Biden pisa el acelerador
Desde Argentina al Mar de China , pasando por Europa y el Mediterráneo, el gobierno Biden está pisando el acelerador en su política imperialista que toma un cariz aun más belicista que la de su predecesor.
1 Hace unos meses nos habría parecido un guion de serie mala estadounidense. EEUU envía buques de guerra, entre ellos un submarino nuclear a aguas argentinas, apoyándose en la base británica de Malvinas. Nadie duda que el objetivo es hacer una declaración: al nuevo gobierno Biden no le gusta la dependencia que el capital argentino está desarrollando con la demanda china. El gobierno argentino protesta ritualmente. Aunque amplíe sus fronteras sobre el papel no tiene capacidad real para imponerlas. Menos aun a las armadas de EEUU y Gran Bretaña. ¿Siguiente escena? Xi Jinping ofrece ayuda estratégica a Alberto Fernández.
2 En Europa, Biden redobla la presión contra China. Ahora consiguieron que el gobierno ucraniano vetara la venta de una empresa aeroespacial a una empresa china. Pekín confiaba en la compra para modernizar su aviación civil. No es una cuestión estratégica, solo un golpe bajo. Una señal, en realidad de un juego con mucho más fondo. La diplomacia formal e informal del nuevo gobierno Biden está poniendo en marcha todos sus recursos, desde los think-tanks subvencionados a las organizaciones sindicales internacionales, para evitar que el acuerdo de inversiones UE-China llegue a ratificarse.
3 En el gran marco del conflicto imperialista con China ha dejado claro que no va a anular las medidas tomadas por Trump en la guerra comercial con China ni restaurar el poder de la OMC. Al revés, tanto Blinken como Biden han dejado claro que se preparan para una competencia extrema con China. Dicho en otras palabras: las medidas más agresivas están por venir.
4 En el Mediterráneo, EEUU está tentando a Erdogan. Al parecer está sobre la mesa una primera línea de negociación: fin del armamento ruso en Turquía a cambio del fin definitivo del apoyo estadounidense al PKK-YPG kurdo. Erdogán, que ha salido escaldado de Libia está intentando ganarse el apoyo del nacionalismo kemalista más imperialista para un nuevo plan. Sus objetivos serían dos. En primer lugar consolidar las ganancias territoriales en Siria y eventualmente anexionarlas. En segundo lugar retomar las negociaciones sobre el futuro de Chipre imponiendo el reconocimiento de la República Turca del Norte de la isla. De conseguirlo, le permitiría ganar opciones para que las fronteras marítimas que reivindica y el gas off shore que contienen, fueran reconocidas parcialmente por sus rivales y vecinos. Para ambas cosas necesita el apoyo de EEUU. La alianza anti-turca de Emiratos, Grecia y Egipto que se ha formalizado en Atenas no va a conmoverse si no.
5 Pero tampoco hay que contar con que Emiratos, Egipto y el resto de la alianza anti-iraní -que incluye a Israel y Arabia Saudí- vayan a reducir sus apuestas solo porque EEUU cambie de orientación. Más bien al contrario. Que Biden saque a los rebeldes hutíes de la lista de grupos terroristas y que presione para negociar con Irán un nuevo tratado nuclear, bien puede romper la cuerda... incluso promover un ataque conjunto árabe-israelí contra instalaciones iraníes de consecuencias difíciles de calcular.
6 De vuelta a Europa, Biden parece decidido a retomar y acelerar el juego anti-ruso como forma de someter a la UE, tanto desde dentro, como desde fuera. Primer paso: desplegar bombarderos en Noruega en un movimiento que Rusia solo puede considerar como una amenaza directa. Segundo paso: ante una eventual respuesta rusa ofrecer a Polonia y otros países un despliegue de cohetería al estilo de la guerra fría. Está en la agenda del equipo Biden, que se queja de que los europeos no lo quieran ver: Biden quiere actualizar el compromiso nuclear de EEUU, es decir acelerar la nueva carrera del terror global. La renovación de tratado START fue solo un marco parcial de contención.
7 Rusia, que también lo firmó, ya ha dado señales concretas en la última semana -pruebas de misiles, nuevos silos, despliegues tentativos- de que está por jugar la mano en los términos que propone Biden. China expande su programa nuclear y aspira a cerrar la brecha con EEUU. En realidad, una nueva escalada nuclear conviene a los tres porque sirve para decantar a otros jugadores -en especial la UE- y aumentar la polarización en torno a los bloques emergentes.