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Alemania se queda sola

07/05/2019 | Alemania

La relación con EEUU es cada vez más tensa y la ruptura de una estrategia europea común con Francia no solo es un hecho sino que la burguesía francesa ha cambiado de eje y crece el consenso en su seno de que ni siquiera merece la pena reconstruirla.

El nuevo plantón de Mike Pompeo evidencia que Alemania solo puede esperar de EEUU cada vez más hostilidad. Si es que hubo alguna duda tras la reunión del G7 y la injerencia franca de EEUU en la UE a raíz del Nord Stream 2.

Francia

Pero el golpe más duro ha venido, como no, de Francia. La semana pasada, con el fondo de una nueva tanda de datos desalentadores sobre la industria alemana, Macron se despachó con los periodistas haciendo suyo el núcleo de la crítica al imperialismo alemán por los soberanistas de los países del Sur... e invitando a Alemania a cambiar hacia el «modelo francés»

Alemania podría estar al final de un modelo de crecimiento [...] Se aprovechó de la zona euro haciendo reformas en el momento adecuado, pero durante este período, las divergencias se han ampliado dentro de la eurozona. [...] Tiene una política unilateral de exportaciones, aprovecha los costes y es lo opuesto del proyecto social que represento para Europa

Dos frases que han sentado muy mal en Alemania. En Francia, por contra, Le Monde constataba:

«Después de la exagerada amistad de los primeros tiempos entre Macron y Merkel, la realidad es que los caminos de Francia y Alemania son cada vez más divergentes», dice un alto funcionario europeo con sede en Bruselas. Lo vimos en Brexit, cuando el Sr. Macron se negó a conceder al Reino Unido el plazo de un año solicitado por la Sra. May, con el apoyo de la Sra. Merkel. O cuando, unos días más tarde, París volvió a diferenciarse de Berlín, al oponerse a la apertura de negociaciones comerciales entre Estados Unidos y Europa.

La verdad es que el divorcio franco-alemán tuvo su primer episodio hace un año y se hizo evidente con el Nord Stream, no porque no hubiera un acuerdo de compromiso de última hora, sino por sus términos y formas. Pero el fondo de las divergencias en la orientación de las dos principales potencias imperialistas continentales va mucho más allá:

La clave principal es la imposibilidad de unificar capitales de modo conveniente para ambos. Después de haber reducido el alcance de unas fusiones que pusieron en alerta a todas las burguesías europeas, lo poco que quedaba en juego fue vetado en Bruselas o murió por inacción. Francia culpa al poco entusiasmo y el «egoismo» alemán.

La delfín impuesta por Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, no oculta una perspectiva de confrontación abierta con Francia: quiere el asiento francés en el Consejo de Seguridad de la ONU y cerrar el Parlamento de Estrasburgo.

Con una pequeña burguesía en rebelión cada vez más opuesta a la moneda única y los propios economistas alemanes mostrando que los costes directos del euro para Francia han sido de casi 56.000 euros por habitante frente a los más de 23.000 por habitante ganados de forma directa por Alemania, la burguesía francesa se plantea si no está apostando cada vez más en un juego en el que solo puede perder.

El resultado es que el descontento y el resentimiento entre la burguesía francesa no hace más que crecer a cada paso. Por ejemplo, descubre ahora que sus acuerdos con Alemania permiten al gobierno alemán bloquear sus exportaciones de armas. No es que no lo supieran, es que nunca pensaron que Alemania fuera a utilizar esa prerrogativa con liberalidad y sin posibilidad de negociación. Tener que reestructurar su industria militar para que sus productos estén «libres de componentes alemanes», evidentemente no les hace gracia.

La soledad alemana

No es el único frente que se le abre a la burguesía alemana. Grecia está jugando abiertamente con EEUU pero también presionando políticamente a cuenta de las reparaciones de guerra y amenazando incluso con confiscar empresas alemanas en su suelo. España descubrió que DT, la teleco alemana había organizado la infraestructura del referéndum de independencia catalán, algo inimaginable sin la aquiescencia directa de la canciller Merkel. Y la lista de rencores antialemanes sigue y sigue en toda Europa, desde Italia a la mismísima Austria.

Los trabajadores y el fin de la Europa alemana

La «Europa alemana» hace aguas. Pero ni los «Estados Unidos de Europa» fueron nunca otra cosa que una utopía reaccionaria, ni el incremento de las tensiones entre las burguesías continentales nos lleva a otro lugar que al peligro de confrontaciones militares cada vez más directas por mucho que el soberanismo de izquierda nos venda la renacionalización de la moneda como la salida de la crisis. De momento burguesías como la española intentan mantenerse al margen de la batalla europea, eliminando incluso los alineamientos internacionales del debate electoral. No nos engañemos: basta ver las portadas de los medios para constatar de que mientras callan sobre los conflictos de los que son parte, refuerzan y aceleran las campañas ideológicas de encuadramiento para prepararse ante «lo que pudiera venir». No podemos olvidar que el único elemento determinante que puede evitar el desarrollo de los conflictos imperialistas en Europa es la resistencia y organización de los trabajadores. Hoy es ya un freno a las tendencias belicistas, debe convertirse en la oportunidad para acabar con lo que las sostiene.