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El «cambio de modelo productivo» y los trabajadores

06/07/2022 | España
El «cambio de modelo productivo» y los trabajadores

Para sorpresa de propios y extraños, el gobierno Sánchez pasará a la historia como el artífice del «cambio de modelo productivo» que la burguesía española había perseguido durante décadas. Cabalgando entre el Pacto Verde y la Economía de guerra, está teniendo lugar una rápida y amplia recapitalización del núcleo del capital nacional al mismo tiempo que la Reforma laboral acelera la conversión del país en un entorno de bajos salarios. El capital español bajo la batuta de Nadia Calviño y Yolanda Díaz se prepara así para colocarse con ventaja en la nueva División Internacional del Trabajo en un nuevo mundo de bloques. El cambio está siendo y será aún más dramático para los trabajadores.

«Cambio de modelo productivo»: la gran jugada del capital español

1. Renovar el capital fijo y recapitalizar los «campeones nacionales» alrededor del Pacto Verde

Los datos publicados por BBVA son contundentes: aún antes de la entrada de los fondos UE, el capital se está recomponiendo, concentrando y recapitalizando a las empresas clave a velocidad récord en torno a los tres ejes marcados por la UE: digitalización, transición ecológica y, en menor medida, tomando posiciones ante la privatización de servicios sanitarios y para-sanitarios (los famosos cuidados).

Por el momento, buena parte del esfuerzo de acumulación de capital se está concentrando en maquinaria, y no en inmuebles o edificaciones. La maquinaria refleja la necesidad de las empresas por ser más competitivas, por automatizar y digitalizar procesos o de aprovechar trabajadores con elevada cualificación. (...) Las empresas parecen estar apostando por la transición hacia la dependencia de energías renovables, la digitalización y el cuidado de la salud de las personas.

Un verdadero despegue de la inversión que sobrepasa ya ampliamente los niveles de 2019 «sin que se esté observando todavía el impacto de la ejecución de los fondos NGEU».

2. Ajuste a la baja de los salarios

La Reforma Laboral consolida sus resultados. Ahora entre fijos discontinuos y contratados a tiempo parcial suman ya el 60% de los contratos indefinidos. Pero, la gran novedad no es la ilusión estadística de que baje la temporalidad medida a base de declarar a los temporales fijos discontinuos, una ilusión desmentida por una rotatividad que sigue a tope (18 contratos de trabajo por cada nuevo puesto de trabajo creado o recuperado).

La tendencia hacia la concentración de los salarios de los trabajadores alrededor del salario mínimo, acelerada por la combinación de despido barato y subida del SMI, se ha acelerado aún más con la reforma laboral y sus consecuencias.

Además según publican los datos de Seguridad Social, el nuevo empleo se desplaza a los sectores de salarios más bajos: el 64,8% de los nuevos contratados estaban en hostelería, que suma ya el 9,6% del empleo total.

Sumemos bajada del salario y reducción de horas y entenderemos el dato más chocante de la última Encuesta sobre estructura salarial: la remuneración media por trabajador se distancia del salario medio. Es decir, lo que consigue cobrar un trabajador medio español es ya un 44% menos que el salario medio, que incluye los salarios de cuadros y capataces, es decir de la pequeña burguesía corporativa, y de los directivos, contratados a jornada completa.

Es decir, entre que se cobra menos por hora y se reducen las horas de los contratos, los salarios cobrados por los trabajadores están cayendo en picado. Y eso antes de contar la inflación.

Y la inflación cuenta y mucho. Como no podía ser de otra manera, la tendencia que veíamos en los primeros meses de la guerra se ha acentuado: la inflación golpea hasta un 30% más a los trabajadores que al resto de clase sociales.

La capacidad del salario para satisfacer las necesidades básicas decrece en las familias trabajadoras al punto de que la caída del consumo que se espera para el segundo semestre del año se considera la peor amenaza para el PIB. No es casualidad que un 43% de las familias haya modificado o cancelado sus planes de vacaciones este año cuando los productos básicos cuestan entre un 10 y un 25% más.

Y es que aunque la prensa oficial presente la redistribución de rentas como un accidente de la inflación, de accidente nada. Es su esencia. La inflación es la forma que toma una transferencia general de rentas del trabajo al capital cuando ésta se organiza en torno al cambio de tecnologías y materias primas básicas. Era la consecuencia inevitable del Pacto Verde y no podía sino agravarse con la guerra ucraniana.

Al final de este viaje el resultado que se está perfilando es una caída del salario real de los trabajadores de alrededor del 20% o más, un reacomodo al alza de la pequeña burguesía corporativa dentro de las grandes empresas... y un aumento notable del porcentaje que las rentas de capital se llevan de la producción total.

3. Re-equilibrar el crecimiento

Pero después de los miedos iniciales a que la inflación «se les fuera de las manos», el gobierno cree que podrá compensar la caída del consumo con la subida de la inversión de modo que el PIB siga mostrando el buen crecimiento de la acumulación de capital.

Es el mejor de los mundos posibles para las clases dirigentes españolas: un gobierno de coalición de la izquierda aparantemente sólo cuestionado desde la derecha, bajando espectacularmente los salarios y mostrando buenos datos económicos mientras hace gala de «preocupación social».

De hecho, si sale como esperan, aun tendrían margen para más...

4. Ganar margen de maniobra para empezar una nueva «austeridad»

Pedro Sánchez

Porque la llegada de los fondos europeos, que incrementará la inversión aún más permite rebajar el gasto público sin que el impacto en las cuentas nacionales sea dramático. El argumentario, las palancas y hasta las medidas concretas llevan tiempo listas. Sólo faltaba la «oportunidad». Y parece estar llegando justo a tiempo para que el gobierno pueda intentar mantenerse sin convocar elecciones, más de lo que el ciclo político parecería indicar.

De hecho, algunos adelantos están ya en marcha: desde el gasto en dependencia a la Sanidad, las administraciones están reduciendo gastos. Pero es sólo la antesala de lo que parece que podría ser un nuevo «recorte», equivalente al del gobierno Rajoy, de los gastos generales de explotación de la mano de obra.

Los trabajadores y el sanchismo

Cola frente al banco de alimentos

El panorama resultante es tremendamente coherente y representa en lo esencial el «cambio de modelo productivo» que la burguesía española lleva décadas reclamando. Un verdadero reseteo de la acumulación que, gracias a una transferencia masiva de rentas del trabajo, está recapitalizando a marchas forzadas a las empresas capaces de recibir inversiones de cierta escala. Todo acompañado de una nueva bajada sustancial de los costes totales de la mano de obra y las rentas salariales.

Empresas con mucho capital y salarios relativamente bajos para el mercado europeo es la fórmula con la que venían pensando enfrentar la crisis interminable que arrancó a finales de los 2.000. Ahora, la realidad en la que confían para insertarse en la división del trabajo dentro del bloque euro-estadounidense.

Para los trabajadores españoles, el legado del gobierno de Sánchez y Díaz supone un paso más hacia la igualación de sus condiciones con las de los trabajadores de los países semicoloniales. Una nueva caída del consumo sin posibilidad de recuperación dentro del sistema, cuyas consecuencias últimas en términos de acceso a la satisfacción de necesidades básicas, desde la alimentación a la cultura pasando por la vivienda, se irán desplegando a lo largo de los próximos años.