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¿Qué destapa la pelea por el MidCat?

07/09/2022 | España
¿Qué destapa la pelea por el MidCat?
Este artículo fue elegido para el dia de hoy por los suscriptores de canal @Communia en Telegram

¿Qué es el MidCat?

El MidCat es un gasoducto que uniría la «isla energética» ibérica con Francia y a través de la red francesa con el resto de la UE.

El gobierno español resucitó el proyecto tan pronto como la UE pasó al modo economía de guerra energética. Y con el corte del suministro de gas a Alemania a través del NordStream el gobierno presidido por Scholz ha pasado a considerarlo una infraestructura necesaria para su seguridad nacional. Pero Francia se resiste y Macron afirma que es innecesario.

¿Tiene razón Macron?

Macron

Macron visita instalaciones de Areva

Macron se basa en datos aparentemente incuestionables: las dos conexiones que ya existen están al 53% desde febrero, en agosto el balance de hecho fue negativo, Francia exportó gas a España.

Pero los datos son engañosos. España importó gas de Francia no porque no existiera demanda europea, sino porque la oferta española depende del gas que compre a Argelia a través del gasoducto Medgaz. Y España viene bajando drásticamente sus compras de gas argelino (-42% hasta julio) desde que Sánchez cambió la posición española sobre el Sáhara abriendo una crisis con Argelia que, como no podía ser de otra manera, generó su propia subida de precios.

Sánchez que nunca olvida exigir la medalla al valor por hacer de bombero en los incendios que él mismo provoca, anda ahora intentando recomponer la relación con Argelia y tiene alguna esperanza de conseguirlo. Aunque el recurso a la coherción UE se acabó. La industria italiana pasó de alimentarse de gas ruso a hacerlo de gas argelino e Italia tiene mucho más que España. Aunque de facto las relaciones comerciales extra-gasísticas estén rotas y más de una empresa haya quedado colgada en Argel, oficialmente Argelia es ahora un «proveedor confiable» para Bruselas y el Consejo Europeo.

¿Tiene Francia razones propias para resistirse al MidCat?

Sí. Los márgenes de intermediación. Es mucho más rentable regasificar gas llegado en barco, poner en marcha rapidamente el gasoducto del Mosela y vender a Alemania que recibir gas mucho más barato a través de los Pirineos y aplicarles la comisión habitual. Y se coloca más capital de paso.

¿Y España? ¿Tiene alguna expectativa más que intermediar el gas argelino en Europa?

Ribera

Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica y Energía del Gobierno español

España ve en el gasoducto una doble oportunidad. En primer lugar la evidente: intermediar el gas argelino. Pero no menos importante: convertir el mayor parque de regasificación de Europa en un negocio rentable y exportar no sólo el gas natural de Argelia.

Históricamente, desde el primer gobierno González, hay una parte de la burguesía española que ha apostado con fuerza por una alianza fuerte con Argelia. Su ímpetu convirtió a España en el suelo de 1/3 de las plantas regasificadoras de la UE. Su perspectiva, convertir al país en la fuente alternativa del gas ruso para la industria europea, se vio una y otra vez frustrada por Francia que no estaba por dar paso a un competidor a través de su suelo. Resultado: el gas en España es más caro porque sólo se usa el 22% de la capacidad regasificadora... que hay que amortizar igualmente.

Eso no quiere decir que este sector pro-gasista desapareciera. Simplemente pasó a un segundo plano sin dejar en ningún momento de presionar a los gobiernos.

Me gustaría que igual que Francia ha fijado unos objetivos muy claros apostando por la energía nuclear o que Alemania ha puesto en marcha sus acuerdos para contar con un gasoducto conectado con Rusia en España marcáramos nuestros objetivos. En este sentido, es importante recalcar que el norte de África es productor de gas. Necesita estabilidad social. España tiene una oportunidad con nuestras plantas de regasificación. Podemos ayudar a todo el continente europeo.

Josu Jon Imaz, Consejero Delegado de Repsol, abril de 2021

Esa batalla ha atravesado al propio gobierno Sánchez como se vio en la OPA a Naturgy -la gasera que trae el gas de Argelia y que está participada en un 4% por la empresa estatal argelina Sonatrach- por un fondo australiano. Y aun más recientemente en el debate sobre las «taxonomías de inversiones sostenibles» en la UE.

De hecho, el gobierno Sánchez pasó a lo largo de los últimos cuatro años de una posición «anti-gas» que focalizaba la política energética en la aceleración del Pacto Verde y la atracción de capitales para fotovoltaica y eólica, a abrazar ya abiertamente las tesis gasistas y utilizar la guerra de Ucrania y el paso a una economía de guerra energética en todo el continente para presionar a Francia para ampliar la conexión de gas del gasoducto MidCat.

España cambia de política sobre el Sáhara y azuza la guerra en el Magreb, 19/3/2022

¿Qué nos revelan los giros de Sánchez de las contradicciones de la burguesía española?

Sánchez en Marruecos

Sánchez comparte harira con la familia real marroquí

La política de Sánchez en el Magreb, versión a escala de la dicotomía Atlántico-Mediterráneo, es errática porque refleja contradicciones de base en el seno de la burguesía y los intereses del capital español. Contradicciones que siguen teniendo su inevitable reflejo territorial.

A fin de cuentas España es uno de los pocos países con dos capitales de facto, dos ciudades con orientaciones muy diferentes: Madrid -el gran nodo de conexión de Iberoamérica con Europa- y Barcelona -el punto de destinto occidental de las líneas que vienen del Oriente árabe, Turquía y el Mediterráneo.

También tiene dos grandes bancos, de muy diferente vocación: Santander el mayor de todos, con sede en Madrid y cuya principal unidad de negocio es Brasil; y CaixaBank, el mayor en el mercado interno, con sede en Valencia/Barcelona y gran financiador de las ambiciones gasísticas articuladas por Repsol; gasoductos argelinos y MidCat incluídos.

El tercer gran banco, que durante años fue uno de los cinco mayores del mundo, BBVA, tiene su sede en Madrid y su principal unidad de negocio en México, pero comenzó a hacer aguas y no ha dejado de devaluarse desde que decidió apostar por Turquía como nueva área de desarrollo. Y es que orientarse a la vez al Mediterráneo y el Atlántico nunca ha sido una buena estrategia para el capital español. Repsol/Caixa tampoco pudieron sostenerla.

¿De dónde viene la contradicción Atlántico/Mediterráneo en la burguesía española?

Doña Juana la Beltraneja

Juana de Castilla, a Excelente Senhora, reina consorte de Portugal y rival en la guerra por el trono de Castilla de Isabel la Católica

La división de intereses en las clases dirigentes españolas sobre la oposición Atlántico-Mediterráneo no es ninguna novedad. Explica en parte por qué a pesar de ser una, si no la primera, expresión del estado moderno, la monarquía hispánica no sentó bases suficientes como para que la burguesía pudiera construir luego una nación cohesionada en torno a su propio programa.

El territorio que ahora se llama España se convierte en una unidad política como resultado de la guerra civil castellana de 1475, una guerra dinástica feudal que involucró de distinto modo no sólo a los reinos, órdenes militares, clero y villanos peninsulares sino a prácticamente todas las casas europeas.

Un triunfo de la opción portuguesa (Juana de Castilla, la Beltraneja) sobre la aragonesa (Isabel de Castilla) hubiera conducido a que hoy llamáramos España a un territorio ibérico muy diferente... que seguramente hubiera sido mucho más coherente en su expansión feudal. La unión de Castilla y Portugal compartía un programa de expansión atlántica común. La unión de un Aragón que miraba ante todo hacia el Mediterráneo y una Castilla echada al mar sólo podía generar tensión.

Esta tensión, una vez unificada la monarquía en la persona del Emperador Carlos I, socavaría durante casi dos siglos la estrategia dinástico-feudal de los emperadores de la casa de Austria, enfrentados al mismo tiempo a Francia y Turquía en el Mediterráneo y a Inglaterra en el Atlántico.

Pero sobre todo debilitó a la clase revolucionaria en ascenso, trastocando sus opciones de constitución como clase nacional en todo el territorio del reino. Fue así desde el minuto uno, como mostró de manera temprana el divorcio entre la guerra de las Comunidades de Castilla, la primera gran revolución burguesa europea, y las prácticamente simultáneas Germanías valencianas.

Ni siquiera la guerra de sucesión (1701-1713) y la llegada al trono de la familia Borbón con un programa absolutista, racionalizador y centralizador del estado cerrarían definitivamente una contradicción que, ligada a la geografía, volvería una y otra vez.

A partir del último cuarto del siglo XVIII, la burguesía española empezó a decantarse entre anglófilos y afrancesados, una divisioria que condensará en vísperas de las guerras napoleónicas la preferencia por dos modelos alternativos de implantación del capitalismo: a partir de una aristocracia aburguesada (Inglaterra) o de una burguesía revolucionaria (Francia).

Una alternativa que inevitablemente evolucionará a través del convulso siglo XIX para representar dos modelos de construcción nacional y orientación a mercados exteriores opuestas... que acabarán vistiendo en realidad las contradicciones territorales españolas. No es casualidad que los dos separatismos españoles aparezcan después de 1898 cuando la guerra con EEUU acabe con el comercio ultramarino a través de Cuba.

Todo ese marco se trastocará radicalmente con la primera guerra imperialista mundial. Para entender la trayectoria posterior del capital español hay un hecho que suele tenerse poco en consideración: los dos capitales nacionales que presentaban un mayor grado de competencia entre sí, Francia y Gran Bretaña, son aliados, como lo seguirán siendo hasta hoy.

Es eso lo que elimina cualquier posible ventaja para el capital español de participar en la guerra. Ninguna de las facciones burguesas o sus territorios tiene nada que ganar con Alemania -con la que no compiten y a la que no venden. Y aunque todas se presentarán como aliadófilas para marcar diferencias con los sectores latifundistas duros representados por Maura- ninguna tendrá incentivos materiales de llevar el estado a una guerra en la que, de ganar, ninguno de los aliados tendrá tampoco voluntad de entregar nada a un todavía débil capital español.

Pero la neutralidad será un gran negocio. En un tiempo récord, la burguesía española conseguirá acelerar la acumulación, fundirse definitivamente con el poder del estado y poner la base de un capitalismo de estado basado en monopolios y grandes grupos financieros. En este movimiento la burguesía de las regiones atlánticas llevará la delantera, mientras que la burguesía mediterránea, que se integrará, pero jugará un papel menor, quedará durante años en un espacio secundario. Una jerarquía que determinará durante mucho tiempo la actitud de ambos grupos hacia los nacionalismos pequeñoburgueses surgidos en su territorio: confrontación en Euskadi, frente a «comprensión» y ambigüedad en Cataluña.

La I Guerra Mundial transformará profundamente España. Los sectores extractivos -la hulla, el hierro- en el Cantábrico y el téxtil en Cataluña conseguirán multiplicar sus pedidos; pero la siderometalurgia y el naval vizcaíno consiguen resultados realmente extraordinarios.

El capital español por primera vez disfruta de una acumulación extraordinaria que, en un mundo en guerra, reinvierte en sí mismo. Siguiendo la tendencia a la formación de monopolios y concentraciones de capital propia del imperialismo, los grandes capitalistas industriales toman el poder de los bancos que a su vez se convierten en propietarios de los grupos industriales y de grandes latifundios que explotarán mediante la primera industria masiva de agrotransformación.

La burocracia del estado, ya muy entrenada en «pasteleos», se une por primera vez a los consejos de administración y engrasa la coordinación entre el capital, el campo y el aparato político. El Madrid por el que se abre paso la Gran Vía, celebra las sedes bancarias como nuevas catedrales. El capitalismo español cobra por primera vez volumen cuando la hegemonía está pasando ya al capital financiero. Pasa de la incapacidad para crear un mercado nacional unificado viable, al capitalismo de estado.

¿Qué significó el 14 de abril?, 15/4/2018

Pero ni siquiera la concentración del capital y la clase dirigente en torno al estado eliminarán la contradicción entre los intereses imperialistas africano-mediterráneos y los atlánticos que arrastra desde sus origénes. Ni siquiera en su forma más brutal y totalitaria, la del primer franquismo.

De hecho la situación que lleva a la neutralidad de España en la primera gran guerra se repite durante la segunda matanza imperialista conduciendo a una actitud similar -la «no beligerancia»- por las mismas causas: la alianza anglo-francesa. Franco, un africanista que nunca dejó de velar por los intereses del capital británico, exigirá a Hitler para entrar en la guerra no sólo Gibraltar, sino los territorios coloniales franceses desde Tanger a Orán. Algo que Hitler no podrá siquiera considerar porque incluso una Francia derrotada tenía un peso mayor que la España arrasada en un mapa de ambiciones imperialistas que miraba sobre todo hacia el este, no hacia el Sur ni el Atlántico. El imperialismo alemán veía a la Francia de Vichy como una retaguardia a cuidar ante la presencia británica en el Mediterráneo.

La contradicción entre los dos grandes mares cruza así también el siglo XX apenas amortiguada por las dificultades y debilidad del capital español como una semilla de cizaña: siempre presente y amenazante aunque no crezca. Solo los años de los gobiernos González, en el marco de los años finales de la guerra fría y la entrada de España en el Mercado Común Europeo, permitirán presentar la oposición de intereses y potenciales alianzas del eje Mediterráneo-Atlántico como una doble oportunidad, simbolizada en los dos grandes fastos de 1992: Expo en Sevilla -la capital de la expansión atlántica castellana de los siglos XVI y XVII- y Olimpiadas en Barcelona, la capital original de la expansión aragonesa en el Mediterráneo medieval.

En realidad, como no podía ser de otra manera, lejos de superar la contradicción, la época González, quizá la más feliz del imperialismo español, no hizo más que elevar de nivel la vieja contradicción originaria de las clases dirigentes españolas.

Para leer más sobre las transformaciones del imperialismo español entre los 70 y los 90 y sus repercusiones en el capital y la estructura empresarial española de hoy lee Nordismo europeo y capitalismo español, 14/4/2020.

¿Tiene salida el capital español?

Sánchez en Argelia

Sánchez en Argelia

Tras diez años de crisis, Sánchez llega al gobierno en un momento en el que las fronteras del imperialismo español se estaban achicando hasta bordear la desaparición. De hecho el primer gran viaje exterior de Sánchez dejó clara la impotencia de las fuerzas que se proponía capitanear entonces.

El capital español ya no tiene la fuerza ni la retaguardia de los años felipistas. Y el contexto global y regional no podía resultarle más adverso. Por mucho que la burguesía española evoque aquellos «años prodigiosos» de ‎acumulación‎ y expansión ‎ imperialista‎, no tiene capacidad para volver a levantar nada parecido. Lo sabe y si tuviera la tentación de olvidarlo, los agónicos traspiés de la burguesía británica se lo recuerdan cada día.

Como el Cid, se lamenta a coro cantando «¡qué buen vasallo si hubiera buen señor!», mostrando su «compromiso europeista» día sí y día también. Su estrategia en América durante los últimos años ha oscilado entre el conservadurismo del que sabe que podría soportar pocos envites y la pura y simple desinversión para tapar agujeros en casa y defender sus empresas insignia de la voracidad de sus competidores internacionales.

A día de hoy está ya lejos de poder volver a plantear una «estrategia iberoamericana» autónoma de la Unión Europea. En el futuro, más allá de treguas temporales en la guerra comercial, la perspectiva a medio plazo es hacia enfrentamientos, en principio comerciales, cada vez más violentos con EEUU, China y Gran Bretaña. Y en ellos, el imperialismo español será cada vez más escudero que caballero. Los sueños imperialistas en español, llámense «Patria Grande» o «Iberoamérica», no tienen «una segunda oportunidad sobre la tierra».

Sánchez en América, 30/8/2018

El nuevo empellón de la crisis no haría sino acelerar este proceso.

BBVA está en retirada de Iberoamérica. Tras vender fondos, AFPs y bancos en Chile, Paraguay, etc. acaba de vender su última licencia en EEUU, con la que pretende salvar el año dando dividendos a base de descapitalizarse. Repsol, anunció la reducción de exploraciones de 24 a 17 países. Naturgy mantuvo su contrato con Sonatrach (la gasística estatal de Argelia) en el último minuto y gracias a la intervención directa del estado, que movilizó al propio Sánchez hasta Argel. Su posición sin embargo está debilitada también: el gas es crucial para que el capital español pueda jugar en el Pacto verde europeo. Así que ahora las condiciones las pone el capital argelino.

Son solo algunos ejemplos, significativos pero quizás no tan dramáticos como que la balanza comercial española redujera su saldo positivo en un 92,7% en el primer semestre. Las fronteras del capital español se están achicando. Y con ellas, sus fronteras políticas -en las Américas y en Bruselas- e incluso físicas -en Gibraltar y Africa- empiezan a verse en cuestión.

Las fronteras en retroceso del capital español, 22/12/2020

Acosado por todos lados, buscando ya capitales -en vez de exportarlos- Sánchez se hizo dolorosamente consciente de que «para volver a recuperar capacidad negociadora frente a Bruselas y Washington tiene que reforzar el papel en Iberoamérica de los campeones españoles».

Pero casi inmediatamente después, estalló la crisis con Marruecos que acabó en el giro exigido por el Majzen respecto al Sáhara y el consiguiente aumento sostenido de tensión con Argelia, agravado por un discurso neo-africanista ante la OTAN que apuntaba de nuevo a una Argelia... a la que ahora Sánchez necesita dar bálsamo sin molestar a Rabat para poder jugar en el negocio del gas a torciendo el brazo de Francia.

Es difícil imaginar un acúmulo mayor de contradicciones imperialistas. Rumbo colisión con Francia e Italia para defender un potencial negocio argelino... minado por su propia debilidad ante Marruecos y EEUU a la hora de defender sus propios intereses en la excolonia saharaui. Y al mismo tiempo impelido a mantener e incluso desarrollar posiciones en una América del Sur cada vez más rasgada por el conflicto imperialista China-EEUU, que sufre una combinación cada vez más aguda de crisis política y crisis económica al modo característico de los países semicoloniales.

Sánchez, en tanto que representante de los intereses conjuntos del capital español, obligado a jugar a una cosa y su contraria, solo puede redoblar apuestas como forma de arrastrar a los capitales españoles a una reedición en harapos de la política de González: otanismo balsámico frente a Washington, iberoamericanismo orientado a privatizaciones y compras en Sudamérica, africanismo gasístico y europeismo redefinido como germanofilia interesada y regateo permanente con Francia.

Es decir, si quiere evitar que reboten en forma de conflicto territorial interno, sólo puede aumentar el nivel de las contradicciones imperialistas que su propia política genera. Y no es algo menor.

El ‎imperialismo‎ no es un juego. Todos esos afanes, avances, alianzas que cada estado organiza en defensa de su capital nacional, no se dan sobre un tablero de cartón ni en la irrealidad de una serie de fantasía. Dejan un reguero masivo de muertos muy reales, siembran hambrunas que no lo son menos e impulsan la ‎pauperización‎ masiva de los trabajadores en cada país. (...)

No, el ‎imperialismo‎ no es un juego de aventuras que se desarrolla en paisajes exóticos y salas de mando donde el nivel de abstracción hace invisible el hambre y la sangre. Es la cotidianidad de nuestras vidas y su amenaza. Es el día a día universal de un ‎capital‎ que no encuentra mercados suficientes para dar rienda suelta a la ‎acumulación‎ y destruye las capacidades que ‎ organiza socialmente‎, la principal de ellas, nosotros, la ‎fuerza de trabajo‎.

El imperialismo no es un juego, 17/07/2020