Biden en Europa 4 lecciones
Cumbre del G7 y de la OTAN, hoy cumbre con la UE, mañana reunión con Putin en Ginebra... la agenda de Biden en Europa no podía ser más densa. Y tras tanto encuentro, reunión y negociación, una idea queda en claro: EEUU ya no es lo que era en el juego imperialista mundial.
Las batallas entre socios pueden sobre la capacidad de alineamiento de EEUU
Biden en Europa pretendía ganar aliados para el gran juego imperialista global y daba por hecho que el conflicto con China enfocaría la atención de sus socios. No fue así. Primero fueron las querellas entre la UE y Gran Bretaña, luego entre Japón y Corea del Sur. El G7 dejó claro que el agravamiento de las tensiones y contradicciones imperialistas -todos necesitan ahora más mercados que nunca- no pone las cosas fáciles a Washington para alinear a sus supuestos socios en orientaciones comunes. Tienden a primar las batallas entre sí.
Las batallas dialécticas entre Johnson y Macron a cuenta de Irlanda del Norte y las amenazas no muy veladas de alimentar a los movimientos independentistas continentales desde Gran Bretaña son solo la escenificación de algo que tanto Gran Bretaña y la UE, como Japón y Corea, en realidad comparten: la preeminencia de sus intereses regionales y la voluntad de no dejar que sus disputas se resuelvan desde Washington.
EEUU no tiene capacidad para imponer su estrategia frente a China a sus propios aliados
Eso se proyecta sobre la estrategia ante China. Para Japón y Corea se trata de un problema regional y de hecho su principal conflicto imperialista. Junto con una Gran Bretaña que busca desesperada mercados, pueden adherir a la Ruta de la Seda alternativa propuesta por EEUU, Pero Europa es otra cosa. Lo que tiene a ganar con un proyecto así no compensa con lo que China representa en sí. Si en Washington se esperaban que la estancia de Biden en Europa sirviera para enrolar a los europeos, se equivocaban.
A Biden en Europa le quedó ya claro que no puede esperar un cambio de estrategia brusco de París o Berlín. La UE necesita de China y Rusia en prácticamente todas las dimensiones de sus principales estrategias actuales. Empezando por las inversiones y mercados de la propia China que no puede permitirse ver en peligro. Y siguiendo por el Pacto Verde, inviable sin los minerales críticos y tierras raras que China acapara.
Así que EEUU puede arrancar de la OTAN la declaración, por primera vez, de China como amenaza Atlántica y reforzar su discurso imperialista interno con una apariencia de consenso. Pero los europeos no van a llegar más allá. Ya bastante coste les supone la previsible respuesta de Pekín.
EEUU no puede dar en solitario forma y objetivos al Pacto Verde
La impotencia de Biden en Europa para imponer la agenda estadounidense quedó clara en el G7 y su incapacidad para fijar unos mínimos calendarios comunes para el Pacto Verde. Pero es también el tema hoy con los primeros ministros y presidentes de la Unión Europea: la Alianza por la tecnología verde entre EEUU y la UE supone el reconocimiento de que para que la estrategia de reanimación del capital a costa de las rentas del trabajo que es el Pacto Verde funcione, necesita no solo un mercado de capitales fluido a ambos lados de Atlántico sino un acompasamiento en tiempos y medidas políticas.
Biden en Europa comprobó que la UE no está por modificar sustancialmente su hoja de ruta. En principio irá más rápido que EEUU, con lo que tendrá la oportunidad de captar más capitales. Eso significa que una parte de la gigantesca inyección de dinero público del New Green Deal acabará en este lado del Atlántico. Y evidentemente, aunque Biden esté dispuesto a conceder una cierta ventaja, no quiere subvencionar indirectamente a los europeos. A partir de ahí ya no es el famoso liderazgo es pura y dura negociación a cara de perro.
España, Turquía y otros «gestos» de Biden en Europa
Biden en Europa tuvo tiempo para dar cariño y sonrisas a Erdogan a pesar de que anda en un juego cada vez más peligroso:
- Convertir a la ANP palestina en parte de su estrategia para apropiarse de las áreas gasísticas del Mediterráneo oriental;
- Recuperar, dentro de ese mismo objetivo de expansión territorial, el pulso militar en el mar frente a Grecia, Chipre y sus aliados -Israel, Francia, Egipto y Emiratos;
- Introducirse en la política interna de países como Bulgaria y
- Reafirmar sus posiciones en Siria frente a Rusia y EEUU simultáneamente.
¿Por qué? Porque los últimos gestos europeos, con el Parlamento UE pidiendo por ejemplo la suspensión formal y definitiva de las conversaciones de integración permiten a EEUU utilizar a Turquía como forma de presión frente a Berlín y especialmente París, al tiempo que ganan posición como mediador necesario.
Lo mismo explica el desaire, si no humillación simbólica de Sánchez durante la estancia de Biden en Europa. Simplemente con mantener la distancia, Biden da rienda suelta a Marruecos para que siga adelante con su estrategia de guerra fría. En España esperaban que revirtiera la posición de Trump sobre Sáhara. En Argelia, más cabales, lo daban por imposible. EEUU es consciente de que le basta con hacerse ajeno al conflicto imperialista entre los dos vecinos del Estrecho para presionar a Alemania... y juega sin prisas.
Biden en Europa: primer acto de un drama que solo empieza
La estancia de Biden en Europa ha servido para esclarecer las diferencias estratégicas entre EEUU y sus supuestos socios. EEUU no tiene capacidad hoy por hoy para rehacer el llamado Bloque Occidental. Solo puede impulsarlo, ir construyendo una red de compromisos e intereses en la esperanza de que poco a poco, sus propios objetivos imperialistas sirvan para aglutinar a una Europa que, como dijo Macrón a Biden no quiere depender de EEUU y sus giros estratégicos para alcanzar sus propios objetivos... por lo demás idénticos en su naturaleza a los de EEUU.
Pero ese proceso solo puede avanzar a costa de un incremento de la tensión militar y económica global. Sea la Ruta Verde de la Seda presentada por Biden en Europa o la reconsideración de Taiwan, la reconversión masiva de flotas mercantes que EEUU quiere imponer a la Organización Marítima Internacional dentro del Pacto Verde o el tratamiento del gas ruso... todas las iniciativas presentadas por Biden en Europa suponen un incremento inmediato del grado de contradicción y conflicto entre los distintos capitales nacionales y sus intereses, necesariamente imperialistas.
El drama solo acaba de empezar. Estamos asistiendo a su planteamiento con este show de Biden en Europa. Pero los trabajadores podemos ver claramente ya lo que reserva para nosotros: en lo inmediato empobrecimiento vestido de sacrificio por el clima o la competitividad, a medio y largo plazo profusión de conflictos armados.