Apagones a la vista

Según el informe de noviembre de la RTE, la compañía que organiza la red eléctrica en Francia, el riesgo de apagones por incapacidad para satisfacer la demanda eléctrica es real a partir de enero... si las temperaturas no bajan antes.
Aunque se advertirá a las regiones afectadas con cierta antelación, las paradas de suministro producirán caídas de la red móvil y los teléfonos de emergencia. Es posible que afecten incluso a otras centrales y se desate un efecto en cadena. Las PYMEs están comprando como locas generadores de gasoil para evitar pérdidas de inventario y parones de producción en momentos críticos. ¿Cómo pudo llegar una de las principales potencias europeas a ésto?
¿Serán sólo «cortes programados»?
Según los planes gubernamentales se trataría tan sólo de cortes temporales y rotatorios de electricidad para evitar el colapso de la red entera cuando sea inminente que la demanda supere a la oferta. Las instalaciones críticas como los hospitales o los cuarteles de bomberos estarían cubiertas y sólo la red telefónica móvil -pero también los números de emergencia- se verían interrumpidas.
Sin embargo, la planificación de esta eventualidad ha sido cuando menos apresurada y la prensa no ha tardado en descubrir que los planes del gobierno desconectaban alegremente... centrales hidroeléctricas clave poniendo al sistema en riesgo de una caída en cadena que haría inevitable el colapso general de la red.
EDF y RTE han corregido los planes después, pero la desconfianza y la sensación de fragilidad está ya instalada.
¿Por qué los informes oficiales temen especialmente el mes enero?
Madrid durante la tormenta de nieve que acompañó a la borrasca Filomena en enero de 2021
En Francia, un descenso de la temperatura de un grado aumenta el consumo de electricidad en 2 GW, lo que corresponde aproximadamente a dos reactores nucleares. Enero es el mes en el que el frío intenso suele hacer su aparición y las centrales nucleares francesas están hoy produciendo un máximo de 34GW un 64% de su capacidad normal.
Como mucho y sólo si la recién nacionalizada EDF cumple el calendario prometido de reparación, puesta a punto y relanzamiento de las centrales, podría llegarse a una producción de 40GW en enero. El plan es optimista pero cada vez genera más dudas entre otras cosas porque EDF no tiene un histórico que permita el optimismo en estos temas, pero en realidad representa una caída del 20% respecto a la producción nuclear media en esas fechas.
¿Se podría suplir el déficit con energías renovables? Sólo si se da una carambola. El principal aporte revonovable son las eólicas... que son caprichosas. Una ola de frío con poco viento, dejaría el sistema por debajo de la demanda esperada a pesar de que gracias a la crisis industrial sea inferior en un 7% a la habitual.
No es casualidad que los informes energéticos rusos, verdaderos partes de guerra, sigan atentamente las medidas del viento en Europa. La clase dirigente rusa confía doblar la presión militar europea en Ucrania por la ofensiva del General Invierno pero necesita también de la incomparecencia del Coronel Viento.
¿Por qué las nucleares francesas están paradas?
Central nuclear de Trillo, España, que ya tiene 34 años
Antes de nada: La apuesta por la energía nuclear es estratégica para el capital francés.
Crucial militarmente porque le permite mantener su arsenal nuclear y hacerlo valer en el juego imperialista intra-europeo.
Crucial a la hora del Pacto Verde, porque le permite quedar a salvo de la especulación energética y ordenar la transferencia de rentas del trabajo al capital que es todo el Pacto Verde sin sobresaltos -o eso vende al menos Macron.
Y sobre todo es fundamental para su proyecto imperialista porque le permite vender, directamente desde Presidencia, centrales nucleares Areva en todo el Este y energía eléctrica de origen nuclear «barata» a España y otros países limítrofes, incluida Alemania, cada vez que el gas pegue un pico.
Sin embargo el parque nuclear francés arrastraba tres grandes problemas.
- La gestión del monopolio eléctrico francés (EDF) ha sido durante las últimas décadas como la de todos los grandes monopolios: explotar al máximo el parque existente, precarizar el trabajo y mejorar la cuenta de ganancias a costa de reducir inversiones. Desde 1997 no se han construido y conectado nuevas centrales.
- Buena parte de los reactores rondan los 40 años. Fueron diseñados con medidas de seguridad pre-Fukushima y ponerlos al día no era fácil. Además, simplemente no se conocen los problemas que pueden surgir tras cuatro décadas de operación. Así que la autoridad nuclear francesa exigió la implementación de mejoras de seguridad y monitorización sustantivas para permitir alargar su vida útil.
- Con la obsolescencia pisándoles los talones y un coste de renovación y puesta al día brutal como espada de Damocles, EDF y el gobierno macronita se jugaban la renovación del parque nuclear a la nueva taxonomía de inversiones del Pacto Verde. Si la nuclear se consideraba verde, por no producir emisiones de gases con efecto invernadero, las empresas nucleares francesas podrían solicitar fondos Next Generation y recibir subvenciones sin que Bruselas se interpusiera. Pero la batalla por la taxonomía se alargó mucho más de lo que se esperaba en el laberinto de las instituciones y los intereses imperialistas de la UE.
Así las cosas, el 15 de diciembre de 2021, EDF anunció que iba a interrumpir la producción en la central nuclear de Chooz (Ardenas), durante algo más de un mes. Unos días antes habían reconocido la detección de averías que podían afectar a los circuitos de refrigeración de la central nuclear de Civaux (Vienne), equipada con reactores del mismo tipo. Acto seguido se anunció una ronda de inspecciones en profundidad en buena parte del parque nuclear.
Estaban descubriendo lo último que deseaban: corrosión generalizada en el circuito primario de buena parte de las centrales más envejecidas. Los cierres y los planes de intervención de emergencia se sucedieron e implementaron a toda velocidad.
En enero de este año el número de centrales cerradas por mantenimiento alcanzó su tope y con él un mínimo histórico en producción nuclear de electricidad acompañado de las primeras alertas de caídas de tensión. Todo en el momento más inoportuno, cuando la guerra contra el principal proveedor europeo de gas, Rusia, encaminaba a todo el continente hacia el desabastecimiento energético.
¿Un problema francés?
Principales interconexiones eléctricas en la UE
Toda la prensa europea insiste durante estos días en que se trata de un problema francés no relacionado con la guerra de Ucrania. Ambas afirmaciones ni siquiera llegan a verdades a medias. No sólo es que las causas de la guerra y de las inversiones insuficientes tengan raíces comunes, es que en el marco de la guerra y la crisis energética actual difícilmente puede esperarse que los efectos queden dentro del hexágono.
El mercado eléctrico europeo está interconectado y con Francia demandando el máximo de importaciones de electricidad -hasta 15GW-, aunque ni siquiera llegase a los apagones, sus problemas se contagiarían a sus vecinos, sean exportadores como Holanda, Bélgica o España, o importadores, como Suiza.
En el caso español, con una conexión pequeña por la resistencia histórica de los gobiernos franceses, supone con todo un incremento de demanda que, en el contexto del mecanismo de topes al precio del gas instaurado por los gobiernos de España y Portugal, se convierte en transferencias de rentas de hasta 1.000 millones del sistema eléctrico español al francés. Transferencias que sólo se ven equilibradas muy parcialmente por las compensaciones por saturación de la interconexión.
En el caso de los países que habitualmente importan energía desde Francia, como Suiza, el problema es el inverso: el gobierno confederal anda ya preparando planes de emergencia ante un desabastecimiento casi seguro que amenaza con hacer colapsar la red helvética.
¿Qué significan las tensiones de la red eléctrica francesa en el marco general que vive Europa?
- El estado del parque nuclear francés es el espejo del estado del capital nacional en buena parte de la UE: empresas de servicios básicos exprimidas durante años para mejorar rentabilidad a base de precarizar el trabajo y no reponer el capital fijo.
- La crisis energética francesa, en la situación anterior a la guerra hubiera reforzado el discurso «europeista» del Pacto Verde e impulsado un mayor grado de interconexión de los sistemas eléctricos. El modelo de «más Europa» como huída hacia delante que se instauró en la política agraria, luego se llevó a las vacunas, etc. Pero en el contexto de la guerra contra Rusia en Ucrania, con el desabastecimiento de gas de fondo, toma un significado muy distinto. Tensará los conflictos internos entre estados y capitales en un momento en el que EEUU aprovecha la debilidad acentuada por la guerra de sus «socios» europeos para relegarlos a una situación de dependencia.
- En Francia, toda esta situación no solo desvela la fragilidad del capital nacional y la situación cada vez más crítica de sus infraestructuras básicas, sino que lleva al estado a tapar el parche liberando nuevos fondos. Es decir, acelerará e intensificará los ataques ya en agenda a pensiones, prestaciones de desempleo y condiciones generales de vida de los trabajadores.
- En toda Europa llevará a un acelerón del Pacto Verde en la reforma obligatoria de viviendas como el que está en marcha en Alemania, una sobrecarga de costes sobre los salarios inviable al nivel más básico en países menos capitalizados, que reposará de nuevo sobre salarios y pensiones empobreciendo aún más a las familias trabajadores al imponer una nueva transferencia de rentas del trabajo hacia el capital, en este caso el del sector construcción.
- Y es que, tanto en Europa como en EEUU, el Pacto Verde y la guerra van de la mano y se alimentan el uno al otro reduciendo la capacidad de compra de los salarios mientras las rentabilidades del capital se mantienen o aumentan, especialmente para los grandes capitales y fondos que son el núcleo del capital nacional.
- El acceso a la energía es una necesidad básica universal, no se satisfará mediante ninguna «unión sagrada» con los mismos que nos la encarecen para mejorar sus rentabilidades pretendiendo que nos hicen un favor por destrozar menos el medioambiente al tiempo que sostienen una guerra que masacra trabajadores cada día.