
La relación con EEUU es cada vez más tensa y la ruptura de una estrategia europea común con Francia no solo es un hecho sino que la burguesía francesa ha cambiado de eje y crece el consenso en su seno de que ni siquiera merece la pena reconstruirla.
El nuevo plantón de Mike Pompeo evidencia que Alemania solo puede esperar de EEUU cada vez más hostilidad. Si es que hubo alguna duda tras la reunión del G7 y la injerencia franca de EEUU en la UE a raíz del Nord Stream 2.
Francia

Angela Merkel entrega el premio Carlomagno a Emmanuel Macron, rodeados de simbología imperial «europeista»
Alemania podría estar al final de un modelo de crecimiento [...] Se aprovechó de la zona euro haciendo reformas en el momento adecuado, pero durante este período, las divergencias se han ampliado dentro de la eurozona. [...] Tiene una política unilateral de exportaciones, aprovecha los costes y es lo opuesto del proyecto social que represento para Europa
Dos frases que han sentado muy mal en Alemania. En Francia, por contra, Le Monde constataba:
La verdad es que el divorcio franco-alemán tuvo su primer episodio hace un año y se hizo evidente con el Nord Stream, no porque no hubiera un acuerdo de compromiso de última hora, sino por sus términos y formas. Pero el fondo de las divergencias en la orientación de las dos principales potencias imperialistas continentales va mucho más allá:«Después de la exagerada amistad de los primeros tiempos entre Macron y Merkel, la realidad es que los caminos de Francia y Alemania son cada vez más divergentes», dice un alto funcionario europeo con sede en Bruselas. Lo vimos en Brexit, cuando el Sr. Macron se negó a conceder al Reino Unido el plazo de un año solicitado por la Sra. May, con el apoyo de la Sra. Merkel. O cuando, unos días más tarde, París volvió a diferenciarse de Berlín, al oponerse a la apertura de negociaciones comerciales entre Estados Unidos y Europa.
La clave principal es la imposibilidad de unificar capitales de modo conveniente para ambos. Después de haber reducido el alcance de unas fusiones que pusieron en alerta a todas las burguesías europeas, lo poco que quedaba en juego fue vetado en Bruselas o murió por inacción. Francia culpa al poco entusiasmo y el «egoismo» alemán.
La delfín impuesta por Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, no oculta una perspectiva de confrontación abierta con Francia: quiere el asiento francés en el Consejo de Seguridad de la ONU y cerrar el Parlamento de Estrasburgo.
Con una pequeña burguesía en rebelión cada vez más opuesta a la moneda única y los propios economistas alemanes mostrando que los costes directos del euro para Francia han sido de casi 56.000 euros por habitante frente a los más de 23.000 por habitante ganados de forma directa por Alemania, la burguesía francesa se plantea si no está apostando cada vez más en un juego en el que solo puede perder.
El resultado es que el descontento y el resentimiento entre la burguesía francesa no hace más que crecer a cada paso. Por ejemplo, descubre ahora que sus acuerdos con Alemania permiten al gobierno alemán bloquear sus exportaciones de armas. No es que no lo supieran, es que nunca pensaron que Alemania fuera a utilizar esa prerrogativa con liberalidad y sin posibilidad de negociación. Tener que reestructurar su industria militar para que sus productos estén «libres de componentes alemanes», evidentemente no les hace gracia.