19 de julio en el mundo
Hoy es 19 de Julio, 84º aniversario de la revolución de 1936. Una fecha cuyo significado histórico va mucho más allá de la historia española y que en la historia española impuso una cesura tan profunda que todavía hoy el estado moviliza leyes y recursos en masa para intentar convencernos de que no existió, que no hubo una revolución de los trabajadores sino antifascismo y defensa de la democracia. No es siquiera un fenómeno único. Este año, en Corea del Sur, se celebraba el 40 aniversario de la Comuna de Gwangju con grandes fastos estatales intentando transformar una insurrección obrera masiva en una lucha por la democracia. En la batalla por la memoria, las clases dominantes no toleran otro cuento que el que llaman democrático. Y la perspectiva es que esta implantación de memoria tenga cada vez más recursos y más importancia en la propaganda estatal, porque las mismas fuerzas tras el 19 de julio o Gwangju, están en marcha de nuevo. Y eso aplica también a los países que sufrieron en primera línea la contrarrevolución stalinista, la misma que truncó la revolución española, tanto en su forma original como en sus derivados chinos.
Hoy en China el paro sigue siendo excepcionalmente alto: un 5,7% sin tener el cuenta a los migrantes internos que podrían tranquilamente doblar las cifras. El consumo de bienes de primera necesidad, la medida que el capitalismo da del nivel de satisfacción de las necesidades básicas, se ha despeñado casi un 2%, igual que los ingresos per capita en las zonas urbanas. Y como hemos ido siguiendo semana a semana, todo va acompañado de un incremento de las tensiones militares en las fronteras y de un bombardeo nacionalista masivo y parejo al incremento del control y la represión en todos los ámbitos. Y sin embargo, el viejo fantasma de la lucha de clases resulta incontenible: huelgas y manifestaciones de trabajadores se están multiplicando en el último mes, desde la construcción a los riders y desde la automoción a los choferes.
Rusia, en pleno remozo del aparato político del régimen, no es tampoco una excepción. Por todo el país, los trabajadores migrantes protestan porque no se pagaron sus salarios y ni siquiera pueden volver a protegerse de la pandemia en sus casas. El aeropuerto de Moscú entró en huelga espontánea anteayer y salían las primeras noticias de la huelga en nueva torre de Gazprom en San Petesburgo. Desde los trolebuses de Saratov hasta las plantas gasísticas del Amur, pasando por los recogedores de basuras de medio país, el goteo de movilizaciones y huelgas está convirtiéndose en riada.
Podríamos seguir continente por continente y país por país. En unas semanas tendremos una nueva infografía sintetizando el mes que aun no hemos acabado. Pero no es lo importante hoy.
Es verdad que ochenta y cuatro años después de la Revolución española, cuando ya no puede ser memoria más que para unos pocos ancianos, tenemos que resistir que nos cambien la historia por una memoria democrática implantada. Pero sobre todo tenemos que rechazar que quede confinada en la historia. Las fuerzas que movieron aquella insurrección masiva, capaz de derrotar a la vez a la República democrática, a los militares golpistas y al fascismo, siguen estando presentes y se afirman cada vez con más fuerza en todo el mundo. La Revolución española, sus lecciones y lo que significa, importan no por lo quedó atrás, sino por lo que nos espera adelante. No es memoria ni historia, es futuro.