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Aceleración del caos, evolución de las luchas

24/04/2020 | Actualidad

Esta semana publicamos sobre las contradicciones de la UE, el desarrollo del autoritarismo y la vigilancia social, la caída del petróleo y las huelgas en las maquilas mexicanas. Un cuadro bastante descriptivo de la aceleración del caos que estamos viviendo y cuya escala solo ha empezado a entreverse en los medios cuando la ONU ha empezado a advertir que la hambruna que viene afectará a más de 136 millones de personas.

Europa avanza... hacia la desintegración

Si uno hacía caso a la prensa económica española esta mañana, tanto la oficialista como conservadora, la UE habría puesto en marcha un programa de dimensiones históricas a partir de la idea de Sánchez de un aumento del gasto de la UE de 1,5 billones financiado con deuda eterna. Pero bastaba ir a la TV pública alemana para descubrir que, en palabras de un diplomático germano, «los españoles siempre han tenido mucha imaginación». Austria, Holanda y otros insisten en que el dinero debe ser devuelto, Alemania que no puede ir destinado a «industrias moribundas» ¿como el turismo?. Francia, cuya prensa insignia titula que se está más lejos de un acuerdo que nunca, insiste con Macron en que «son necesarias transferencias, no créditos». En la italiana queda claro que lo que han hecho los presidentes y primeros ministros es entregarle la patata caliente a Von der Leyen sin haber aproximado un ápice posturas; y que, en el mejor de los casos, no se verá un euro en lo que queda de año.

Con una caída del PIB durante 2020 que el BCE cifra ya entre un 9 y un 15% está claro lo que significa el «tirar la pelota para delante» y por qué todas las fuentes aseguran que a Macron se le veía «deprimido». El volumen de los planes de rescate nacionales hasta ahora no ha reflejado, al ordernarse por países, el diferente impacto sanitario y económico del covid en cada uno. Muy por el contrario ha calcado las fronteras entre beneficiarios y víctimas del sistema del euro. Cuanto más tiempo tarden las medidas en aprobarse e implementarse mayores van a ser los efectos relativos. Es decir, los países «nordistas» no tienen prisa. Unos meses de espera consolidarán su poder en la UE y si finalmente imponen el endeudamiento de los estados, esa distancia se multiplicará. Ni hablemos de los «detalles» como la fiscalidad o la definición de sectores beneficiados, cuyo impacto sobre los trabajadores de los países del Sur puede llegar a ser dramático en términos tanto de poder adquisitivo como de desempleo.

Las admoniciones de Macron lanzadas desde el Financial Times hace una semana parecen ahora más realistas si cabe. La UE, de una manera u otra, acelerará su desintegración. Sencillamente los intereses de los distintos capitales nacionales están pasando de conflictivos a antagónicos. Y la recesión en marcha solo puede agravar el resultado.

Turquía recupera protagonismo

Un tema que también trató la videocumbre y que «curiosamente» solo reflejan la prensa chipriota y griega es la petición de ambos países de que la UE lanzara «un mensaje claro a Turquía». En enero, cuando Turquía anunció que licitaría la explotación de plataformas de extracción en aguas reivindicadas también por Chipre y Grecia, Mitzotakis amenazó con responder militarmente. Ahora es Erdogan el que aumenta la presión militar mientras redobla la presencia de sus buques de exploración.

Y es que Erdogan está consiguiendo zafar de la crisis interna a la que había llevado el atasco en su política imperialista utilizando el parón del Covid para hacerla avanzar. Cuando parecía que Haftar estaba a punto de conquistar Trípoli, las tornas comenzaron a cambiar para sorpresa de Berlín y París. Ni siquiera el envío de tropas sirias por Rusia consiguió parar el súbito avance del gobierno de los Hermanos Musulmanes.

¿El milagro? El soporte aéreo turco y la capacidad de su armada y marina mercante para, con ayuda italiana, superar el bloqueo europeo. Hoy Turquía es la clara ganadora y se especula ya con una retirada de Haftar a sus bases de la Cirenaica. Pero bajo la ayuda más o menos pasiva italiana se oculta una amenaza mayor: que el conflicto inter-europeo se proyecte cada vez más en las guerras que rodean al continente. La retirada de las tropas italianas de la fuerza OTAN en Lituania y los nuevos mensajes de la diplomacia rusa parecen apuntar a que Rusia es consciente de la oportunidad que eso supondría para sus intereses en el Este.

La descomposición del Bolsonarismo

En Brasil el «golpe blando» de la facción militar se está desplegando por días mientras Bolsonaro se consume en enfrentamientos contra el corazón del estado y la judicatura.

A estas alturas, el único espacio de afirmación del presidente, relegado a una función decorativa por los propios militares son... las manifestaciones de los partidarios de entregar el poder al ejército. Es decir, cada intento de afirmarse políticamente le ata aun más a la principal fuerza que erosiona su poder. Así la destitución del Ministro de Sanidad, solo pudo acabar con la entrega de la gestión sanitaria a los mandos militares.

Pero el golpe de gracia vino con la caída del real. Los militares tomaron el mando del plan de choque económico sin consultar siquiera a Guedes, el ministro que representa al mismo tiempo el núcleo pro-EEUU del gobierno y su programa de ataque directo a las condiciones de trabajo. Con Guedes marginado y sus bases evangélicas echadas en brazos de los militares, a Bolsonaro solo le quedaba apelar a la pequeña burguesía urbana movilizada en su día contra las corrupciones de Lula y el PT. El problema es que el juez Moro, el que encarceló a Lula, convertido ahora en ministro de Justicia, amenaza abiertamente con dimitir tras destituir Bolsonaro al jefe de la policía... que investigaba a sus hijos.

Pero si alguien pensaba que el gobierno militar encubierto que se consolida en el poder podía significar de alguna manera un suavizamiento de los ataques del bolsonarismo a las condiciones de vida de los trabajadores, los nuevos mandos han tenido prisa por demostrarle su equivocación. El gobierno federal ya no anticipará la ayuda de emergencia que los estados prestan a los trabajadores informales durante el confinamiento... para no aumentar su endeudamiento. El resultado inmediato es predecible. La situación catastrófica de Manaos, «al borde de la barbarie» como dijo, llorando el alcalde a la prensa mientras Bolsonaro se burlaba de los enterradores de la capital amazónica, da un ejemplo. De poco valió al alcalde hacer sus pedidos directamente al vicepresidente, el general Mourao, ni que el nuevo responsable de sanidad sea el anterior jefe militar de la Amazonia. Los militares, ahora que tienen la economía en sus manos y el viento en contra de la caída de precios del petróleo, no son menos anti-humanos que el estado y el capital brasileño al que defienden.

Aceleración del caos, evolución de las luchas

Pero mientras el caos se aceleraba en todo el mundo, las luchas de trabajadores también se multiplicaban y tomaban fuerza, como vemos en el mapa de arriba.

Donde, como en Brasil o en México, la epidemia aún está en su fase ascendente, las consignas afirman ante todo la necesidad de salvar vidas, no inversiones. En los países en los que lo peor de la pandemia parece haber pasado, las huelgas van incorporando reivindicaciones salariales y se enfrentan a los despidos de la etapa anterior. Empieza a dibujarse por tanto una continuidad entre las «huelgas del covid» y las luchas contra las «medidas de recuperación» que vienen.

Hecho importante: nunca en los últimos veinte años habíamos visto tal acumulación en el tiempo de «huelgas salvajes», es decir, luchas que para afirmarse rompen con el control sindical. Nunca tampoco había sido tan urgente la extensión de las luchas por encima de las fronteras. El ejemplo de México, una vez más, debe quedar bien presente. Vienen unos años de luchas cruciales e intensas. Y hemos de ser útiles a su avance.