7 razones por las que una III Guerra Mundial es más probable de lo que piensas
La guerra comercial. Todas las guerras comerciales hasta ahora se han convertido en guerras de divisas primero y en guerras mundiales abiertas después. La guerra comercial se está desplegando con fuerza y sin pausa.
La crisis económica, solo amaina donde se consigue un incremento de las exportaciones, lo que recrudece a cada paso la guerra comercial, convertida ya en el principal elemento de inestabilidad global y en motor directo de la precarización de las condiciones de vida en todos los países. Sí, también Sudamérica. El grado de profundidad de la crisis actual es tal que aparecen señales de inviabilidad del sistema financiero y los mismos estados europeos empiezan a considerar medidas de «capitalismo de guerra» tan extremas como centralizar todos los depósitos en los bancos centrales.
La concepción estratégica de los ejércitos ha cambiado en este marco, ahora se entienden y definen abiertamente como herramientas de presión directa en la guerra comercial, algo que no se decía abiertamente desde los años treinta.
El desarrollo de fuerzas centrífugas dentro de cada estado que, en la lógica de lo anterior, se acrecentan por la voracidad competitiva y estratégica de sus rivales. El grado de tensión es diferente en los países centrales y en los periféricos, pero tiene fuerza sobrada ya para arrasar países como Yemen o romper bloques comerciales tan aparentemente sólidos como la UE.
Los conflictos que involucran a más de dos potencias están multiplicándose. Los ejemplos son terribles y cercanos: Yemen, Siria, Corea... No son guerras en las que dos grandes potencial globales o regionales se enfrenten mediante «proxies», son guerras con alianzas cambiantes entre tres o más imperialismos en juego y una tendencia a la extensión. No solo está ya el ejemplo de Turquía, Rusia o Irán. En el Pacífico, donde EEUU, China, Rusia y Japón convertían ya el conflicto coreano en un juego de equilibrios difíciles e inestables, aparecen nuevos agentes como Australia en fricciones con China que involucran la fuerza militar desde el primer momento.
Las armas nucleares vuelven a crecer. No solo se renuevan los viejos arsenales y hay más estados que las desarrollan, como Irán, Pakistán o Corea; hay verdaderas carreras nucleares regionales en marcha y un «rediseño» que va desde la mejora tecnológica contra los «escudos antimisiles» hasta la aparición de nuevos tipos de arma nuclear pensados para su uso en conflictos localizados.
Cada vez son más las potencias que hacen suya la retórica del miedo a «quedar descolgados». La experiencia histórica desde el siglo XIX y la guerra franco-prusiana, nos dice que los grandes estallidos bélicos se producen cuando un capital nacional o una alianza de ellos encuentra que sus rivales están en posición de obtener ventajas permanentes e insalvables en el tiempo. Es el miedo a perder la «competitividad» global al punto de pasar a una posición subalterna de manera permanente la que sirve de espoleta a los conflictos. Hoy países como Rusia, Australia o Gran Bretaña discuten abiertamente esta posibilidad y sobre ella dan forma al conflicto con sus rivales.
¿Hay alternativa?
El desarrollo de la guerra imperialista es una realidad indiscutible. También lo es que podemos enfrentarla. La Historia nos ha dejado unas cuantas lecciones. La principal: la tendencia hacia la guerra solo se detiene ante la extensión de las luchas de trabajadores. Hoy por hoy, el destino de la escalada bélica se juega en las movilizaciones de clase que despiertan desde Irán a Túnez, desde Europa a EEUU. El pacifismo y la «legalidad internacional» son parte de la guerra. No podemos tener ni alimentar esperanza alguna en la capacidad del capitalismo para «moderar» sus tendencia hacia la guerra y esperar que «no ocurra lo peor». Bajar la guardia ante cualquier nacionalismo por pequeño que sea, alinearnos con cualquier capital nacional, significa reforzar el imperialismo, desarmarnos ante él y convertirnos en parte del esfuerzo de guerra. La lucha contra el capitalismo y la guerra pasa por enfrentar a toda la burguesía en cada lugar y desde nuestro propio terreno de clase.