Abstención masiva en las regionales francesas 2021
Elecciones regionales francesas 2021: se esperaba una abstención masiva, de casi un 60%... pero al final parece que no ha ido a votar ni un tercio del censo electoral. ¡La République se encuentra en peligro! gritan al alimón el ministro del interior, los editoriales de la derecha y Mélenchon. Libération dice que el problema es que falta oferta, querrían aun más colorines, Le Figaro que lo de llevar a Le Pen a las segundas vueltas para movilizar el voto bajo un antifascismo electoral ya no funciona. Los de Le Pen, con su estrella Mariani a la cabeza señalan que fueron las principales víctimas de la abstención masiva. Pero ¿qué significa?
Lo que se pretendía y lo que la abstención masiva ha venido a refutar
De estas elecciones se esperaba -y por ello habían trabajado duro desde el Elíseo- un ascenso notable del Rassemblement National, el partido lepenita renovado con vistas a las presidenciales. La perspectiva era preparar el camino para repetir el escenario de hace cuatro años, permitiendo a Macron elevarse como única alternativa y antítesis de la extrema derecha. Eso es lo que la abstención masiva de estas regionales francesas 2021 ha venido a romper.
Todos los medios se volvían a acordar hoy de los chalecos amarillos para explicar la abstención masiva. Con razón. Los chalecos -junto con el auge del racialismo, el separatismo islamista y el ascenso nacionalista en Córcega y algunas regiones de ultramar- representaron el punto más alto de la revuelta de la pequeña burguesía francesa... tan alto que amenazó con servir de detonante a un movimiento independiente de los trabajadores que finalmente despuntó de diversas formas antes de la pandemia sin llegar a superar la atomización durante ésta.
La estrategia de la burguesía francesa en torno a Macron para calmar aguas fue obviamente diferente frente a cada clase. Frente a los trabajadores no bastó para imponer la reforma macronita de las pensiones pero consiguió reinstalar a cierto punto a los sindicatos. Frente a la pequeña burguesía incluyó innovaciones participativas y una perspectiva de ganancias simbólicas y económicas a costa de los trabajadores. Y pese a todo... la vieja expresión ultra de la pequeña burguesía airada, el Frente Nacional de Le Pen, parecía recoger los frutos electorales más que ninguna otra formación. Y desde luego más que el partido de gobierno, que acabó estallando en mil pedazos.
La pequeña burguesía airada con el Covid y la abstención masiva de ayer
La pandemia vino a radicalizar -azuzada desde EEUU- a parte de esa pequeña burguesía airada hacia el negacionismo y la extrema derecha. Y ahí las ambiciones lepenitas de devenir partido de estado y los anticuerpos de la République convergieron como antes habían hecho frente a los Hermanos Musulmanes y sus aliados en los barrios.
El estado teme que los márgenes desquiciados de las expresiones políticas de la pequeña burguesía consigan enquistarse y eventualmente liderar sectores más amplios. Pero sobre todo quiere despegar y decantar a la pequeña burguesía bannonita y negacionista de la extrema derecha neoliberal, a la que aun puede integrar y a la que aspira a absorber en los partidos de estado.
La ilegalización de AfD, GI o Casa Pound -si llega a plantearse- es el contrapunto de los intentos de integración de los Vox, RN, Lega o Fratelli. El resultado, de salirles bien, será una derecha de estado rejuvenecida por la revuelta pequeñoburguesa de estos años. Una derecha que en el PP, el neo-gaullismo o la derecha italiana será belicosa a lo Kurz, burdamente anticomunista a lo Vox y legalmente xenófoba a lo Lega, CSU o populares austríacos, pero lista para tomar el relevo de los gobiernos keynesianos de ahora con una nueva campaña de austeridad.
Pero no solo se radicalizó o coqueteó con el negacionismo la pequeña burguesía lepenita. Hubo una proliferación de flash mobs por toda Francia, que desde diciembre fueron protagonizadas por la base social típica de la Francia Insumisa de Mélenchon. No en vano su himno fue el Danser Encore de HK, el grupo que había hecho el himno electoral de la formación en las elecciones anteriores. Esta vez, sus mensajes contra las restricciones y su insumisión ante las normas anticontagios apuntaban a que el fenómeno no se limitaba a aquello que venía encuadrando el lepenismo.
Y frente a estas expresiones de izquierda del mismo descontento informe, el estado y los medios franceses apostaron duro por la invención del ecologismo como alternativa política. Era entre otras cosas, una versión de la domesticación, intento de civilización incluso, de la extrema derecha pero esta vez de una capa social cada vez menos contenta con lo que veía cuando se reflejaba en el espejo melenchoniano. La abstención masiva de ayer refleja que tampoco en ese segmento funcionó.
Es decir, lo que refleja la abstención masiva en estas elecciones regionales francesas 2021 es el fracaso de la estrategia de civilización y normalización del lepenismo, pero también del encuadramiento del ala progre de esa revuelta por el republicanismo de izquierda de un Melenchon o el ecologismo. Y ni hablar del macronismo o la izquierda tradicional.
Es decir, el descontento de la pequeña burguesía francesa no cabe ya ni siquiera en sus propias expresiones políticas, ni a derecha ni a izquierda. Es el rizar el rizo de la crisis del aparato político. Ni siquiera sus expresiones de revoltosas consiguen ya dar un curso institucional a la revuelta.
La abstención masiva y los trabajadores
Como en las pasadas municipales, la abstención ha sido abrumadora en los barrios de trabajadores. Durante años los anarquistas nos han dicho que cuando se alcanzara una abstención masiva el sistema entraría en colapso... sin hacer nada. Evidentemente es falso. El sistema político está en crisis, es cierto. La industria de la opinión no ha conseguido movilizar a tantos como movilizaba antes. Pero eso no significa que el sistema esté ni más ni menos puesto en cuestión que hace un mes.
Ni cada voto efectuado es una papeleta de apoyo al capitalismo ni cada votante que no va al colegio electoral debilita al sistema. Los trabajadores decimos no al capitalismo luchando y eso se hace colectivamente, porque colectivamente es como somos explotados.
Votar aislados tras una cortina ni sirve para cambiar las condiciones de explotación ni las refuerza, dejar de votar ni las revoca ni las altera. El sistema que nos explota y el estado que organiza las condiciones generales de esa explotación no se mantienen porque haya más o menos papeletas. Sus políticas no surgen de la opinión creada -con mayor o menor éxito- por las campañas mediáticas, ni del resultado del recuento de las papeletas que millones de individuos meten en una caja en medio de un ceremonial estatal una vez cada cierto tiempo. La visión anarquista al final comulga con el dogma electoral de la religio burguesa, es su candidatura abstencionista.
Para los trabajadores la crisis del aparato político de la burguesía que la abstención masiva en estas elecciones regionales francesas 2021 señala es un dato relevante... de cara a evaluar lo que va a encontrar enfrente nuestra propia lucha. Nada sin ella.