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¿Nos jugamos algo el 23J?

17/07/2023 | España
¿Nos jugamos algo el 23J?

¿De qué van las elecciones del 23J?

El PSOE haría «mejor servicio» a la burguesía española pasando a la oposición

A una semana de las elecciones todos los analistas -y las estructuras de los partidos- dan por hecho el fin del sanchismo en un marco en el que:

Todo prepara una nueva austeridad, comenzando por la reforma a plazos de las pensiones, un nuevo empujón al desmontaje de la Sanidad y el sistema educativo.

«¿Será 2023 el fin del sanchismo?», 18/12/2022

La idea que parece ser ya consenso en los círculos de la clase dirigente es que una derrota -a ser posible no muy apabullante- de la coalición de facto entre PSOE y Sumar, convendría a la gobernabilidad porque evitaría desgaste institucional. Dicho en claro: permitiría presentar, una vez más, el acelerón de ataques a las condiciones de vida de los trabajadores que imponen el desarrollo de la crisis y la guerra como el producto de una derecha neoliberal mientras se rehace la izquierda como falsa alternativa.

Un Gobierno PP-Vox, convencido de la necesidad de realizar ajustes y obligados a ellos, puede encontrarse con una animadversión social doble, en lo material y en lo cultural, que tendrá dificultades para ser manejada. Además, se producirían efectos llamativos, porque los impuestos se verían obligados a defraudar las expectativas de sus propios votantes : habría que subir directos e indirectos, y encontrarían nuevas formas de recaudación (y ya se está hablando de los peajes de las autovías) que dañarían a Esas clases medias que están apostando electoralmente por las derechas.

Sería, por lo tanto, un escenario adecuado para que una izquierda que acaba de perder las elecciones se recompusiera a partir del combate con esa derecha que regresa a la austeridad y que vuelve a utilizar la fórmula de la crisis de 2011. Parecería incluso beneficioso para la izquierda no conservar el Gobierno, y que sean las derechas las que afronten los tiempos duros.

Lo que todo el mundo político está pensando sobre el 23-J (y lo que no dicen), Esteban Hernández en El Confidencial

En pocas palabras: en la nueva etapa de austeridad y recortes públicos que se abre, el PSOE es más útil al capital español presentándose como alternativa a la austeridad que imponiéndola.

Los partidos de estado vuelven a controlar sólidamente el Parlamento

La burguesía española arrastraba una larga crisis de su aparato político que tuvo en la proclamación fake de la independencia catalana su punto álgido. La revuelta electoral de la pequeña burguesía (independentismo, localismos, ascenso de Podemos y Vox) tradujo esa crisis en parlamentos inestables y alianzas inéditas que las elecciones de 2019 no consiguieron superar.

Desde entonces, PSOE y PP, los partidos de estado, se dividieron el trabajo para llevar los parlamentos hacia una vuelta al orden. El sanchismo, parece haber dado con éxito el «abrazo del oso» a Podemos dejándolos «colgados del gobierno sin dónde apoyar los pies». Los resultados autonómicos de 2020, que acabaron con las confluencias y las elecciones madrileñas de 2021, con el sorpasso de Errejón y la inmolación sin honores de Iglesias, abrieron el paso a la entronización de Yolanda Díaz y la conversión de la izquierda del gobierno en una muleta de fácil integración por el PSOE.

Por su parte, el PP que en aquellas elecciones parecía ver abierto el camino para librarse del lastre Vox, tras un estallido no exento de peligros para la burguesía española, encontró su camino en la vía Feijoo y lo refrendó en las elecciones andaluzas de 2022. Fue el momento crítico.

La derecha ha demostrado que la estrategia Feijoo puede servir para alcanzar lo que la clase dirigente entiende como «vuelta a la normalidad»: un bipartidismo de partidos de estado con fuerza suficiente como para no necesitar de ninguna de las expresiones de la revuelta pequeñoburguesa en el parlamento nacional. Ni Vox, ni independentistas catalanes o vascos.

El PP parece haber conseguido finalmente capitalizar el miedo creciente -y lógico- de la pequeña burguesía ante la crisis y el caos productivo, prometiendole que la «tranquilidad» y la «serenidad» producirán «prosperidad» por arte de magia. Al menos en Andalucía parece haber funcionado, así que el resultado electoral de ayer abre el camino hacia la Moncloa para Núñez Feijoo, pero sobre todo sienta las bases de una reconstitución del aparato político de la burguesía española en torno a los dos grandes partidos de estado.

Porque, con el resultado electoral en la mano, la clase dirigente española empieza a ver en la vía Feijoo el camino para recuperar su agenda política y armar un parlamento que le permita encarar la recesión que viene sin que la pequeña burguesía entorpezca la ejecución de medidas estratégicas o le de sustos como el intento secesionista en Cataluña.

Elecciones andaluzas 2022, 20/6/2022

En estas elecciones, si se confirman los sondeos, Podemos desaparecerá como fuerza independiente y Sumar andará en torno a unos 25 diputados (un nuevo suelo tras los 35 de UP + los 3 de Más País/Compromís de la legislatura que se cierra). Y a la derecha, Vox pasará de los 52 actuales a algo cercano a los 30, lo que le dejaría como el partido con más escaños perdidos. Su incorporación a los gobiernos regionales y, si llega el caso, al gobierno central se parece demasiado a lo que el gobierno Sánchez hizo con Podemos como para pensar que sea un ascenso. Desde el punto de vista de la clase dirigente española, estamos a un paso de la normalización total.

El sanchismo ha impuesto el nuevo modelo productivo que quería la burguesía española por la puerta de atrás

Para rematar, el gobierno que llegue tras estas elecciones va a encontrar hecha por Sánchez y Díaz la parte esencial de la agenda de reformas que formaba la hoja de ruta pendiente de la clase dirigente española. En lo fundamental:

  1. Un nuevo modelo productivo que garantiza refugio de las crisis a los grandes capitales nacionales en torno a la energía, la industria militar y el Pacto Verde.
  2. Una reducción masiva de los salarios reales por mecanismos ya automatizados -con la colaboración sindical- que posibilita la continuidad del trasvase de rentas del trabajo al capital.
  3. La incorporación de la pequeña burguesía corporativa (en las grandes empresas) e intelectual (vía políticas de identidad) al reparto de una parte de las rentas del trabajo transferidas al capital, lo que permite un cierto «colchón» de consenso entre las «clases urbanas» y, en el caso de la pequeña burguesía universitaria y creativa está en la base del giro del podemismo al yolandismo.
  4. La normalización de una política de cohesión social centrada cada vez más exclusivamente en «los más desfavorecidos» que prepara el fin de la universalidad de los sistemas educativo, sanitario, etc.

Por eso hoy, gobiernen PSOE-Sumar o PP-Vox, el objetivo compartido por todas las fuerzas es básicamente el mismo:

Pero ¿el gobierno no ha mejorado las condiciones de «la clase media y trabajadora»?

Hagamos un breve repaso a la lista de conquistas que presentan Sánchez y Díaz en sus comparecencias:

Elecciones: entre ceremonia religiosa y circo bufo

No es de extrañar que según los sondeos la participación electoral de los menores de 24 no llegará al 55%. Los sociólogos dicen que tienen «una sensación de mundo desequilibrado y desordenado, y para manejarse en él han preferido centrarse en lo cotidiano, en lo que les afecta», en vez de en unos políticos que no ven «conectados a su realidad».

Pero el hecho es que a su manera retorcida lo están en el terreno del maquillaje, de la prestidigitación, de la magia, ese terreno que llena las tertulias televisivas con palabras gruesas, mentiras y descalificaciones, como ya vimos en el debate a dos entre Feijoó y Sánchez. Mientras, el capital nacional sigue a lo suyo y nuestras condiciones de vida se erosionan mes tras mes.

Unas elecciones no van a cambiar la hoja de ruta del capital español. Ni el capitalismo va a cambiar de naturaleza porque haya un gobierno u otro, ni va dejar de ser más arrasador cada día porque haya unos partidos u otros en el parlamento. Esto no va de quién es el conductor de la apisonadora ni del modo en que quiera conducirla. Esto va de que es una apisonadora, no tiene marcha atrás y ya nos pisa. Ningún cambio de conductor nos va a salvar de ser aplastados. Quedarnos quietos viendo cómo nos pasa por encima tampoco es opción. Solo podemos enfrentarla.