Pero la verdad es que la burguesía española no dice la verdad ni cuando deja de mentir. Si vamos al detalle de los acuerdos firmados, el principal arreglo financiero es un crédito al Puerto de Algeciras que es propiedad del estado chino. Es decir, un crédito de China… a China. ¿Cómo que España no es parte de «la Ruta de la Seda»? Las dos estructuras más importantes en el Mediterráneo del plan maestro del imperialismo chino son precisamente el Pireo y Algeciras. ¿Cómo que entrar en tal ruta es panacea de nada? Empezando por el Pireo, la primera condición que pone JP Morgan -que actúa en estas operaciones como mamporrero del estado chino- es la precarización total de los trabajadores. Llegan al punto de exigir el «derecho» de meter esquiroles en camiones contra las huelgas… «derecho» que la burguesía griega, como la española, están encantadas de otorgar en primer lugar a sí mismas.
¿Os acordáis de los conflictos por la ley de la estiba? Detrás de las urgencias había un acuerdo entre el PP y JP Morgan para vender a China sin el «lastre» de trabajadores sin precarizar la infraestructura más estratégica del país. Y si la cosa pudo resultar desagradable para los nuevos amos, Rajoy les bajó un 10% la tasa de mercancías mientras a nosotros nos subía los bienes de primera necesidad a fuerza de más y más IVA.

Caricatura griega sobre el uso masivo de esquiroles por la empresa china que gobierna los puertos de Algeciras y el Pireo.
Eso sí, la burguesía española no quiere llamar la atención del patrón alemán como Portugal. En Portugal las inversiones chinas son ya el 60% de las extranjeras e incluyen, para desespero alemán y francés a EDP, la principal eléctrica del país que prepara su salto a toda Europa. Hay que guardar las formas.

Los cohetes lanzados desde Azores podrían colocar microsatélites en órbita geoestacionaria en tiempo record como exige la proyección militar desde la segunda guerra del Golfo.
El capital chino y el acceso a nuevos mercados no sale gratis tampoco a la burguesía nacional. A día de hoy, las relaciones entre Portugal y China son cada vez más sospechosas para los aliados atlánticos al hacerse pública la aprobación por el gobierno de Costa de una base aeroespacial en Azores desde donde se lanzarían microsatélites. Los microsatélites se construirían en un laboratorio en Matosinhos (cerca de Porto) y Peniche (cerca de Lisboa) con participación, tecnología e inversores chinos. Las utilidades militares son tan obvias que supone por sí mismo un aumento de la tensión imperialista y convierte a Portugal en escenario bélico en caso de que la guerra comercial entre EEUU y China pasara a tener consecuencias militares.