Alemania vuelve a la ofensiva
Todo parecía estar dado en marzo pasado para una gran ofensiva franco-alemana. Pero la revuelta de la pequeña burguesía en todas sus formas -desde la interna alemana a la rebeldía presupuestaria de Italia- y la guerra comercial con EEUU, pusieron en duda muy seriamente la capacidad alemana para liderar un bloque europeo.
El «Foro de la Paz» de este fin de semana, con sus llantos por el fin del «multilateralismo», parecían presagiar un desmoronamiento político del eje franco-alemán y con él de la UE pinzada triplemente desde EEUU.
Los aranceles americanos han aumentado paradójicamente, las ventas chinas en EEUU.Los importadores americanos son conscientes de que esto no es más que el inicio de la guerra (Trump habla de elevar los aranceles del 10 al 25%), y quieren aprovechar la bonanza económica interna para comprar los productos chinos de los que más dependen (componentes electrónicos, inteligencia artificial...). No solo las empresas chinas hacen caja extra para financiar el asalto de nuevos mercados vendiendo incluso bajo coste, sino que el gobierno chino ayuda devaluando el Rimimbi, comenzando una verdadera guerra de divisas. Pero ¿quién se lleva el golpe principal? Europa que ve su mercado «inundado» de productos chinos.
Cuando EEUU dice que abandonará el tratado con Rusia para eliminar los misiles nucleares de medio alcance, la protagonista también es Europa... porque las prometidas represalias rusas le obligarían a elegir entre colocarse bajo la protección americana, quedar bajo la amenaza rusa sin posibilidad de defensa... o desarrollar el militarismo en una nueva escala.
Cuando EEUU se queja del «escaso» gasto militar de los europeos y les empuja a ponerse al día de sus contribuciones a la OTAN, sabe que así les encadena aun más. Europa no tiene capacidad para desarrollar un ejército propio y aumentar su aporte a la OTAN al mismo tiempo. De ahí que Macron salió este domingo, una vez más, con la propuesta de un ejército europeo, Trump contraatacara inmediatamente haciéndose el ofendido por plantearlo sin «pagar su parte correspondiente de la OTAN» y burlándose acto seguido de la impotencia francesa.
Y por supuesto, el mismo juego aplicó con las sanciones a Irán -un golpe indirecto al capital europeo- y a las negociaciones comerciales con México, donde está deslocalizada buena parte de la industria automotriz alemana y su industria auxiliar para vender en el mercado estadounidense. Trump jugó a dos bandas desde el principio entre México y la «tregua» con Juncker, de modo que siempre pierde Europa. Ahora, con el tratado norteamericano a punto de cerrarse, ataca directamente. Y no solo eso no oculta sus ambiciones de controlar las infraestructuras estratégicas ruso-alemanas y se permite amenazar directamente a Alemania con una violencia inaudita.
Y en esto volvió Merkel
Ayer era una fecha muy simbólica para la comparecencia de Merkel ante el Parlamento europeo. Entre otras cosas, acababa el plazo dado por la Comisión a Italia para modificar sus presupuestos y se acordaba por fin un borrador «técnico» con los británicos para el Brexit. Con un con una fecha de jubilación ya anunciada, Merkel es menos cuestionada que nunca. No solo ha dado estabilidad a la gran coalición, sino que, a cierto punto, se ha liberado hasta de su propio partido, sumergido en la batalla sucesoria. El programa que presentó en poco más de veinte minutos nos devuelve al punto de salida en marzo pasado, pero esta vez, con aparente decisión.
«Deberíamos trabajar en la visión de algún día crear un verdadero ejército europeo». El uso del condicional y la indefinición del tiempo son significativas por cuanto revelan las dificultades de un giro radical en la política alemana... y la voluntad de no aceptar la supeditación a la OTAN al punto de librarse de ella «algún día».
«La cuestión es cómo hacemos impuestos digitales». Es decir, Alemania va a apoyar la ofensiva francesa contra Google, Amazon y los gigantes europeos de Internet como respresalia temprana a las amenazas de EEUU en la guerra comercial.
«No todos los problemas en Europa son un problema para Europa» aunque «nuestra moneda común solo puede funcionar si cada miembro cumple con su responsabilidad con las finanzas sostenibles en casa». Todos tienen presente que la agonía del Brexit ha dañado más a Gran Bretaña que a la UE. Los capitales nacionales que se subieron el euro -como Italia- no tienen opción alguna con una salida de la moneda. Podrán rebelarse y jugar con las décimas, pero si llegan al cuestionamiento de los pilares de la arquitectura alemana del sistema se suicidarían. El mercado europeo y el euro, las bases del poder alemán y de los mecanismos automáticos y extractivos del sistema, han fundido ya los intereses de todas las burguesías nacionales en lo fundamental: no hay salida posible, la UE no está en cuestión.
«La tolerancia es el alma de Europa y, por lo tanto, un valor fundamental indispensable de la UE». Es decir, Polonia y Hungría no van a salir indemnes de sus reformas constitucionales solo porque el procedimiento europeo se haya demostrado impotente. Alemania va hacer lo suyo por disciplinar a los díscolos de Visegrado. Es una amenaza seria. Como vimos en Eslovaquia Alemania también sabe utilizar e impulsar los disensos internos de sus rivales.
«El alma de Europa estaba tensa» y «Alemania no siempre se ha comportado de manera impecable». Mea culpa por el unilaterismo -especialmente en la acogida de refugiados- que compensa con una referencia explícita al enemigo común: EEUU.
«La solidaridad es parte del ADN europeo». Merkel parece haber descubierto que las «soluciones a la Griega» son contraproducentes si son la única alternativa para las burguesías nacionales más débiles. No puede basar toda su estrategia en la capacidad disciplinaria, la UE necesita desarrollar mecanismos redistributivos entre los estados: desde los refugiados, hasta las políticas sociales.
«Para diciembre traeremos resultados visibles». Alemania parece querer convertir su alianza con Francia y su hegemonía en Europa en la base de un bloque anti-americano. Y éso significa en la interna «federalizar» Europa: crear un presupuesto -gasto público- para los países del euro con volumen suficiente como para compensar parte de las desigualdades regionales que acrecenta, una unión bancaria que permita paliar el colapso financiero que ya vaticina hasta el BCE y un seguro de depósito conjunto. Es decir, el programa de Macron.
Todavía es pronto para saber si Alemania tiene capacidad para reordenar políticamente a la UE y convertirla, en el tiempo que le queda de mandato a Merkel, en la base de un bloque anti-EEUU. Lo que se demostró ayer marca sin embargo, una voluntad que hasta ahora no se había expresado tan contundentemente: afirmar un imperialismo «europeo» a partir de los intereses comunes franco-alemanes. El capital alemán ha aceptado, tras las elecciones americanas, que Trump es el «new normal» de EEUU y que la perspectiva global, como ya advirtió Merkel, es la del desarrollo de las condiciones para una generalización de la guerra.