Bosch temporada 7... y última
Esta semana Amazon Prime presentó la temporada 7 de Bosch. La última. Tan actual como el Covid, da sentido a las seis entregas anteriores y nos avanza por dónde van los tiros del cambio cultural en EEUU.
El Sísifo de los Ángeles
Sus partidarios suelen compararle con Raymond Chandler, pero la verdad es que Michael Connelly es un escritor mucho más completo y profundo. Especialmente en lo que a nuestro juicio es su obra más redonda, Bosch, la serie de televisión producto de su colaboración con Eric Overmyer, creador de dos de los mejores productos de la historia de la TV: [Tremé](https://en.wikipedia.org/wiki/Treme(TVseries)) y _The Wire_.
Siguiendo la estela de estas dos obras, en Bosch, Overmeyer y Connelly son capaces de ir más allá de las novelas y sacar a la luz lo más potente de la mirada de las historias originales del detective angelino.
En Bosch, la realidad social, ese crimen, nunca tiene causas únicas. Si unos mafiosos tiran un cóctel molotov en una casa de alquileres baratos para migrantes mexicanos matando a tres adultos y una niña, el guión no se quedará en la pelea entre mafias, ni en su relación con los cárteles globales. La gentrificación por cuenta de capitales aglomerados, intocable, legal, se hará presente. Y también sus beneficiarios, fondos e inversores con poder sobre vidas y haciendas, irresponsables e intocables.
Y por supuesto políticos, burócratas y su corrupción. No solo la evidente, la delictiva, tampoco la que pueden insinuar los medios, sino la que importa, la que va con el cargo, el precio del juego del poder, los sacrificios por el bien mayor.
Por eso en el infierno de Bosch hay un rincón especial para dos personajes: el jefe de policía y el periodista del L.A. Times -un personaje en el que Connelly carga las tintas con tranquilidad porque representa su propio pasado de cronista criminal. Ambos representan la ambición honesta, es decir la imposibilidad de cambiar desde dentro un sistema que es en sí mismo el problema del que salir.
Bosch perseguirá a los culpables solo para descubrir que la justicia que busca ni repara ni evita la repetición del horror con nuevas caras. Es un Sísifo que solo puede descubrir el fracaso tras arañar cada éxito. Y es eso, ese sabor acre que le queda en la boca (A feeling I can't let go), esa impotencia que va más allá del castigo a los culpables, la que hace de él un personaje moral que se levanta para decir que las excepciones no hacen alternativa (Everybody counts or nobody counts).
Bosch, perdida la esperanza en que se haga justicia, insatisfecho con sus propios objetivos, quiere salir de su papel.
Un Bosch post-Covid
Los lectores de las novelas sabemos que en el papel, hace tiempo que Bosch dejó de ser policía. Pero las novelas y la serie forman dos mundos que han ido divergiendo.
En el tiempo de la pantalla, además, aparece un actor inesperado: el Covid. A Connelly y Overmyer no les hace falta darle más texto que a un figurante. Basta con que esté ahí y con que sepamos que va a convertirse en protagonista. Y así, el diálogo que cierra la temporada y la serie nos habla ya, en realidad, de la post-pandemia.
What you gonna do? (¿Qué vas a hacer?), pregunta Maddie
What am I going to do with my life, you mean? (¿Quieres decir qué voy a hacer con mi vida?)
Yeah
Something will come up (Algo surgirá)
Se hace un silencio entre los dos que salen al balcón y se apoyan en la baranda. Maddie mira hacia el exterior, Bosch hacia la casa.
I want to help (Quiero ayudar, dice Maddie)
Okey
Y con los créditos finales suena la Creedance: Long as I can see the light (mientras vea la luz). La letra lo dice todo: es hora de mudar, de empacar y ponerse en movimiento.
No solo Bosch
_The good fight_, divertida y muchas veces delirante, ha dado reflejo y altavoz durante las últimas dos temporadas a la propaganda más desacomplejada del partido demócrata en su batalla contra Trump y el trumpismo. Pero la última temporada acabó precipitadamente al principio de la epidemia... así que los guionistas tuvieron a bien dedicar el primer capítulo de la quinta temporada a explicarnos qué fue de algunos de los personajes protagonistas que desaparecerán este año.
Por el trailer podemos intuir que la nueva temporada irá fundamentalmente sobre cómo la cultura corporativa absorbe el BLM y el racialismo en las relaciones de poder dentro de las oficinas, separando intereses entre socios, asociados y trabajadores de la firma. Pero, de momento, lo más interesante está en los personajes desaparecidos. Y ahí el paralelismo con Bosch es cuando menos llamativo.
Adrian Boseman, hasta ahora director del despacho se va a Atlanta. Nunca ha estado allí, pero ha leído una columna en el New York Times que le ha inspirado. Migra para consolidar posiciones de poder político real. Y sentencia: Empiezo de nuevo (I'am starting over).
Luca Quinn también deja el curso principal del relato, se va a trabajar a Londres a cuenta de la cliente a la que atiende. Aquí el motivo es diferente: me pagan lo que merezco, asegura -y es una cantidad espectacular. Pero lo importante es que marcha a una ciudad y un país que desconoce y en el que, afirma, ser estadounidense resulta exótico.
¿Son solo coincidencias? ¿Expresiones de deseo? ¿O reflejan un cierto ánimo post-pandémico?
Es cierto que nada volverá a ser como antes de la pandemia. No hay duda posible. Basta ver el arranque del Green New Deal en cosas tan básicas como la vivienda. Las tuercas van a seguir aprentándose. Y muchas personas, en su mayoría trabajadores, van a quedar descolgados. La nueva recuperación apunta maneras no tan diferentes a las de la vieja recesión para buena parte de los trabajadores estadounidenses. Así que nos invitan a tomar la iniciativa, a reinventarnos. Otra manera de hacernos responsables de lo que viene.
No es mala idea para Adrian, que trepará en el aparato demócrata con el auge racialista, ni para Luca que cobrará casi un millón de euros netos anuales en Londres. Puede que funcione incluso para un Bosch detective privado, sin hipotecas sobre su casa y ahorros acumulados de años. Pero ¿y para los trabajadores? El cambio que les conviene tiene poco o nada que ver con los personajes en cambio. Y no tiene una sola posibilidad de recibir la bendición de Joe Biden.