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Capital financiero y capital industrial un matrimonio muy dinamico

12/05/2018 | Historia

Cuando hablamos de «capitalismo» nos referimos a un modo de organización social y productiva muy reciente organizado por la burguesía, sin embargo, el capital como relación social y proceso existe desde mucho antes. Puesto de la forma mas sencilla, el capital consiste en la siguiente relacion: D -> D’ donde D es una suma inicial de dinero y D’ una suma final mas elevada que la inicial. El capital es dinero que «crece por si mismo».

Una de las formas mas antiguas del capital -y la mas sencilla de comprender- es el capital usurero, los prestamos con interés (como veremos, esta relacion acabara transformándose en capital fianciero). En este caso, alguien que posee capital en forma de dinero D lo presta a otra persona que lo pagara de vuelta con un incremento en forma de interés (D’). Por su parte, el capital industrial tambien «crece por si mismo» desde el punto de vista del capitalista, pero con mas etapas interpuestas entre el dinero inicial y final: D -> M -> D’ donde M es la mercancia producida por la industria y que debe venderse para obtener un incremento de dinero final D’.

Desde el inicio del capitalismo industrial ambos capitales se han necesitado recíprocamente. El capital usurero acoplándose a la producción industrial para beneficiarse del incremento productivo y el capital industrial dependiendo del usurero para obtener liquidez y financiar nuevos proyectos para el desarrollo productivo. Sin embargo, esta relación aparentemente sencilla se ira entrelazando y complicando a lo largo del desarrollo del capitalismo y sus fases.

La metamorfosis histórica del capital financiero

Como describe Marx en «La lucha de Clases en Francia», los capitalistas financieros y industriales franceses estaban inicialmente divididos en bandos enfrentados durante la Restauración francesa, con la aristocracia financiera cercana al estado controlando los prestamos, con tasas de usura, al creciente capitalismo industrial y al estado. Esta situación continuara durante el Segundo Imperio con Napoleón III abusando de prestamos para financiar su aventurismo político.

Sin embargo, un nuevo proceso se esta desarrollando dentro de la propia esfera de la producción industrial, los capitalistas industriales empiezan a intercambiar «credito industrial» entre ellos independientemente de la aristocracia usurera. Este proceso se desarrolla durante la segunda mitad del siglo XIX con el capitalismo industrial en plena expansión, es la era de la acumulación de grandes fortunas monetarias por parte de algunos industriales y la creación de bancos para facilitar la inversión de cantidades cada vez mayores de capital para los nuevos proyectos industriales a gran escala,

Sin embargo, a partir de los años noventa del siglo XIX, la tasa de ganancia del capitalismo industrial empieza a tocar fondo y las crisis a gran escala acechan. El capitalismo ha cambiado desde la libre competencia de la década de los cincuenta, la acumulación ha creado grandes empresas y bancos que necesitan captar cantidades ingentes de dinero para invertir. Paralela a esta transformación ocurre otra en el modo de administración y propiedad de las empresas capitalistas. Para financiarse, la propiedad de las empresas se divide en cantidad de acciones que se intercambian y circulan en bolsa. Esto permite teóricamente que gran cantidad de accionistas potenciales puedan invertir para captar mejor la liquidez que empieza a faltar en la economía. Sin embargo y debido a la acumulación capitalista, lo que acaba pasando es que los accionistas de las empresas mas grandes acaban comprando la mayoría de las acciones de otras empresas mas pequeñas, lo que lleva a fusiones cada vez mas grandes entre trusts y bancos que se vuelven enormes y dominan política y mercado. Ha llegado la era del imperialismo: incapaz de encontrar nuevos mercados no capitalistas que parasitar, ni concentrando el cada vez mas escaso capital circulante en pocas manos se consigue evitar el primer gran desastre financiero en 1895-96. La última gran expansión del mercado mundial, la africana, tendrá corto vuelo.

Ya en el nuevo siglo, la crisis financiera y productiva conllevara una cascada de guerra comercial que acaba en una brutal guerra mundial. La oleada revolucionaria mundial que comienza en Rusia, detiene la guerra, pero no consiguen derrotar finalmente el capitalismo. El ciclo de acumulación se retoma, la concentración prosigue ahora con la participación del estado. La organización del capital muta adoptando lo que durante la guerra había sido una concentración «in extremis» para reducir los costes de la anarquía capitalista. Estamos ya en el «capitalismo de estado», con toda la maquinaria estatal articulando y forzando a las distintas fracciones del poder, ya muy concentrado en monopolios y bancos, a someterse a los intereses generales de la acumulación. La tendencia se multiplica cuando en 1929 se llega a una nueva crisis aun más destructiva. Vuelve la guerra comercial y, sobre la derrota de los trabajadores, el capitalismo marcha de nuevo a una guerra mundial todavía más destructiva. La reconstrucción, destrucción de competidores y de capital fijo que trajeron crisis y guerra conseguirán relanzar el capitalismo industrial durante la posguerra. Se presenta un nuevo modelo «racional», «keynesiano», que teóricamente debe solucionar los problemas previos del capitalismo pre-1929. El capitalismo de estado ofrecerá regulación financiera, monetaria y un ajuste del salario a la productividad como «pacto entre trabajadores y capitalistas» que supuestamente habría de ser capaz de resolver los fallos de la máquina económica.

La tasa de ganancia vuelve a tocar suelo al final de los años setenta. La respuesta a esta crisis aun marca el estado del capitalismo hoy en día.

Crisis capitalista prolongada y nueva transformacion de la relacion industria/finanzas

En Estados Unidos se empieza a transformar el sistema financiero y su relación con el capital productivo en los años setenta y ochenta. Donde a principios del siglo XX había bancos salidos del capitalismo pujante del siglo XIX ahora se sustituyen por los fondos de pensiones privados. Esta enorme cantidad de capital, originalmente parte del famoso «pacto entre trabajadores y capitalistas» y luego privatizada, se encuentra como activos en la bolsa y puede ser usada para reinvertir en la industria productiva por parte de los inversores privados. ¿Quiénes son estos inversores privados? En gran parte se trata otra vez de enormes conglomerados formados por fusiones entre grandes empresas, muchas de ellas originalmente sin relación alguna con las finanzas. Vemos entre ellos incluso a grandes cadenas de supermercados abriendo secciones financieras.

Estos conglomerados usan sus enormes cantidades de activos y capital para obtener mayores beneficios invirtiendo en otras empresas. En los años ochenta se cambiaron las reglas de la «corporate governance» para que los grandes fondos de inversión pudieran controlar mas directamente la actividad económica de las empresas a las que prestan capital o activos financieros. Se normalizo el «EVA» («Economic Value Added») como criterio, esto asegura un mínimo de beneficios a los inversores a expensas de trabajadores y empresa, tensión en la que siempre pierden los trabajadores que acostumbran a ser despedidos o a ver sus salarios rebajados para que las empresas puedan cumplir con el EVA para los inversores. El sistema será adoptado por Francia y otros a partir de los años noventa.

Todo esto refleja la situación de un capitalismo extenuado donde la tasa de ganancia es tan baja que los conglomerados industriales mas grandes se dedican a la extorsión financiera en lugar de la producción para obtener un incremento de capital cada vez mas reducido. No teniendo donde colocarse en la producción -dado que hay una carencia crónica de demanda efectiva- el capital se dedica a apostar sobre el resultado del sector productivo por encima incluso de lo que este sector «vale»: este capital ficticio -que en vez de invertirse «apuesta» a través de la especulación- es ya hoy tres veces mayor que el capital empleado en la producción. Incluso el «casino» se queda pequeño y, para mantener el capital financiero vivo, se emiten activos financieros que hipotecan la producción futura... cada vez mas lejos en el tiempo. Hasta qué punto el futuro en el que se cifran es insostenible para el capital se materializa en que la tasa de ganancia a tan largo plazo ¡es prácticamente nula!

Cuando quede clara la insolvencia de la enorme masa de ‎capital ficticio‎ en activos financieros, el sistema financiero estará, de nuevo, en serio peligro de hundimiento…