Al asalto del concepto puro
La burguesía temprana intentó cortar tajantemente con el legado del mundo feudal haciendo «renacer» el conocimiento. (Re)nacimiento porque se trataba de hacer nacer la cultura otra vez pero transportándola a un pasado lejano. Resultado: ademas de lo nuevo y rompedor también fue en muchos aspectos una marcha atrás hacia posiciones ya obsoletas que fueron aceptadas sin ton ni son. En momentos de transición y de hundimiento de un modo de producción siempre hay la tentación de caer en el fetiche del poder de las ideas, de romper con todo lo anterior independientemente de su valor...
Lo que es una tentación para la clase revolucionaria -y efectivamente lo fue para la burguesía en su juventud- puede convertirse en una estrategia desesperada para las clases reaccionarias, como es ahora la misma burguesía. Es lo que vemos con las fobias anticientíficas de la pequeña burguesía y su malthusianismo «renovado» en «decrecimiento». A la escala de una ciudad o cuando los campesinos están en contacto directo con la tierra este tipo de derivas puede ser «sobrevivible», pero a la escala de un país entero con trabajadores en una red compleja de producción -no digamos ya del planeta- puede llevar al genocidio1. Basta con observar lo ocurrido en la URSS stalinista con el rechazo total a la ciencia moderna e incluso al materialismo anterior y la adopción catastrófica del Lysenkoismo, o bien el fanatismo del «socialismo agrario» de los Jemeres Rojos. Una versión menos brutal pero igualmente sintomática es el posmodernismo y su «todo es posible».
La crítica del empirismo no es una invitación a retirarse del conocimiento empírico para perderse en el mundo de las ideas, es una crítica de las categorías y método usados para comprender y transformar el mundo. A fin de cuentas, la magia es empírica y a partir de ella crecieron muchas de las ciencias actuales, por mucho que sus fundamentos estén ya obsoletos.
Pero aquí, en el mundo de las ideas, estamos ya metidos en lo mas profundo del mundo espectral... ¿Qué demonios es materialmente un concepto? ¿Cómo podemos criticar la relación entre lo conceptual y lo «material»? ¡Fíjense en la manera en que nos vemos prácticamente obligados a enunciarlo! ¿Cómo hacerlo sin sobreentender que lo conceptual existe en un supuesto plano distinto de lo material? Y aquí volvemos al dualismo contradictorio en el que nada todo el mundo conceptual moderno. Ya no hablaremos de percepción del mundo «externo», sino que hablaremos de conceptos y nuestra percepción del mundo «interno» donde parece vivir lo abstracto. Es el mundo de la metafísica, de lo suprasensible. ¿Pero es realmente suprasensible o más bien una mala intuición, cuando no un prejuicio, proveniente de nuestro propio desconocimiento?
¿Hay sentidos «internos»?
De hecho la pregunta es, a la vista de los efectos perceptivos del entrenamiento social, absurda. No hay interno o externo estrictos, la pregunta más acuciante es: ¿Qué es un sentido? ¿Hace falta un autómata complejísimo con múltiples partes diseñadas por la selección natural durante millones de años para tener un nuevo sentido? ¿Puedo conectar una brújula a la cabeza de una rata y hacer que ésta le permita aprender un nuevo sentido si la entreno?
La respuesta es sí, sí se puede. ¿Y si proveemos a otras ratas con un nuevo sentido infrarrojo -implantado ademas en una corteza que no tiene nada que ver con la vista- para guiarse en la oscuridad? También funciona. Obviamente siempre nos quedaría la duda sobre la existencia de alguna relación con la percepción, pero los experimentos perceptivos en humanos de culturas muy distintas nos invitan a considerar seriamente ésta posibilidad. De hecho parece que el cerebro es capaz de remodelarse en respuesta a nuevos estímulos mientras tengan una base material, ya sea un ojo complejo con todas sus partes o una brújula mecánica cutre.
Pero -y aquí viene lo importante para nuestro tema- los sentidos básicos no son lo único de lo que dispone el cerebro humano. También tenemos, a un nivel algo superior, sistemas neuronales evolutivamente antiguos que nos permiten detectar regularidades y reglas muy básicas en el entorno. Y estos sistemas también están interconectados y son accesibles para el resto del cerebro.
Mística y matemática, o los números que preceden al mundo
Sin mas ambages, dirijámonos hacia la rama más abstracta del conocimiento para preguntarnos -como muchos otros antes- de dónde salen sus conceptos, más específicamente los números que usamos todos los días para cuantificar y administrar nuestro mundo. Sobre la naturaleza, divisibilidad e infinitud del conjunto de números han tenido lugar acaloradas discusiones entre los más grandes matemáticos de la Historia. De hecho durante siglos y hasta entrado el siglo XX -Georg Cantor a finales del XIX es un buen ejemplo- los problemas de teoría de números y conjuntos eran cuestiones abiertamente teológicas. Los padres del cálculo y la geometría moderna usaban también conceptos teológicos, desde Pascal hasta Leibniz pasando por Newton. Veamos como Leibniz ve el carácter divino del infinito:
Estoy tan a favor del infinito real que, en lugar de admitir que la Naturaleza lo rechaza como es costumbre afirmar, defiendo que la Naturaleza lo usa en todas partes para demostrarnos la perfeccion de su Autor. Por lo tanto creo que no hay parte de la materia que no sea -no digo divisible- sino realmente divisible; y por lo tanto la más pequeña partícula debe ser considerada como un mundo lleno de una infinidad de criaturas distintas.
Gottfried Wilhelm Leibniz
Esto es algo más que un detalle curioso, Leibniz -contrariamente a los antiguos métodos derivados de Arquímedes- usará el método de los infinitesimales en lugar de los indivisibles para desarrollar su cálculo... Causando una debacle filosófica que duraría hasta el siglo XX.
Newton y Leibniz creyeron en el carácter misterioso del cálculo que acababan de descubrir, que permitía obtener resultados verdaderos (y además realmente impresionantes en su aplicación geométrica) a partir de un método positivamente falso. Se encontraban por lo tanto autoengañados y, entusiasmados por su nuevo descubrimiento, consiguieron hacer enfadar al colectivo de matemáticos ortodoxos.
Carlos Marx, Manuscritos matemáticos.
De hecho la idea de series de números puntuales («discretos») a intervalos regulares2 obtenidos a partir de alguna regla geométrica, generalmente una división, aparece como un aspecto central de cierto relato de creación del cosmos... Un relato atribuible al filósofo al que llevamos mencionando durante varios capítulos como padre de nuestras nociones sobre lo conceptual, Platón:
El universo engendrado de esta manera ha sido formado a partir del modelo de la razón, de la sabiduría y de la esencia inmutable [...] de donde se desprende que el universo es una copia. [...] Por esta razón debe distinguirse desde luego entre la copia y el modelo, teniendo en cuenta que las palabras tienen una especie de parentesco con las cosas que expresan. Los discursos, que se refieren a objetos estables, inmutables, inteligibles, deben ser ellos también estables, inquebrantables, invencibles, si puede ser, ante todos los esfuerzos de la refutación, y esto de una manera absoluta. En cuanto a los discursos que se refieren a lo que ha sido copiado de estos objetos, como no son más que una copia, basta que sean probables mediante la analogía con el objeto. En efecto, lo que la existencia es a la generación, es la verdad a la creencia. [...]
Lo que ha comenzado a ser es necesariamente corporal, visible y tangible. Pero nada puede ser visible sin fuego, ni tangible sin solidez, ni sólido sin tierra. Dios, al comenzar a formar el cuerpo del universo, lo hizo primero de fuego y tierra. Pero es imposible combinar bien dos cosas sin una tercera, porque es preciso que entre ellas haya un lazo que las una. No hay mejor lazo que aquel que forma de él mismo y de las cosas que une un solo y mismo todo. Ahora bien; tal es la naturaleza de la proporción que ella realiza perfectamente esto. Porque cuando de tres números, de tres masas o de tres fuerzas cualesquiera, el medio es al último lo que el primero es al medio, y al primero lo que el último es al medio; y si el medio se hace el primero y el último, y el primero y el último se hacen medios, todo subsiste necesariamente tal como estaba, y como las partes están entre sí en relaciones semejantes, no forman más que uno como antes.
Platón, Timeo
Noten como la primera parte describe los dos mundos: el suprasensible y el sensible que es solo una copia del primero, así como las series de intervalos para engarzar los diferentes componentes de la realidad. La siguiente sección del Timeo describe de modo bien detallado toda una serie de números quebrados que sirven para ordenar el universo... De hecho no es que los griegos clásicos desarrollaran los números ellos mismos, tablillas describiendo un procedimiento para obtener números a partir de relaciones geométricas aparecen ya en la antigua Mesopotamia. Algo casi idéntico pasó en India y China.
¿Es algo más que palabrería del mundo Antiguo? ¿Provienen los números de un plano superior o son estos meras invenciones mentales de cada uno, como defienden algunos filósofos actuales? Paradójicamente ambas opciones son lo mismo. ¿Las invenciones mentales tienen base material o son ectoplasma volando por ahí? Porque a los números los podemos representar y ordenar mentalmente de un modo sorprendentemente similar entre diferentes personas. Si pedimos a alguien por la calle que señale con el dedo cómo representaría varios números al azar en su espacio mental o si observamos el sesgo de atención visual entre números grandes o pequeños y entre el espacio visual derecho e izquierdo, resulta que el individuo tiende a representar mentalmente los números en orden creciente y regular de izquierda a derecha. No como invenciones mentales desordenadas o de orden aleatorio. Pero entonces... ¿los números son unidades discretas y regulares, algo así como un concepto abstracto innato?
El mundo que precede a los números
¿Cómo se percibían los números antes de la sociedad dividida en clases? Podemos deducir por el uso del lenguaje que nos ha llegado a través de la literatura clásica una aproximación a la percepción de los colores en el mundo prehomérico, pero no podemos hacer experimentos mínimamente rigurosos sobre la percepción de los números con griegos de aquella época. Sin embargo, existen grupos humanos que no han estado en contacto con la Filosofía o las Matemáticas de la sociedad de clases. Veamos dos grupos de indígenas amazónicos: Los Piraha y los Munduruku. Los Piraha pueden distinguir lingüísticamente entre cantidades distintas de objetos, pero sus palabras no parecen corresponder con números en el sentido nuestro. Sus palabras para indicar cantidad se solapan entre ellas y no son discretas. Para entenderlo: matemáticamente, para nosotros 3+2=5 y 5-2=3, para ellos -puesto que se solapan los valores entre ellos- el resultado de esta operación sería cambiante a cada vez. Pero esto son solamente etiquetas verbales, corremos el peligro de que sí sean capaces de representarse mentalmente a los números como discretos, pero no sea importante para ellos verbalizarlo. Necesitamos hacer un experimento perceptivo no sesgado en lugar de preguntar por etiquetas verbales. Esto se llevó a cabo con miembros de la tribu MunduruKu, a quienes simplemente se les pidió que adivinasen repetidamente dónde caen cantidades al azar de puntos a lo largo de una línea limitada por un máximo y un mínimo. Básicamente una manera de recrear la famosa línea creciente de números de «izquierda a derecha» sin usar ni una sola pista o etiqueta verbal:
Como se puede ver en las gráficas de arriba, los estadounidenses reparten regularmente los números a lo largo del tramo... Pero los Munduruku no. Empiezan por un espaciado similar al nuestro y luego van progresivamente disminuyendo el espaciado entre los números, como si no dependiesen de las famosas operaciones geométricas y de la intercalación platónica. Y esto es chocante para un neurobiólogo, porque esta regla de cuantificación es idéntica a la observada en la respuesta de un grupo de neuronas muy especiales que se pueden encontrar desde pájaros a macacos pasando por humanos:
¿Podría ser que el entrenamiento y la educación con números remodelaran la actividad y naturaleza del mecanismo biológico original? Así parece ser según los estudios en humanos. El fantasma era material desde el principio, lo que pasa es que el cerebro humano y la conciencia no son un autómata sino todo lo contrario. Y la propia línea de «izquierda a derecha» cambia según si la población escribe de izquierda a derecha o bien de derecha a izquierda.
Incluso las representaciones mentales internas tienen una base material y no son metafísica suprasensible. El mundo conceptual y abstracto nace del entrenamiento y selección social de las bases materiales del funcionamiento cerebral y no de un dios o un espectral demiurgo creador. ¿O es la sociedad, la Humanidad y no el individuo un verdadero «demiurgo» colectivo que sólo puede actuar transformando las bases materiales de su propia existencia y percepción?
Notas
1. Nótese que nos encontramos cada vez más cerca de tal situación si no hacemos nada por superar la decadencia capitalista. Las condiciones materiales se van alejando progresivamente de las «ideales» a partir las cuales toda la administración de la sociedad capitalista fue toscamente prevista.
2. Aunque según el autor estos intervalos puedan ser «rellenados» infinitamente como sostiene Leibniz o no.