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Carne y lácteos nuevos productos de lujo del Pacto Verde

21/05/2021 | UE

El superministro italiano para el cambio climático empezó su mandato cargando contra el consumo de carne y lácteos; el gobierno español en su plan 2050, presentado ayer, hace suyos los planteamientos de Greenpeace y se propone reducir a la mitad el consumo a base de subir precios; en Alemania acabar con la carne barata es uno de los mascarones de proa del partido Verde que probablemente encabece el próximo gobierno. Carne, lácteos y otros alimentos con proteínas de alta calidad llevan todo el camino de convertirse en productos de lujo. Con el Pacto Verde la dieta de la clase trabajadora vuelve a ser terreno de lucha de clases.

Argumentos tramposos

Los cálculos de emisiones asociadas a carne y lácteos olvidan siempre el efecto de las dietas. Solo con añadir complementos de algas al pienso vacuno, las emisiones se reducirían en un 82%

La plantilla argumental utilizada por los gobiernos europeos para hacer inasequible el consumo de carne y lácteos, o lo que es lo mismo, de proteínas de alta calidad, a las rentas medias y bajas es siempre el mismo. En primer lugar se toman los peores escenarios posibles de cambio climático, se exageran y se dan por ciertos ignorando el contexto de las proyecciones.

La España de 2050 será mucho más cálida, seca e imprevisible que la de hoy. Las temperaturas medias aumentarán, especialmente en el interior peninsular y el arco mediterráneo. Madrid tendrá un clima similar al que actualmente tiene Marrakech y el de Barcelona se parecerá mucho al de Túnez

Estrategia España 2050

En segundo lugar, se recuerda que la ganadería, en general y en el conjunto del mundo, representa un 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero, olvidando que no toda la ganadería es igual, que no toda produce la misma polución y sobre todo... que ni siempre la ha producido ni tendría por qué producirla.

De hecho, la FAO afirma que las emisiones pueden recortarse en todas las especies significativamente. Y por ejemplo, sabemos que solo con incorporar algas al forraje del ganado se eliminarían hasta un 82% de las emisiones de metano, las más importantes producidas por el ganado vacuno.

Finalmente, tras invisibilizar la principal causa -las dietas del ganado- se da por única alternativa a la ganadería industrial intensiva low cost, la ganadería extensiva artesana y se fija un horizonte en el que solo esta debería existir. Resultado: carne y lácteos, desde el chuletón hasta el café con leche pasarían antes de 2050 a ser productos de lujo.

La dieta cuestión de clase

Manifestación vegana en Londres. La moral vegetariana y vegana nace con los padres de las primeras teorías morales capitalistas: Bentham y Malthus... y es perfectamente coherente con ella y con el el darwinismo social que le siguió.

A partir de ahí el discurso se hace marcadamente clasista y denigratorio para los trabajadores sin pudor alguno. Para estas cosas la fusión entre el darwinismo social del discurso moral vegano y la identity politics del feminismo es de lo más socorrida. El diario Le Monde nos recordaba por ejemplo que los vegetarianos y veganos tienen un perfil decididamente urbano, femenino y universitario, siendo los omnívoros predominantemente hombres, sobrerrepresentados entre los habitantes de pequeñas localidades o zonas rurales y con título inferior al bachillerato.

En España, el gobierno más progresista de la historia juega la paternalista curil y asegura que cosas como una dieta con carne y lácteos o casas calientes en invierno, no traen la felicidad.

Esta reducción de ciertos consumos no provocará un empeoramiento de las condiciones de vida ni del bienestar de la ciudadanía. De hecho, probablemente ayudará a mejorarlas. Numerosos estudios señalan que el consumo de carne de la población española es entre dos y cinco veces superior al recomendable, que el 55% cambia de móvil cuando el anterior que tenía aún seguía funcionando, y que el consumo de energía es muy superior al necesario. En un plano más amplio, existe literatura que demuestra que un mayor gasto en comida, vivienda, automóviles u otros servicios no guarda una relación directa con un mayor nivel de satisfacción vital.

Estrategia España 2050

El verdadero objetivo debajo de la reducción de los consumos de carne y lácteos

Las granjas intensivas de carne y lácteos cambiaron la alimentación del ganado aumentando las emisiones. Debajo, la  pura lógica del capital.

En nuestros artículos sobre el sector agrario hemos visto cómo la pequeña propiedad agraria supone un freno para la acumulación por su dificultad para absorber capitales al ritmo de la industria o los servicios. Esa dificultad para recapitalizarse constantemente aboca a un mercado intervenido permanentemente y con salarios y condiciones infames de miseria para los jornaleros. De remate, como la capitalización se concentra en la industria agroalimentaria y los servicios asociados (logística, caterings, etc.), el resultado es una degradación masiva y constante de la calidad de la alimentación que llega a producir epidemias por sí misma.

¿La solución del capital? Integrar verticalmente la producción y concentrar la propiedad para poder maquinizar de manera eficiente para las ganancias. La cuestión es cómo afecta eso al sector de carne y lácteos.

La pequeña producción extensiva de carne y lácteos bajo ganadería ecológica, como las postalitas utópicas de agricultura ecológica que venden en el telediario son solo un señuelo. Los dueños de la mayor parte de la producción bio a día de hoy son los grandes propietarios de plásticos en el Sudeste español. Y el ascenso en el último lustro del sector ha sido indistinguible de la entrada de grandes capitales y empresas.

Pero, como cuenta con escaso pudor Greenpeace en su informe, que sirve de guía literal al plan 2050 del gobierno, la ganadería dificulta ese proceso de concentración y capitalización reforzada por el paso a la agricultura ecológica industrial: aumenta la demanda de forrajeras y quita incentivos a la concentración de tierras en manos de grandes empresas. Lo mismo cabe decir con la ganadería industrial normal, la inmensa mayoría del sector quitando una megagranja en funcionamiento y otra en planificación. Como dice la multinacional holandesa del ecologismo: menos ganadería, más tierras. Si para ello carne y lácteos quedan solo para los ricos, sea.

El nuevo hambre de tierras del capital en Europa se debe a que la rentabilidad de la ganadería extensiva de hoy es baja en relación a la inversión necesaria en compra de tierras. Reducir los precios del suelo -tensionados por otro lado por la especulación en renovables- y sobre todo limitar la competencia, permitirían el cambio de modelo hacia la ganadería extensiva industrial: la mitad de producción, precios más que proporcionalmente altos.

Bajo el discurso verde y la inmoralidad vegana, la rentabilidad del capital

Francia ya ha comenzado la eliminación de carne y lácteos en los menús escolares

Como todo en el Pacto Verde y sus consecuencias no es el cambio tecnológico lo que permite la vuelta a la rentabilidad. Lo que permite que el capital pueda colocarse en grandes masas y de modo rentable es un nuevo marco político, subvenciones, monopolios y restricciones legales que aseguran una transferencia masiva de rentas del trabajo al capital. Esa transferencia se produce por una mezcla de subidas de precios e impuestos en un primer movimiento y vía paro y consecuente presión sobre salarios en un segundo.

La estrategia de recuperación de beneficios para el capital conocida como Pacto Verde llega al extremo de dejar fuera de las posibilidades de consumo de los trabajadores el consumo regular de carne y lácteos, casi las únicas fuentes de proteínas de alta calidad. La pauperización en marcha de la clase trabajadora llega a la dieta.