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Bolsonaro muestra sus intenciones

05/01/2019 | Brasil

El mundo entero esperaba los discursos de Bolsonaro en su toma de posesión. No defraudó: anticomunismo rancio y promesas de grandeza imperial. Pero más allá del espectáculo y de la grandilocuencia declarativa, el nuevo presidente empezó a gobernar y mostrar su verdadero y a veces contradictorio juego.

Tras su triunfo en la segunda vuelta avanzamos que Bolsonaro arremetería inmediatamente contra el sistema de pensiones, cabalgando el impopular intento de «reforma» de Temer. Y efectivamente ese es el camino que tomará. Pero si el parlamento llegara a bloquearlo «un equipo del ministro Guedes ya redactó una MP (medida provisória) que resulta una amplia revisión de las reglas jubilatorias». Es decir, reformaría el sistema por decreto.

Y no acaba ahí el ataque directo contra los trabajadores y sus condiciones. Avanza ya una desmontaje masivo de las leyes laborales bajo el argumento de que frenan el emprendimiento. Eso sí, todo acompañado de un aumento del salario mínimo para, como está haciendo la burguesía en todo el mundo, transmitir un inexistente e imposible «win-win».

Como apuntábamos desde su primer triunfo electoral, Bolsonaro es el producto de una alianza entre la pequeña burguesía en cólera y la vieja clase terrateniente hoy agroindustrial.

Ha sido muy comentado en todo el mundo el fin de los límites a la expansión amazónica de la agroindustria, entregando al Ministerio de Agricultura las demarcaciones indígenas y poniendo a su cabeza a una «coronela», una hacendada latifundista.

Pero aun ha sido más claro en la política fiscal, reduciendo los impuestos de la pequeña burguesía y creando nuevos para la burguesía financiera de Sao Paulo. Y ni hablemos del aparato del estado donde con una mano ha comenzado una purga de «petistas» -«comunistas» y «marxistas culturales» como él les llama- y con otra pretende otorgar inmunidad por defecto a los abusos policiales.

El que la facción de la burguesía que ha elevado y sostiene al bolsonarismo se articule en torno a la agroindustria antes que sobre el capital financiero e industrial paulista se proyecta también en las primeras grandes líneas de la política imperialista brasileña en esta nueva etapa. El ejemplo más claro: el esfuerzo por salvar las ventas en China. Porque paradójicamente Chile y Brasil -que se postulan como aliados preferenciales de EEUU- tienen abultados superavits comerciales con el gigante asiático... que ni el cobre chileno ni la agroindustria brasileña pueden permitirse perder.

El objetivo confeso de la relación preferencial entre Piñera y Bolsonaro es construir un bloque continental alrededor de Brasil con Chile de punta de lanza. La forma: un desarrollo del «bilateralismo» que sirva al eje Santiago-Brasilia para desmontar Mercosur. Algo que no puede dejar de inquietar a Argentina que ve cómo puede perder las inversiones que precisa deseperadamente.

Otra cosa es EEUU. El gigante del norte ve con agrado la posibilidad que les abre Bolsonaro de recuperar con fuerza terreno perdido en la región en los últimos veinte años. Por eso los capitales argentinos no son los únicos inquietos. La prensa alemana destacó los votos de los gobiernos de Trump y Bolsonaro para «luchar por reinstaurar la democracia en Cuba, Venezuela y Nicaragua». La televisión pública española alertaba sobre los peligros de una «alianza para acabar con los regimenes autoritarios» y la francesa avanzaba la apertura de bases militares estadounidenses en Brasil. Llevan razón en algo importante. Bolsonaro va a acelerar la carrera de armamentos que se está esbozando en el continente. Lo dejó bien claro escenificando la nueva alianza con Israel en la misma toma de posesión y enfatizando sus consecuencias tecnológicas y militares.

¿Qué viene ahora? Una verdadera blitzkrieg contra los trabajadores, un ‎militarismo‎ acelerado y una política regional orientada a desarbolar todo el complejo juego de intereses y equilibrios imperialistas regionales para afirmar una nueva división regional del trabajo alrededor de Brasil. Para eso no basta en realidad la alianza con EEUU. Necesitará crear también una alianza con la burguesía paulista. En el camino, el fraccionamiento de la clase dirigente brasileña aun puede dar alguna sorpresa. Pero la clave, como siempre estará en la capacidad de reacción y auto-organización de los trabajadores para poner freno a una ofensiva que no intenta ocultar su brutalidad.