1º de mayo... ¿sin trabajadores?
Este 1º de mayo no hubo procesiones sindicales en las calles. Cientos de huelgas en todo el mundo mostraron sin embargo que no hay otra alternativa que aquella que se hace presente en cada lucha de los trabajadores.
No echamos de menos la representación procesional del encuadramiento sindical. Durante los últimos ochenta años los sindicatos nos vendieron el 1º de mayo como una celebración de nuestra condición, pretendiendo que eso estaba en continuidad con el origen de las movilizaciones. La realidad histórica había sido, a decir verdad, la contraria. Las Internacionales movilizaron a un proletariado que luchaba por dejar de serlo, por imponer las necesidades humanas universales como principio organizador de la sociedad. Los sindicatos, 1º de mayo tras 1º de mayo nos repitieron que su responsabilidad -que pretendían nuestra- es que las empresas dieran beneficios «para poder repartir» sin que nada cambiara. El 1º de Mayo de las últimas décadas era un ritual vacío, un ceremonial burocrático en el que el ambiente de feria campestre ahogaba toda posible expresión independiente o incluso discordante de la clase.
Este 1º de mayo la burguesía celebra nuestra invisibilización total como clase confinada. En su mensaje, los trabajadores, rebautizados ahora como «los más vulnerables», ni siquiera tuvimos una procesión para «representarnos». La referencia en las portadas de los medios es mínima. Pero la realidad es muy otra.
Está comenzando una nueva etapa de recesión económica y crisis política a nivel mundial. Todas las contradicciones del sistema han acelerado con la pandemia y la capacidad del capital para recuperarse va a depender de su capacidad para imponer una transferencia masiva de rentas del trabajo al capital en cada país. Las pérdidas y las necesidades del capital son aun más brutales que en 2009. Pero a diferencia de hace diez años, entramos en esta nueva fase con una clase trabajadora que se ha movilizado bajo un programa de reivindicaciones prácticamente universal y que en no pocos casos ha tenido fuerza suficiente como para superar a los sindicatos y torcer el brazo a empresas y gobiernos. No ha sido siquiera el primer acto. Ha sido la obertura.
Por eso, este año no vamos a hacer un comunicado propio. Adherimos al comunicado de los compañeros de «la Antorcha», una organización de jóvenes comunistas que representa mejor que ninguna otra organización que conozcamos el impulso que nuestra clase está germinando ya y que es la única esperanza de nuestra especie.