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4 posiciones básicas del marxismo sobre la Guerra y el Internacionalismo

11/05/2018 | Fundamentos

El enemigo principal está siempre en el propio país. La posición básica del marxismo desde 1914 en que estalla la primera gran guerra imperialista, la posición internacionalista, es «conversión de la guerra imperialista en guerra de clases». Eso es lo que pasó en Rusia en 1917 y en Alemania en 1919. Por eso la primera gran matanza del capitalismo imperialista no «se acabó», fue detenida por la lucha de clases. No hay otra manera y, como ve ya Lenin en 1914:

Para embaucar al proletariado y distraer su atención de la única guerra verdaderamente emancipadora, es decir, de la guerra civil contra la burguesía, tanto de su «propio» país como de los «ajenos», la burguesía de cada país se esfuerza, con frases mendaces acerca del patriotismo, por enaltecer el significado de «su» guerra nacional y por asegurar que aspira a vencer al adversario no en aras del saqueo y las conquistas territoriales, sino en aras de la «emancipación» de todos los demás pueblos, salvo el suyo propio.(...)

La transformación de la actual guerra imperialista en guerra civil es la única consigna proletaria justa, indicada por la experiencia de la Comuna, señalada por la resolución de Basilea (1912) y derivada de todas las condiciones de la guerra imperialista entre los países burgueses altamente desarrollados. Por muy grandes que parezcan las dificultades de semejante transformación en uno u otro momento los socialistas jamás renunciarán a efectuar un trabajo preparatorio sistemático, perseverante y continuo en esta dirección, ya que la guerra es un hecho.

Solo siguiendo esta vía podrá librarse el proletariado de su dependencia de la burguesía chovinista y dar, en una u otra forma y con mayor o menor rapidez, los pasos decisivos hacia la verdadera libertad de los pueblos y hacia el socialismo.

Lenin. La guerra y la socialdemocracia de Rusia, 1914

Solo hay un «bloque» agredido -los trabajadores y el futuro de la Humanidad- solo hay un agresor: el capitalismo global imperialista. En toda guerra imperialista, cada beligerante, igualmente imperialista así sea más o menos débil, intentará convencernos de que es su rival el «culpable», el que «viola la ley internacional» y persigue fines imperialistas. Usará el pacifismo, el chovinismo, el legalismo, todas las trampas nacionalistas... para presentarse como víctima y reivindicar el «derecho de defensa contra el agresor imperialista». Pero en la era imperialista no hay «defensa nacional» posible.

En la discusión acerca de las causas generales de la guerra y su significación, no se trata de resolver el problema del «culpable». Alemania ciertamente no tiene el menor derecho de hablar de una guerra de defensa, pero Francia e Inglaterra no tienen mayor justificación. Ellos tampoco protegen su existencia nacional, sino su existencia política mundial, sus viejas posesiones coloniales, de los ataques del advenedizo alemán.

Rosa Luxemburgo. La crisis de la socialdemocracia (Folleto Junius), 1916

No nos interesa quién atacó primero, quién es el «agresor» ni las «razones» de cada capital nacional involucrado. Porque la cuestión de fondo es que el imperialismo no es una política de un estado o de un grupo de estados determinados, es una fase del desarrollo capitalista global, un grado de desarrollo del capitalismo como un todo. Y el todo determina a las partes: no hay estado o burguesía que no sea imperialista porque ninguna de ellas puede hacer abstracción de las condiciones generales. Ningún capital nacional puede desarrollarse libremente dentro de sus fronteras estatales, necesita «salir» -y por tanto jugar y chocar en el juego imperialista global- para asegurar las condiciones de su propia reproducción y acumulación.

La «defensa nacional» y la «resistencia nacional» frente al invasor son formas de encuadramiento imperialista. Ya no hay «guerras nacionales» defensivas. No puede haberlas, el capital nacional ya «no cabe» en el mercado y el estado nacional. Incluso una guerra entre facciones burguesas de un mismo estado o una guerra de «liberación nacional», no pueden sino convertir en «proxies», en intermediarios de imperialismos más fuertes, a las partes locales involucradas.

En esta era de imperialismo desatado ya no pueden haber guerras nacionales. Los intereses nacionales sirven únicamente como pretexto para poner a las masas populares al servicio de su enemigo mortal: el imperialismo.

Rosa Luxemburgo. Las tareas de la socialdemocracia, 1916

Por eso hoy, solo puede haber guerras imperialistas o revoluciones. En las guerras entre estados capitalistas, las guerras inter-imperialistas, el mismo imperialismo que las mueve ha vaciado de significado la «defensa nacional»... y la «liberación nacional».

Si el término «nacional» permaneció, su contenido real y su función se han convertido en su contrario; actúa sólo como mísera tapadera de las aspiraciones imperialistas y como grito de batalla de sus rivalidades, como único y último medio ideológico para lograr la adhesión de las masas populares y desempeñar su papel de carne de cañón en las guerras imperialistas.

Rosa Luxemburgo. La crisis de la socialdemocracia, 1916

Por eso Toda idea de colaboración de clases durante la guerra, de «defensa nacional», de «liberación nacional», de «unión sagrada», hace posible y apuntala la guerra y las tendencias hacia su extensión. Solo sirve para encuadrar a los trabajadores en su propia matanza a manos de otros trabajadores igualmente descarrilados de su propio interés de clase. Es la negación máxima y más evidente del internacionalismo. El internacionalismo no consiste en defender a un mismo imperialista en distintos países, incluso por encina de las líneas de frente de la guerra, sino en enfrentar como una única clase universal a todas y cada una de las burguesías en liza, todas ellas imperialistas. Significa entender de una vez que «el proletariado no tiene patria» y obrar en consecuencia, como un único sujeto político global con su propio programa y objetivos: el comunismo. Internacionalismo es, como apuntaba G. Munis:

Solidaridad del proletariado mundial como unidad frente al capitalismo internacional. Solidaridad tanto en las ideas como en los hechos, dirigida contra la nación y el patriotismo en primer término, países coloniales incluidos. No puede existir interés superior al del proletariado mundial, ni siquiera el de un país donde la revolución hubiese triunfado. Los internacionalistas combaten con igual saña a los dos bandos contendientes en las guerras imperialistas locales tanto como en las guerras de carácter mundial, y señalan como traficantes de carne humana a los respectivos parciales y propagandistas. Proponen y se esfuerzan en organizar la acción de los explotados, en el frente y en la retaguardia, contra sus respectivos gobiernos y mandos militares. Toda defensa nacional -incluso en su grado de resistencia - encubre la explotación y la opresión. El enemigo inmediato está, para cada proletariado, en su propio país; hostilizarlo al máximo es condición para desencadenar la lucha del proletariado en otros países y emprender, unidos, la destrucción del capitalismo en todo el mundo.