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15M

15/05/2021 | Historia

¿Qué queda del 15M una década después de la acampada en Sol? ¿Qué fuerzas sociales dieron forma a aquel movimiento?

El 15M de 2011

Primer día de la acampada en Sol tras el 15M

El 15 de mayo de 2011 estaba convocada en la Puerta del Sol de Madrid una manifestación contra la Ley Sinde, el último regalo del gobierno Zapatero a la industria cultural y su obsesión contra la piratería: un endurecimiento represivo de las leyes de propiedad intelectual. En ese contexto dos plataformas virtuales medían su capacidad de movilización por primera vez: No les votes y Democracia Real Ya. Sus animadores habían preparado convertir las concentraciones en una ocupación permanente siguiendo el modelo de la plaza de Tahrir en El Cairo que en ese momento era la referencia mediática mundial. Pero, no siendo tantos, la policía los desaloja al final del día.

La respuesta de las plataformas fue convocar nuevas acampadas extendiendo el movimiento por todo el país. Normalmente la manifestación y su desalojo hubieran recibido un bloqueo informativo generalizado en la prensa y los medios nacionales. Pero estaban convocadas elecciones locales una semana después, el día 22. El salto a los medios da visibilidad a la protesta y lo coloca en un nuevo marco en el centro de la política española del momento. Aire y modernidad para una campaña electoral que estaba mostrando que ya se había erosionado mucho la capacidad de encuadramiento de los partidos.

El País recoge las concentraciones al día siguiente, interpretándolas ya en una causa general, olvidando su origen y dando protagonismo por primera vez a un grupo de la universidad [Complutense]: Juventud sin Futuro, el núcleo de lo que años después será Podemos. Dos días después empezará a interpretar y generar ideología y límites en un famoso editorial en el que utiliza por primera vez el apelativo indignados intentando ligar las movilizaciones a un ensayo tremendamente rancio que su grupo editorial está intentando vender en ese momento. Desde entonces le dedicará casi 600 artículos.

Es una jugada importante: ante un movimiento que pronto quedó a caballo entre un happening artístico y una deliberación masiva, el apoyo en las encuestas y las manifestaciones de apoyo -que llegarán a tener más de un millón de participantes- se articularán alrededor de la interpretación de El País. Fuera de España, se les conocerá como indignados cuando nadie en las plazas se definía así. Y en el día a día de Sol y otras plazas empiezan a aparecer pronto ecos de la interpretación mediática.

15M se convierte en #AcampadaSol

Acampada en Sol en la mañana del 16 de mayo de 2011. Se despliega la profusión de consignas y versos que sería característica del movimiento 15M

Mientras duraron la acampada de Sol y sus equivalentes en otras ciudades, el movimiento se parapetó de la interpretación mediática mediante la indefinición. Frente a cualquier discusión con pretensiones programáticas se aducía que en el movimiento hay posturas de todo tipo. Ante todo intento de acendramiento en alguna de las infinitas comisiones se agitaba el peligro de la instrumentalización.

Esta dinámica, que impide todavía hoy asociar el 15M a un programa, se impuso desde los primeros días y hoy puede verse como una estrategia plenamente alineada con lo que Iglesias y Errejón, siguiendo a Laclau, llamaban crear pueblo. Todo cabía porque lo importante era sumar y hacer virtud de las posibles contradicciones. A todo se daba un lugar a base de crear comisiones y grupos de trabajo ad hoc. Aparecieron hasta comisiones de biodanza y diversidad funcional, cada una con su tienda, sus tablones de consignas abiertos a cualquiera y sus asambleas con código de gestos para evitar el ruido de los aplausos y las quejas.

El conjunto tomó así la forma de un verdadero bazar de las ideas que todo tipo de personas visitaba animado por la cobertura mediática. Sol se convirtió en el gran centro de demostraciones de una expresión permanente de descontento frente a todo pero sin apuntar a ningún lado, en el think tank de un proceso deliberativo temeroso de apuntar a ninguna reivindicación o lucha concreta. Un gran happening ideológico que desde el principio permitía ver con bastante claridad que ahí estaban gestándose nuevos discursos y liderazgos de una renovación en ciernes del aparato político español.

Más allá del ambiente de laboratorio de ideas y estéticas, saltaba a la vista el peso del estudiantado y de los barrios de la pequeña burguesía intelectual y la bohemia del centro de Madrid. Los paseantes que llegaban se sorprendían por la tremenda cantidad de fotógrafos -acampados alrededor de la treintena que habían hecho un caro curso de fotografía en una academia privada- que participaban en las comisiones y por los impresionantes modelos que cargaban.

Se comentaba la falta de trabajadores y especialmente de migrantes que contrastaba con la profusión de comisiones sobre cuestiones identitarias. La comisión de migraciones agrupaba estudiantes extranjeros angustiados por unas becas que se agotaban y unos visados que no les permitían trabajar, no por la campaña de expulsiones de trabajadores irregulares que entonces se llevaba a cabo en el campo ni por aquellos siniestros carteles del gobierno que ofrecían ayudas a los trabajadores sin pasaporte que quisieran volver a casa. Pocos, muy pocos trabajadores migrantes se vieron por Sol en aquellas semanas.

No era solo un hecho demográfico. Las conversaciones de la comisión de vivienda giraban en torno a la necesidad y las maneras de garantizar el derecho a la propiedad. Buena parte del protagonismo temático acabó recayendo en una pueril e inacabable discusión sobre modelos de participación electoral. Y las consignas, siempre expresivas, nunca de acción, ni siquiera cuando empezó a fantasearse con una huelga general, ponían su foco en el eterno tema de la pequeña burguesía: el coste de la corrupción al que se apuntaba una y otra vez como causante de lo que, a todas luces era una crisis general del capitalismo.

Todavía hoy en el recuerdo y el análisis que difunden a través de los medios los primeros animadores de aquello queda bastante claro el trasfondo:

Llegó un momento en que estábamos hasta las narices. Veníamos de la crisis de 2008, cuando se certifica que [somos] una generación que es la primera generación que va a vivir peor que sus padres. Has estudiado tu carrera universitaria con tus sueños, tus proyecciones de vida y... pues no puede ser, no puede ser no porque tu no quieras sino porque no hay una salida justa a una crisis económica de la cual no hemos sido nosotros y nosotras las responsables.

Lara Hernández

¿Qué fuerzas y clases sociales emergieron bajo el 15M?

Cerco al Parlament de Catalunya por la asamblea local del 15M. El shock que produjo en el catalanismo acabó en la reorientación independentista del núcleo de partidos nacionalistas que desembocó a su vez en la crisis de 2017.

Por su composición social y por la agenda socio-política que abrió, el 15M significa el comienzo de un largo ciclo de revuelta de la pequeña burguesía española y con él de intentos de renovación del aparato y los discursos políticos de la burguesía española. Un ciclo que parece estar cerrándose ahora y que marcó toda esta década.

El 15M fue además el detonante del auge de los movimientos centrífugos de las pequeñas burguesías regionales que culmina con la crisis catalana y acaba llegando al Parlamento español bajo la forma de una profusión de grupos independentistas, regionalistas y localistas de todo signo que hacen evidente la crisis del aparato político del 78. Este proceso, necesariamente contradictorio se presentará unas veces como heredero del 15M -las confluencias- y otras en confrontación con él.

La pequeña burguesía catalanista por ejemplo identificó pronto como un rival peligroso al 15M, del que molestaba por ejemplo el uso de cartelería y reivindicaciones en español y no solo en catalán. Pero tras el cerco al Parlament por la asamblea local del 15M y el inmediato reflejo represivo, se abre en el tardo-pujolismo de entonces una reflexión inmediata... que desemboca en un cambio de estrategia hacia el independentismo que a su vez llevará a la crisis de 2017.

El 15M, diez años después

La consigna/etiqueta #SpanishRevolution, en inglés, se convirtió en el símbolo del narcisismo continuo del 15M... y una expresión más de su naturaleza de clase

Es imposible separar el 15M del proceso histórico que abrió en tanto que primera expresión de la revuelta de la pequeña burguesía española.

Desde el punto de vista de los trabajadores hay sin embargo un hecho que destacar por encima de los demás: el 15M a diferencia de otros estallidos de la pequeña burguesía, como el movimiento estudiantil de mayo del 68 en Francia, no sirvió de detonante para la puesta en marcha de una movilización de trabajadores con sus propias reivindicaciones y en su propio terreno.

En ese sentido, el proceso abierto por el 15M, aun siendo un palo en la rueda de la burguesía española -a la que introduce en una crisis política como no había conocido desde los 70- ayuda también a la burguesía a transitar la crisis de 2008 en un marco que se da dentro de sus propios términos. El ciudadanismo podemita y el derecho a decidir independentista acaban convergiendo con la reacción ultranacionalista de la facción voxita de la pequeña burguesía española en un continuo enaltecer de patrias, Constitución y democracia a defender.

El 15M es eso ante todo: invisibilización y disolución de la clase trabajadora en la juventud, la ciudadanía, el pueblo... Y solo en menor medida aquello por lo que se recuerda y se viste con nostalgia en cierto rango de edad: la apertura del bazar ideológico y la reducción de la represión social y discursiva que venía al alza desde los años ochenta. Y es que, a fin de cuentas, la #SpanishRevolution fue un happening, un espectáculo, una fiesta, una autocelebración, una expresión de descontento, un gran fenómeno deliberativo y el despertar político de una generación... de la pequeña burguesía.