Benjamin Peret
En plena revolución de 1936; en México aún bajo la amenaza de los asesinos de Stalin; en España otra vez desafiando la represión franquista; Benjamín Péret no cejó un solo instante el combate a nuestro lado.
G. Munis. Prefacio a Pro segundo Manifiesto comunista
La vida adulta de Benjamin Peret comienza con su movilización forzosa durante la I Guerra Mundial. Destinado en Tesalónica, paseado por toda Europa en trenes militares, a punto de perder la vida en varias ocasiones, no volverá a Francia hasta 1919. Llega a París en 1920 donde se une al movimiento Dadá mientras trabaja de corrector de galeradas y redactor de crónica negra en el «Petit Parisien». En 1921 se convierte en la figura ascendente de las vanguardias francesas con su primer poemario y en 1924 funda con Naville «La Révolution Surréaliste», la revista que marcará el paso de la transición del Dadá al surrealismo y cuya dirección cederá a su amigo André Breton, convertido en líder del movimiento. Su obra no fue ni pudo ser meramente literaria.
En 1927 se une al Partido Comunista Francés y pasa a trabajar en su órgano oficial «L'Humanité» pero chocará pronto con la consagración de la contrarrevolución y el «socialismo en un solo país». En 1929 marcha a Brasil con su primera pareja, la cantante Elsie Houston, discípula de Villa-Lobos y pionera de lo que andando el tiempo se convertira en la bossa nova. En los tres años que pasará en Brasil chocará con el establishment artístico alternativo y escribirá entre otros trabajos «El Quilombo de Palmarés», la historia de las comunidades de esclavos huidos en el siglo XVII y estudiará las religiones afro-americanas y la música popular brasileira. Unido a la Oposición de Izquierdas que apoya a Trotski, es expulsado de Brasil por «agitador comunista»..
De vuelta a Francia en solitario -Elsie ha decidido prescindir de él y seguir su carrera- abre el contacto entre los oposicionistas franceses y la Izquierda Comunista Española, entablando con Munis una relación personal y política hasta el final de sus días. En 1936 marcha a España como delegado del POI, el partido francés que agrupa a todas las tendencias «trotskistas» del momento. Se une primero a la columna internacional del POUM y luego a la columna Durruti, capitaneando hasta el 37 la columna que combate en el frente de Teruel. El cambio es resultado de su análisis de la situación al comenzar 1937; análisis que le lleva a unirse al grupo «bolchevique-leninista» de Munis y a participar dentro de sus filas en las jornadas de mayo de 1937 intentando convertir la insurrección en batalla directa contra el estado republicano. Es en esos días, repartiendo folletos internacionalistas, cuando conoce a la que será su compañera durante la siguiente década, la pintora surrealista Remedios Varo.
De nuevo en París es detenido al comenzar la guerra por intentar reconstituir la oposición desde posiciones internacionalistas («convertir la guerra imperialista en guerra civil»), pero en el colapso del estado francés por la invasión alemana, huye hacia el Sur con Varo, quedando atascados en Marsella en espera de poder huir de Francia. Al final conseguirán marchar en el mismo y herrumbroso barco que sus amigos Victor Serge y André Breton.
En México visita a Trotski y se reencuentra con Munis. Ambos junto con Natalia Sedova, la viuda de Trotski, denunciarán la traición del trotskismo al apoyar el reclutamiento en los países aliados y en la «resistencia antifascista» que rompía con la consigna internacionalista básica: convertir la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria. A diferencia de lo que defenderán secciones y grupos de la «IV Internacional» en Francia y EEUU, el avance de los ejércitos soviéticos no suponía ningún avance de «las conquistas de Octubre», sino de la misma contrarrevolución triunfante en Rusia y en España. La ruptura se hace evidente cuando escribe con Sedova y Munis la famosa carta abierta, pero su acto final vendría al año siguiente, cuando el II Congreso de la IV Internacional se niegue a condenar a las secciones que han participado en el reclutamiento «antifascista» y apruebe una resolución presentando la rivalidad imperialista entre EEUU y la URSS como la principal contradicción del capitalismo, sustituyendo el principio de la lucha de clases por el de la confrontación nacionalista.
Mientras tienen curso las batallas políticas, Peret no olvida la traición chovinista de el mundo literario francés. Publica entonces una de sus obras más reimpresas -«el deshonor de los poetas». Remedios se une a una expedición científica en la selva venezolana y deja a Benjamin, que marchará a Francia con Munis para constituir allí el «Grupo Comunista Internacionalista» -luego «Fomento Obrero Revolucionario», FOR- y retomar la lucha en España. La posibilidad de viajar como extranjero por España será fundamental para crear una estructura clandestina que les permitirá participar en la famosa huelga de tranvías del 51 y mantener la actividad propagandística hasta la caída del grupo casi al completo, incluido Munis, en el 53. Es en ese año cuando publica su última novela surrealista, «Mueran los cabrones y los campos del honor».