso dando por perdido todo lo perdido hasta ahora, y garantizando los sindicatos que no vamos a recuperar nada de lo perdido en poder de compra durante en los próximos tres años... miles de empresas, en su mayoría las menos capitalizadas, desaparecerían o serían vendidas a sus rivales para evitar la quiebra.
¿Lleva razón la CEOE?
Es cierto que una parte de la pequeña burguesía industrial y comercial va a sufrir. Está sufriendo ya. Y algunos, tal vez miles en un conjunto de dos millones de PYMEs, tendrán que vender o cerrar sus negocios.
La cuestión es que la pequeña burguesía está presionando dentro de la propia CEOE. Unos para sobrevivir, seguramente lo menos. Otros para mantenerse e incluso para participar de la fiesta en la que están el capital financiero y las grandes empresas energéticas.
Pero a diferencia de las grandes empresas no tienen poder de fijación de precios, así que necesitan bajar salarios en relación a lo que pueden subir unos precios que les vienen dados por los proveedores. Es decir, aumentar márgenes a costa no del poder de compra de los salarios de los trabajadores en general -como hacen las grandes empresas monopolísticas- sino a costa de sus propios trabajadores.
El nudo gordiano es un cálculo contable donde una parte exige a los trabajadores apretarse el cinturón hasta el penúltimo agujero y la otra hasta el último.
Tal como estamos en este momento, tanto el estado como el capital tienen que hacer sus apuestas.
Si los trabajadores siguen sin dar respuesta, acogotados por unos sindicatos que reivindican como programa de máximos simplemente que no perdamos más de lo perdido hasta ahora, los resultados son previsibles:
- Una ampliación de la grieta de ingresos respecto a la pequeña burguesía y lo que es peor, entre los trabajadores de empresas más y menos capitalizadas; estas últimas cada vez más afianzadas en ampliar la pobreza laboral.
- Una pérdida general de poder de compra: los trabajadores de empresas más capitalizadas o boyantes, con más capacidad para subir márgenes se quedarán como están ahora, sin recuperar nada de lo ya perdido, los demás perderán en distinto grado. En lo que va de año los salarios de convenio han crecido de media un 2,6%, de ahí al 10% de inflación va un buen mordisco sobre nuestras condiciones de vida.
Todos estos retrocesos, todos estos ataques contra nuestras condiciones básicas y nuestra capacidad de consumo son acumulativas. Sus efectos no se suman simplemente. Se multiplican destrozando vidas y llevándose por delante a muchos trabajadores como una bola de nieve que se alimenta de lo mismo que destruye. Cuanto más la dejemos avanzar, peor. Es hora de levantar cabeza.
- Las víctimas principales de bombardeos y sanciones son los trabajadores de ambos lados del frente
- La guerra expresa el antagonismo creciente entre el capitalismo y la vida humana
- En todos los países el enemigo está dentro del propio país, llamando a sacrificios y a supeditar las necesidades humanas universales al beneficio de las empresas y las inversiones
- En cada huelga, en cada reunión, en cada empresa y en cada barrio hagamos visible el militarismo y la guerra y organicémonos como trabajadores contra ellos