La brecha de clase se abre en la escuela
El panorama de la educación básica y media en el mundo es cada vez más desolador. El aprendizaje de la lectura, la escritura y las herramientas matemáticas básicas se está convirtiendo cada vez más en una brecha de clase que niega el desarrollo a millones de niños. Mientras, los estados, lastrados por sus propias urgencias ideológicas, son incapaces de paliar el problema y sus «soluciones» agravan el clasismo general de la arquitectura del sistema de enseñanza.
El ensanchamiento de la brecha de clase en la escuela ha sido elegido como tema hoy por los lectores del canal Communia en Telegram
Matemáticas: No es «brecha de género» es brecha de clase
La última reforma de los liceos franceses cambió la curricula y dejó las Matemáticas como una especialidad. Después de la secundaria obligatoria ya no es una asignatura obligatoria, las optativas que quedan son de nivel alto, asignaturas «hueso» que sólo los alumnos más vocacionales se atreven a tomar. Así que el número de horas de clase dedicadas a la formación matemática básica se redujo inmediatamente en un 20%.
¿Cómo lo afronta el estado? Preocupándose por la «brecha de género» y planteando posibles reformas desde el impacto por sexos. Es verdad que «el 50% de las chicas optan por dejar matemáticas en las enseñanzas de la especialidad entre primero y último curso frente al 30% de los chicos», pero claramente no es un problema de discriminación sexual a resolver.
El problema es que el propio diseño y el enfoque general de la secundaria llevan a un gran número de estudiantes a intentar escapar de unas asignaturas que generalmente se enseñan deficientemente y empeoran los resultados que les permitirán o no, seguir estudiando. Y el resultado es una brecha de clase que expulsa de los conocimientos técnico-científicos a los estudiantes cuyos padres no pueden pagar clases particulares.
Pero no hace falta una reforma que parece destinada específicamente a mermar el conocimiento de una asignatura concreta para impulsar la descualificación general. Los intentos de «potenciar» otros conocimientos instrumentales como el de la lengua inglesa no tienen mejores resultados.
En España, el tono colonial que la cultura de las clases burguesas ha ido tomando en las últimas décadas se convirtió, al llegar a la escuela en el famoso «modelo bilingüe». La idea original era convertir las escuelas públicas en «colegios internacionales» ingleses. Pequeño detalle: se dejaba de lado que los colegios internacionales de verdad dan clases a chicos cuya lengua materna es el inglés con profesores cuya lengua materna también lo es. Y por si aún hubiera pocas posibilidades de que saliera mal, se equiparon escasamente y se reforzó poco o nada a los profesores.
El resultado es un secreto a voces: el «bilingüismo» no solo es la expresión de un colonialismo patético sino un verdadero desastre educativo del que, a día de hoy, decenas de colegios públicos intentan huir, entre otras cosas porque aumenta la brecha de clase en los resultados educativos entre centros.
Porque lo que tanto el caso francés como el español evidencian es como la descualificación causada por las reformas que se han prodigado en toda Europa durante los últimos años, producen directamente una brecha de clase entre los que tienen la posibilidad de recibir clases particulares y los que no.
El deterioro de las capacidades lectoras básicas y la brecha de clase
Cuando vamos a EEUU el problema es aún más grave. La conceptualización del alumno como un consumidor se une con un nivel de desarrollo cultural extremadamente bajo en una potencia imperialista mundial.
Más de la mitad de la población estadounidense no tiene capacidades lectoras suficientes como para leer un texto escrito para niños de 12 años. El 18% ni siquiera llega a tener capacidades lectoras básicas y no puede comprender una tabla de resultados ni encontrar el «contáctenos» en una web. Huelga decir que aquí se parte ya de una brecha de clase brutal. Las capacidades lectoras no se reparten precisamente de una forma homogénea entre los trabajadores y las clases propietarias.
«soluciones» tecnológicas innecesarias y Sólo había un problema: las habilidades lectoras necesitan también su tiempo y apoyo. Si el gobierno del estado hubiera contratado más profesores todo hubiera sido genial con el nuevo método. Pero no fue así. Y el resultado, reconocido pero menospreciado, fue que aunque la media de comprensión lectora subiera en realidad estaba reflejando una nueva brecha de clase: los niños de hogares con menos ingresos quedaban fuera de juego antes.
Las investigaciones sugieren que alrededor del 40 por ciento de los niños aprenderán a leer sin importar cuán inadecuada sea la instrucción.
¿Qué pasa con el otro 60 por ciento? La falta de instrucción de habilidades puede ser un desastre para ellos, especialmente para los alumnos de familias de bajos ingresos. Cuando los niños de hogares de mayores ingresos tienen dificultades para leer, sus padres a menudo pagan tutorías o una escuela privada especializada. Pero los niños de familias pobres tienden a no tener respaldo si las escuelas no les enseñan a leer palabras.
Hay una manera correcta de enseñar a leer, y Mississippi lo sabe, Emily Handford en New York Times
No es el único caso en el que el solipsismo y la ideología de la pequeña burguesía causan daños masivos al filtrarse en la escuela y aumentan la brecha de clase.
En Argentina, una nueva ideología pedagógica, implantada paulatinamente desde los 80 produce ahora una masa de fracaso escolar en los barrios y aumenta la ya amplia brecha de clase en el país. La razón: hacer abstracción de que los hijos de la clase trabajadora no crecen en un ambiente lector similar al de la pequeña burguesía intelectual.
Se ha abandonado la enseñanza intensiva de la lecto-escritura en los primeros meses de escolaridad. Las consecuencias son dramáticas y se experimentan a lo largo de toda la primaria y secundaria. [...]
Y el nombre y apellido de la causa de la gran tragedia educativa y del fracaso escolar que tenemos en nuestro sistema educativo es «psicogénesis de la escritura». [...] ¿Qué plantea la psicogénesis? Que los niños, así como aprenden por inmersión a hablar, por contacto con otros que hablan, van a aprender a leer y a escribir por inmersión en un medio escrito.
Los costes añadidos del adoctrinamiento estatal
Desde el principio de los sistemas públicos de enseñanza, el estado ha entendido las escuelas e institutos como herramientas de adoctrinamiento para «crear ciudadanos», es decir para inculcar nacionalismo y los elementos centrales de la ideología de estado en cada momento. Y no ha cambiado.
En España el estado ha reformado el curriculum de la asignatura de Filosofía para que sirva para inculturar el «pensamiento feminista» bajo la falsa afirmación de que feminismo significa defensa de la igualdad entre varones y mujeres. Todavía está por ver el resultado de la inserción de dosis extra de identitarismo en la pubertad y adolescencia, pero lo que es seguro es que no liberará a los estudiantes de una ideología que les adjudica diferencias esenciales, simplemente le dará distintos parámetros.
En Francia, Alemania, Dinamarca, Suecia y otros países del Norte de la UE, la inclusión de actividades escolares contra el cambio climático sirvió para crear los «viernes por el futuro», la figura de Greta Thunberg y unas inexistentes «huelgas por el clima».
Los estados no dudaron entonces en instrumentalizar la escuela para crear la apariencia mediática de que existía una gran movilización a favor de la aceleración del Pacto Verde. Lo hacían a costa no sólo de recursos y horas lectivas útiles, sino de la salud mental de los niños. Por eso produjo en ellos una «angustia climática» generalizada que es en todo similar a las angustias de los adolescentes captados por movimientos apocalípticos. «¿Para qué estudio si voy a morir dentro de unos años?», se preguntaba un estudiante frente a los periodistas.
¿Por qué contamos todo ésto? La mezcla de niños de orígenes sociales diferentes en las aulas públicas y su adoctrinamiento por igual, eran históricamente parte de la forma en que el estado vendía que acceder al sistema educativo cerraba la brecha de clase para los hijos de los trabajadores. Hoy el abuso de la escuela como herramienta de adoctrinamiento ideológico explícito no es ya «neutral»: deriva recursos y reduce aún más el desarrollo de los niños y adolescentes
¿Alternativas?
Mientras existió un movimiento de clase organizado y masivo, intentó poner freno al estado en su afán de encuadramiento y a la tendencia a mantener y ensanchar la brecha de clase que ocultaban.
La razón principal: poner por delante ellas las necesidades de desarrollo humano de los niños. Lo hizo por medios políticos pero también disputando, donde tuvo oportunidad, el monopolio estatal. Es la época en la que surgieron escuelas primarias y secundarias a partir de las Casas del Pueblo y las universidades populares.
Hoy ese tejido de clase está ausente. Y las consecuencias las vemos todos los días: mientras el estado dedica los niños a desfilar para adoctrinarles nacionalismo o ecologismo, la brecha de clase se ensancha, la alfabetización se ve erosionada y las capacidades matemáticas básicas se desvanecen al punto de que los chicos acaban su enseñanza sin saber leer y criticar una gráfica básica como las que usan en los telediarios.
Lo que está pasando es que para desarrollar el potencial básico de los estudiantes, el sistema nos exige cada vez más «extras», ayudas y clases particulares, ensanchando la brecha de clase.
No es que falten herramientas. El desarrollo digital ha creado mil modelos e iniciativas que serían útiles... si existieran organizaciones de trabajadores capaces de aprovecharlas y ponerlas en uso de forma colectiva y coordinada. Hoy, simples redes o cooperativas de clases de refuerzo escolar, serían un paso adelante significativo para enfrentar los efectos de la degradación del sistema de enseñanza y la brecha de clase.
Porque al final, como en toda cuestión de clase y todo lo que afecta al desarrollo humano lo es, todo avance pasa por organizarnos como trabajadores en la lucha por la satisfacción directa de las necesidades universales.