
Acaba la primera fase de la que se apunta ya como la campaña electoral más larga desde 1979: desde el 15 de febrero al 26 de mayo. Un esfuerzo de movilización de masas... que, al parecer, no acaba de darles fruto. «El País» daba la alarma ayer: los «aliados europeos» temen que la burguesía española quede, una vez más estancada tras estas elecciones. Pero, ¿es verdad o solo un reclamo más a la movilización electoral? ¿Teme tanto la burguesía española no salir del estancamiento? Y lo que es más importante ¿estancamiento para hacer qué?
La hoja de ruta de la burguesía española
El elefante en la habitación no es en absoluto invisible. Todos los análisis de encuestas miran, antes que cualquier otra cosa, que el ganador no dependa de los votos de una ERC hegemónica en el independentismo catalán. El estancamiento, la impotencia que señalan con angustia los analistas, no es solo para «convalidar decretos ley». Al final, Sánchez ha demostrado que puede hacer pasar la mayoría. Debajo hay toda una hoja de ruta:
- Renovar el aparato político para volver a tener «gobernabilidad», es decir, mayorías absolutas con las que poder...
- ...Reformar la estructura territorial o al menos, la ley electoral, para evitar que los movimientos centrífugos de una pequeña burguesía agobiada por la crisis y los impuestos condenen al estado a la impotencia política; y así...
- ...Encarar una nueva oleada de medidas precarizadoras que den oxígeno a un capital nacional que no hace sino devaluarse con cada golpe de la guerra comercial y reducir sus expectativas de crecimiento; un movimiento en el que sería central para ellos...
- ...Desarbolar el sistema de pensiones para que pase de ser un gasto estatal creciente a un campo de acumulación para el sector financiero.
La opción Sánchez

Papel decisivo del independentismo vasco y catalán en la moción de censura. El «empate» sin solución entre independentistas y burguesía española ha descompuesto el aparato político español, el independentismo, a C's como su renovación y elevado a Sánchez a una presidencia impotente.
¿El «triunfo» de Sánchez podría dar paz a la burguesía española?
Pero si bien parecía que el aparato político seguiría haciendo aguas, el núcleo del estado se ha cohesionado y reforzado con el «juicio al procés». La burguesía, disfruta de un tiempo extra antes de la nueva recesión, limpia balances, prepara estrategias en el exterior para compensar resultados y... se toma con calma el show electoral. A diferencia de Portugal donde la precampaña está siendo una sucesión de escándalos, en España parece haber una verdadera tregua electoral. Lo que es más, casi el 79% de los votantes del PSOE en 2016 repetirá papeleta, el índice de fidelidad del resto de grandes formaciones no llega ni al 49%. Sánchez habría «marcado su punto» en la renovación del aparato político de la burguesía española, sus meses de gobierno habrían, según dicen las encuestas, relegitimado los métodos socialdemócratas de ataque a las condiciones de vida de los trabajadores. Es más, si al principio de la campaña todo apuntaba a un nuevo parlamento dependiente del independentismo ahora los analistas empiezan a cantar victoria.La composición del Congreso que arroja esta quinta ola abre un escenario que hasta ahora no emergía. Socialistas (136), Unidas Podemos (32), PNV (6) y Compromís (3) suman 177 diputados. Uno más, por tanto, que la mayoría absoluta. Eso supone que Sánchez no necesitaría ni la abstención ni el apoyo de ERC y JxCAT. En esta ecuación, los independentistas serían irrelevantes.

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y el diputado Íñigo Barandiaran.
Si la burguesía española da por buena la salida Sánchez, el colapso del aparato político parece que seguirá su curso. Creen que pueden permitírselo, como decíamos al principio de esta campaña
Sienten que, en ausencia de movimientos de masas de los trabajadores, no tienen frente a sí a ningún rival lo suficientemente solvente y que en cualquier caso, cuando la crisis llegue podrán apelar con éxito al sacrificio de pensiones, salarios y condiciones de vida y trabajo.
Es esa fiesta, ya en marcha, y no el espectáculo electoral, la que tenemos que aguarles.